CON LA DEMENCIA COMO MARCO
Acaso, hermosa palabra la palabra "acaso", Argentina ya casi no sea un país porque ya casi es enteramente una dimensión irracional.
Y en esa redundancia válida del "ya casi" hay que enfocarse para no perder la esperanza. Ya casi, significa que todavía no está todo perdido.
El 17 de Noviembre de 2022, pretextando el "Día de la militancia peronista", la vicepresidente Cristina Fernández, en ejercicio material de la Presidencia de la Nación -y en esa fecha también presidente formal por viaje del títere presidencial-, lanzó un curioso acto de campaña congregando una multitud de kirchneristas en el Estadio Único de La Plata.
Dejando para otro momento la indagación sobre cuánto costó al erario ese acto partidario (cosa que otros podrán determinar mejor que yo), cabe observar el contexto como una anomalía bipolar histórica en la que la dueña del gobierno se presenta como oposición y alternativa a su propio gobierno. Más aún: que sus acólitos pregonen que va a volver en 2023, cuando ya volvió en 2019, da cuenta del mecanismo orwelliano que hace de la pretendidamente conmemorada "militancia" una fe de pura obsecuencia. Además de las novelas de Orwell, ahí está la historia de las dictaduras totalitarias para recordarnos sin ficción los estragos de la histeria colectiva. Hay un trasfondo psiquiátrico en la construcción del "operativo clamor", para el regreso al poder de quien está en el poder. Y no se requiere ser psiquiatra para verlo: Lo demencial no deja de afirmarse en lo que va del siglo como sesgo saliente de la política argentina.
EL DISCURSO DE CRISTINA FERNÁNDEZ SOBRE LA SEGURIDAD
Señalado el contexto, este artículo se centra en las implicancias de este pasaje dicho por Cristina Fernández en su discurso:
"Los argentinos debemos incorporar al debate, y al acuerdo democrático, el tema seguridad. Un tema complejo, pero que hoy sufre el conjunto de la sociedad argentina. Hay que terminar con debates absurdos porque la democracia tiene una deuda en materia de Seguridad, de la vida de los vecinos, de las vecinas, de los habitantes. Ningún partido político lo ha podido solucionar, y por favor terminemos con ese debate berreta de los mano dura, de los garantistas por un lado, los mano... Miren: muy berreta, muy berreta el debate, y muy cínico y mentiroso, además. Miren, si para algo sirvió lo que me pasó fue para demostrar que cuando estuvieron en el Ministerio de Seguridad los mano dura, a la política de Inteligencia Criminal le pusieron una miss argentina para que la condujera, que no nos berreteen más con que saben de Inteligencia y de Seguridad, y a la hermana la miss argentina a controlar los gastos reservados del Ministerio de Seguridad. Basta muchachos, los vimos, ya nos dimos cuenta. Ya nos dimos cuenta... Hoy, hoy además de los 50 años del retorno de Perón a la Patria, hace un año un pibe, un pibe de acá del Conurbano, de Florencio Varela, Lucas González el jugador de Barracas, le mando un inmenso abrazo a su madre, a su padre, a sus hermanos. El pibe de Barracas era asesinado por una brigada de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires, pudo haber sido también de la Provincia de Buenos Aires, en esto, por favor, por una vez en la vida olvidemos los partidos políticos y discutamos en serio el tema de la seguridad en nombre de todas las víctimas, de sus familiares, de sus deudos. Esa brigada que asesinó a Lucas, y los tuvieron detenidos a los pibes durante días, también con la justicia de la Ciudad, pudo haber sido en cualquier lado, como de hecho lo fue me acuerdo todavía en la masacre de Monte, acá en la Provincia de Buenos Aires, recuerdo muy bien. Es necesario que nos despojemos de eso, y dejemos de elaborar proyectos y decir que tenemos la seguridad resuelta. Algunos la pueden tener más resuelta que otros con la pauta publicitaria, pero la seguridad, los vecinos y las vecinas de la República Argentina, y fundamentalmente de los grandes centros urbanos, de los grandes centros urbanos la sufren todos los días. Miren, es demasiado grave el problema y las mutaciones que ha sufrido la sociedad desde, desde la mitad del siglo pasado cuando comenzaron a abandonar el campo y venirse a las ciudades las grandes concentraciones urbanas, la irrupción del narcotráfico, el crecimiento también muchas veces de desigualdad, pero con la desigualdad sola no explicamos un proyecto de seguridad. Ni