viernes, 12 de enero de 2024

ABSURDOS ARGENTINOS: PODRÍA OCURRIR, AUNQUE UD. NO LO CREA




Inteligencia y sentido del humor son conceptos que van unidos. De allí que la vía del absurdo sirva para clarificar ideas al detectar y subrayar aquello que va contra la lógica del sentido común. Frente a cualquier cuestión bajo análisis, proyectar al extremo de lo grotesco la idea más absurda puede ser un buen comienzo para alcanzar racionalmente la solución a un problema.

Como una de esas discusiones con las que Jonathan Swift satirizó la realidad de su tiempo en Los viajes de Gulliver, la República Argentina viene debatiendo desde el 14 de Junio de 1982 qué hacer con sus Fuerzas Armadas. La sutil diferencia es que la sátira swiftiana partía de un entendimiento de lo que efectivamente es ridículo, mientras que el presente argentino demuestra la ausencia de ese entendimiento a lo largo de todos estos años. Por eso la ridícula ficción que Ud. leerá a continuación, “Noticiero”, podría ser real: 

NOTICIERO: Por la frontera con Bolivia, siempre permeable al paso de los contrabandistas, ingresó una columna de 500 irregulares de distintas nacionalidades. Unidos bajo el designio místico de una nueva  religión,  están dispuestos a imponer a sangre y fuego su ley en parte del territorio argentino. Fuertemente armados y disponiendo de artillería vencieron sucesivamente la resistencia  ofrecida por las fuerzas de seguridad y policiales desplegadas en la región. Aviones de la Fuerza Aérea sobrevolaron la columna sin bombardearla y cuando la columna bordeó un Regimiento del Ejército los militares reforzaron las guardias para la eventualidad de ser atacados, hasta que los centinelas observaron que los invasores no demostraban interés en atacar la unidad militar y todo volvió a la normalidad dentro del cuartel. Entrando en el pueblito de Aquienleimporta, los irregulares, tras decapitar a los hombres, se fortifican tomando como rehenes a mujeres y niños. En Capital Federal marchan distintas organizaciones exigiendo que el gobierno respete la cultura y los derechos humanos de esos recién llegados que han sido desplazados por la opresión de Occidente y les dé acogida humanitaria como a cualquier inmigrante con estatus de refugiado político. El gobierno ha decretado tres días de duelo por las víctimas de Aquienleimporta y redacta una fuerte carta de queja para la que todavía no logra definir destinatario. Ya cayendo la noche, una segunda columna ingresó por otro punto descuidado de la frontera siguiendo la ruta de la anterior. Y en otro orden de noticias, esta noche juega la Selección Nacional de Fútbol...

La gracia del humor absurdo, como el ensayado en este cuento breve, radica en el entendimiento que la situación planteada es tan disparatada que nunca podría realmente ocurrir, porque desde luego es una hipótesis ridículamente contraria al sentido común.

Pero… ¿es enteramente un disparate? 

Para discernir si lo es o no debemos acudir al marco normativo vigente. En tal sentido la Ley N° 23.554 de Defensa Nacional nos brinda cierta seguridad que algo así nunca podría suceder del modo que se narra en el cuento, ya que en su Artículo 2, define que “La Defensa Nacional es la integración y la acción coordinada de todas las fuerzas de la Nación para la solución de aquellos conflictos que requieran el empleo de las Fuerzas Armadas, en forma disuasiva o efectiva, para enfrentar las agresiones de origen externo”. 

Es decir que ante invasión semejante los pilotos bombardean y los militares salen del cuartel. Está claro que así debe ser, es lo que manda la sangre en las venas de cualquier soldado argentino y la más elemental lógica sobre la razón de ser del Estado como instrumento para el ser y prevalecer de la Nación Argentina.

Así las cosas podemos reírnos, porque el horror del cuento sería puro cuento. Pero la risa se silencia cuando recordamos que aquí, donde hay militares presos por combatir a terroristas, también hubo recientes manifestaciones condenando al Estado de Israel por responder a la agresión terrorista de Hamas, lo que nos lleva a ver sin ninguna gracia lo instruido en el año 2006 por el presidente Néstor Kirchner, el jefe de gabinete Alberto Fernández y la ministro de Defensa Nilda Garré, cuando a través del Decreto 727/2006 reglamentaron la Ley de Defensa Nacional pretendiendo restringir la actuación de las Fuerzas Armadas a la sola respuesta contra fuerzas regulares de otro Estado. 

Ello así, porque abusando de sus atribuciones reglamentarias, ese gobierno filoterrorista definió como "agresión de origen externo" el uso de la fuerza armada por un Estado contra la soberanía, la integridad territorial o la independencia política de nuestro país. Es decir que ante la situación planteada en el cuento, siendo los invasores irregulares de nacionalidades indeterminadas y sin constancia formal de actuar en representación de un Estado extranjero, combatirlos no sería incumbencia de nuestras Fuerzas Armadas.

