Liliana Hendel abrazando a Nora Cortiñas, madre del terrorista montonero Carlos Gustavo Cortiñas. |
En Noviembre de 2008 publiqué en mi blog: "NO NECESITAMOS MENTIRAS: TAIANA Y LA BOMBA EN EL BAR IBÉRICO", un artículo sobre el atentado terrorista que el 04 de Julio de 1975 mató a dos personas e hirió al menos a otras cuatro.
Una de las personas heridas en ese ataque fue la periodista Liliana Hendel, con quien me contacté al escribir la nota.
Entonces me llamó la atención que argumentara no recordar casi nada por el paso del tiempo.
Aunque las situaciones traumáticas pueden generar olvidos, me pareció raro.
Ocurre que un atentado terrorista no es un accidente, es un acto intencional y político; por lo que hace ruido que la psicóloga y periodista Liliana Hendel, habiendo sido herida por esa bomba no haya publicado -al menos según Google- alguna mínima reflexión sobre esa vivencia.
Y el ruido aumenta observando la actuación política de Hendel como militante kirchnerista: sus prédicas contra el "terrorismo de Estado" y su silencio frente al terrorismo montonero, su elogio a Fidel Castro y pedidos de memoria... Algo curioso con tan frágil memoria.
Liliana Hendel, Secretaría de Mujeres, Políticas de géneros y Diversidades del Municipio de La Matanza. |
Llamativo además porque la ideología del género y el lenguaje inclusivo, que cuentan con la activa adhesión de Hendel, son instrumentos del proceso de desmemoria y adoctrinamiento colectivo del kirchnerismo con el uso faccioso de los recursos del Estado y complicidad progre.
En el atentado al Bar Ibérico murieron Mario Ramón Filipini, estudiante uruguayo de 26 años, cuyo cuerpo es expulsado por la onda expansiva a través de una ventana, y Laura Beatriz Manzano, de 21 años, argentina, empleada, quien resulta decapitada. ¿Para ellos no hay memoria? ¿Se pueden desvanecer por el paso del tiempo las impresiones por haber estado donde explotó la barbarie? ¿No es extraño, ciertamente, que la única alusión a semejante evento sea no recordar casi nada?
En una nota reciente (Adivina adivinador) recordé el caso de dos terroristas (uno de ellos hijo de "desaparecidos") a los que, allá por el 2001, le explotó encima la bomba que transportaban. Como ateecedente, Pablo Giussani dedicó su muy buen libro “Montoneros La Soberbia Armada” a la memoria perejilesca de la adolescente Adriana Komblihtt, apodada “La Turca”, quien murió el mismo día en que cumplía 16 años, 31 de Marzo de 1977, cuando detonó en sus manos la bomba con la que intentaba atentar contra una comisaría.
Está más que acreditado que en la práctica terrorista a veces los explosivos se vuelven contra el perpetrador. Y no hace mucho, el 14 de Noviembre de 2018, estalló un artefacto explosivo en el cementerio de Recoleta mientras una anarquista, que resultó herida, intentaba colocarlo para atentar contra la tumba de Ramón L. Falcón (¡un grande que después de muerto se sigue cargando terroristas!).
Dado el perfil de las víctimas, se supone que la bomba puesta en el Bar Ibérico tenía por blanco a alguien que al momento de la explosión no estaba en el bar. Eso es interesante porque también es usual en la práctica de las organizaciones terroristas que quien coloca el explosivo abandone el lugar y sea otro miembro de la banda quien se quede en posición de observador para evaluar la efectividad del ataque. Eso ocurrió en muchos atentdos, por ejemplo el ideado por Rodolfo Walsh, jefe de Inteligencia de Montoneros, contra el comedor de Coordinación Federal que causó 23 muertos y 60 heridos.
A pesar de Filipini y Manzano, como de los muertos del comedor y de tantos otros asesinados por la subversión, el 24 de Marzo de 2017 los mercaderes de los DDHH reinvindicaron abiertamente a las organizaciones terroristas, sin embargo a Hendel no la horrorizó eso sino que cuestionando esa apología del terrorismo alguien haya dicho que "en la marcha de ayer había ERP y Montoneros que quieren reinventarse.horror". Está claro pues que a Hendel no le gusta llamar a las cosas por su nombre. ¿Será por eso que usa el "todes"?
Así la mala memoria de Hendel para recordar y reflexionar sobre la bomba al bar Ibérico, necesariamente colisiona con su decisión de sostener la mentira de los 30.000 desaparecidos. Y repetir una mentira tan grosera con afán goebbeliano, además de descalificar a cualquiera de sus propaladores que se diga periodista o pretenda hablar en nombre de la verdad, arroja una irónica sorna sobre su pretensión de contar "las mentiras del patriarcado".
Y así, ante tanta desmemoria y mentira, es inevitable la duda:
¿Por qué estaba en ese café Liliana Hendel?
Era a quien habían designado para observar los "daños colaterales "?
ResponderEliminarPorque era parte de las Orgas, sino fue la que la puso y no alcanzó a salir del todo, pero salió ilesa.
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