tampoco con el gatillo fácil, ni tampoco con el gatillo fácil. Porque una de las cosas que tenemos que coincidir los partidos políticos de la democracia es que hay un fenómeno de autonomización de las Fuerzas de Seguridad de la decisión y del poder político. El gran acuerdo que debe haber entre todos los partidos políticos es, además de un proyecto de seguridad, que las Fuerzas de Seguridad respondan efectivamente a las autoridades civiles, de eso se trata y se debe tratar la seguridad. Por eso creo que es imprescindible abordar estos temas, miren, también vimos, no quiero abundar en ejemplos, pero también vimos cuando hubo un partido importante de Boca o no sé qué cosa como, un policía, un agente, no importa si era de la Ciudad, de dónde, no importa, pero estafaba a un turista extranjero. En serio, las Fuerzas de Seguridad son una parte de la solución, pero también son una parte del problema si no se subordinan al poder civil. Eso es la realidad también es necesario decirlo y explicitarlo. Nosotros cuando estuvimos en el gobierno desplegamos miles de gendarmes en el Conurbano Bonaerense en el Operativo Centinela, la gente lo pedía porque tenía más confianza. Eso todavía no sé por qué no podemos hacer lo mismo de desplegar miles de gendarmes aquí en el Conurbano Bonaerense en lugar de tenerlos en medio de la Patagonia nadie sabe haciendo qué. Me parece que es hora de tener una mirada hacia los lugares que están sufriendo, Discúlpenme si hablé tanto de este tema, pero, créanme que es imprescindible hacerlo, también sabemos que el orden, por lo menos para nosotros los peronistas, el orden en una sociedad también ayuda y contribuye con la seguridad, pero ¿cuál es el orden para nosotros? Para nosotros el orden es que el padre o la madre o ambos salgan todos los días a trabajar, los pibes se queden en la casa y vayan al colegio y todos juntos vuelvan a comer en su casa que la familia argentina vuelva a comer en su casa y no en el colegio, en los merenderos o en los comedores, no hay orden, no hay orden que garantice más seguridad que eso, créanme, no es el gatillo fácil ni el palo. Es el trabajo, el trabajo bien remunerado".
CONSIDERACIONES A ESE DISCURSO
Previo a poner el foco en la alusión a Gendarmería Nacional que hace Cristina Fernández, conviene atender otras cuestiones de su discurso que servirán para entender porque su propuesta es una demagógica rifa de gendarmes.
1) Romper el vidrio y esconder la mano.
Lo primero que surge es un remanido desplazamiento de la responsabilidad de Cristina Fernández hacia la democracia. Uso la misma táctica en su segunda presidencia, cuando tras siete años de presidente y once de régimen kirchnerista, le adjudicó a la democracia la responsabilidad por el mal funcionamiento de los servicios de Inteligencia, diciendo expresamente ante el colapso del Sistema de Inteligencia Nacional, provocado por el kirchnerismo, que existía una deuda de la democracia para con la ciudadanía en materia de Inteligencia.
No había entonces ninguna deuda de la democracia en materia de Inteligencia porque desde la sanción en el año 2001 de la Ley 25.520 de Inteligencia Nacional, conocida como Ley Toma, aprobada luego de un ejemplar trabajo parlamentario, la democracia había resuelto la cuestión. Sólo restaba que los sucesivos gobiernos condujeran la Secretaría de Inteligencia conforme a la misión que les determina en forma implícita y general la Constitución Nacional y expresamente en aspectos particulares la citada ley. Pero la eficiencia de ese Sistema Nacional de Inteligencia pensado para fortalecer a la República era incompatible con la aspiración totalitaria del kirchnerismo.
En materia de Seguridad tampoco hay una deuda de la democracia, porque no es la democracia la responsable de la incapacidad y/o mala intencionalidad de los gobiernos. La democracia, que aquí no es tal sino su intento fallido, no significa ni remotamente privilegiar los derechos de los delincuentes por sobre los derechos de los honrados habitantes del país. Esa inversión del sentido común es la política que desde el 2003 sostiene el kirchnerismo desde su odio, tan oportunista como visceral, a los uniformados. Desde allí, negociados con los derechos humanos mediante, se equiparó el concepto de autoridad al de dictadura, con la paradójica intención de arribar a una dictadura que concentre la suma del poder público (el proyecto "Cristina Eterna").