Es ridículo, absolutamente absurdo, pero es lo que al día de hoy siguen sosteniendo referentes kirchneristas como Nilda Garré. La razón de esa postura es muy obvia: odian a las Fuerzas Armadas  de la Nación Argentina porque aniquilaron el accionar violento de las organizaciones terroristas (Montoneros y ERP, principalmente) que dirigidas desde Cuba azotaron el país durante los años de plomo. Gracias a esa victoria de nuestras FFAA no somos otra dictadura comunista con pretensiones de eternidad como la que padecen los cubanos. Y sin embargo los vencedores del terrorismo castrista pagan con cárcel su servicio a la Nación Argentina. Ingratitud que, sin duda, tiene presente cada militar argentino cuando se teoriza sobre su empleo. 

Por lo tanto, en esa lógica del reino del revés que durante dos décadas de régimen kirchnerista hizo de la Argentina un desquicio cultural, los invasores del cuento podrían contar con la pasividad de la fuerza militar argentina. 

Para tranquilidad de los lectores las leyes de Defensa Nacional, Seguridad Interior e Inteligencia, son mucho menos estúpidas que las interpretaciones que han hecho de ellas sucesivos gobiernos fabricando mitos.

Así por ejemplo, tal como hemos visto que no es la Ley de Defensa la que impide a las FFAA responder hasta aniquilar una agresión extranjera no estatal, cabe subrayar que son muchos políticos y no esa misma ley los que creen, o quieren hacernos creer, que no tener las hipótesis de conflicto (que la misma ley ordena determinar) contribuye a la paz. Si vis pacem para bellum, enseña a través de los siglos el adagio romano sin que la historia lo desmienta. Y eso es tan obvio que sólo hay dos razones por las que alguien puede gobernar ignorando esa premisa: estupidez o traición. 

Tampoco es cierto que los militares no puedan dar más que apoyo logístico en orden a cuestiones internas, ya que la Ley Nº 24.059 de Seguridad Interior en su artículo 32 contempla, por supuesto en situaciones extremas, “el empleo de elementos de combate de las fuerzas armadas para el restablecimiento de la normal situación de seguridad interior, previa declaración del estado de sitio”. 

Reiteradas veces he mencionado que es falsa la difundida creencia respecto a que está prohibido hacer Inteligencia interior. Sin extenderme, insisto aquí al sólo efecto de remarcar la sobreabundancia de falacias instaladas como verdades en materia de Defensa, Seguridad e Inteligencia.

Por la vía del ridículo espero haber inquietado la conciencia de los lectores sobre la capacidad nacional para enfrentar riesgos y amenazas. Si fue así, se dudara con prudente desconfianza de las intenciones y aptitudes intelectuales de la conducción política (que abarca mucho más que al gobierno de turno).

Para que Argentina deje de ser un país estúpido, que aunque suene brutal es lo que somos hace décadas, es menester recuperar el sentido común y la noción del ridículo. Si logramos eso, el Estado  captado por la estupidez, ineficiente, deformado, obseso y mórbido al punto de arriesgar la existencia de la Nación, será entendido como lo que debe ser: un instrumento para el ser y prevalecer de la Nación Argentina. Y ese instrumento no puede ser interpretado como un mero amontonamiento burocrático de compartimentos estancos, el diseño institucional que nos dieron los constituyentes es funcional, por lo que todos sus sistemas sirven a un mismo fin: alcanzar y sostener la irrestricta supremacía de la Constitución Nacional para asegurar el ser y prevalecer de la Nación Argentina.

Por lo tanto, las leyes que ordenan los sistemas de Defensa, Seguridad e Inteligencia deben interpretarse de un modo armónico, donde la asignación de misiones específicas tanto diferencian los sistemas como los relacionan unos con otros sin superponerse, sin obstaculizarse y sin desentenderse unos de otros. Sirviendo desde sus distintos ámbitos a un mismo fin, juntos pero no revueltos.

Defensa y Seguridad responden a distintas necesidades e hipótesis. La evolución legal argentina ha ido en esa dirección, por lo cual entiendo razonable mantenerlas diferenciadas (personalmente he sostenido esa postura en 2016 durante el evento académico de la Competencia Fuerzas Comando que tuvo por sede a Perú), pero diferenciadas no significa aislada una de otra, porque tanto el constituyente como el legislador han previsto hipótesis de conflicto, internas y externas, que deben ser enfrentadas con toda la capacidad del Estado.  En función de ello, el nexo comunicante entre el sistema de Defensa y el sistema de Seguridad es y debe ser, indudable y categóricamente, el Sistema de Inteligencia Nacional por una  muy simple razón: es el que anticipa los conflictos que podrían requerir la cooperación o empleo conjunto de los tres sistemas.

Y si eso no se entiende, pues, pobre pueblito Aquienleimporta cuando lleguen los bárbaros.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.