Para decirlo de otra manera, esa ventana no la rompió la democracia, la rompió el kirchnerismo y como siempre busca Cristina Fernández esconder su mano. Nunca se hace cargo de nada, la culpa siempre es de los demás.
2) Los otros también fueron.
El mismo entusiasmo con que Cristina Fernández pretende esconder su responsabilidad es el mismo con el que busca culpar a los demás; y esos demás son, principalmente, sus socios cambiemitas, que no por mucho cacarear dejan de correr presurosamente en auxilio del kirchnerismo cuando el régimen flaquea.
En tal sentido, aunque con afirmaciones que no son enteramente precisas ni ciertas, su mención a la miss argentina para cuestionar la gestión cambiemita en materia de Inteligencia Criminal se aproxima a la realidad. Pero el problema no era la chica bonita, sino Gerardo Milman, Patricia Bullrich, Silvia Majdalani, Gustavo Arribas y Mauricio Macri, quienes durante cuatro años con la soberbia de los ignorantes despreciaron el rol de la Inteligencia en la toma de decisiones del gobierno.
3) El estigma de los chicos malos.
Desde el más elemental sentido común, nadie puede negar la berretitud del debate entre mano dura y garantismo, que es la pretensión de elegir entre dos problemas como si fueran soluciones. Pero el kirchnerismo es Zaffaroni puro, el garantismo en su máxima nefasta expresión.
Y en la berretitud garantista se sumerge de cabeza Cristina Fernández al sostener que las Fuerzas de Seguridad asesinan personas y cometen otros delitos porque atraviesan un “fenómeno de autonomización” en virtud del cual no se subordinan al poder civil.
¿Quién puede dudar de la subordinación de las fuerzas, todas ellas, al poder civil? No existe esa insubordinación más que como excusa para desplazar, otra vez, la responsabilidad de la política a las instituciones armadas que mal conducen; cuando no las desprecian o las humillan.
Tan absurdo es el planteo de Cristina Fernández fantaseando una “autonomización” en términos de insubordinación que hasta salió a responderle Aníbal Fernández desde el Ministerio de Seguridad: “No comparto lo que dice ella. Las cuatro fuerzas no son conducidas per se, son conducidas por un civil y ese civil soy yo. Lo que dice Cristina no es verdad”.
Cuando por la falta de debida conducción las fuerzas cobran autonomía, no lo hacen por insubordinación sino por inercia institucional, ya que no pueden paralizarse (aunque a veces parezcan hacerlo) y su misión no se detiene por la desatención gubernamental. Luego, no habiendo insubordinación, tampoco hay corrupción estructural en las fuerzas que llegue al nivel de salir a matar por matar. Tanto la conducta desviada como el error profesional, que tiene costo humano, son porcentajes variables que se minimizan cuando se aplican criterios selectivos, empezando por el “ambiental” que ha dejado de practicarse sobre los aspirantes, como por la profesionalización constante insuflando el orgullo que da el sentido del deber. Asumir que cada acción desviada tiene respaldo institucional es estigmatizar a las fuerzas en desmedro de la autoridad.
4) ¡Es la cultura, idiotas!
La hipocresía de Cristina Fernández alcanza uno de sus puntos más altos cuando alude al orden en relación directa con la cultura del trabajo.
Seré muy breve en este punto: si algo hizo el kirchnerismo desde el 2003 hasta hoy, además de favorecer a la delincuencia, ha sido pulverizar la cultura del trabajo. Bajo el kirchnerismo hay hijos que nunca vieron trabajar a sus padres.
Y ello es así porque la demagogia no forma parte del estilo de vida propiciado por la Constitución Nacional. El régimen kirchnerista gobierna abiertamente procurando derogar de facto o legalmente la Constitución Nacional. Esa intencionalidad totalitaria es la que lo descalifica para atender la Seguridad Interior, porque justamente la Seguridad Interior consiste en garantizar el estilo de vida propiciado por la Constitución Nacional, incompatible con la prebenda, la dádiva y el personalismo.
LA VIDA COLOR GENDARMES, UN CUENTO
Hace muchos años cuento el chiste de los gendarmes y no pierde vigencia:
Tormenta de ideas en el Ministerio de Seguridad.
Ministro: Piensen.
Secretario 1: Mandemos gendarmes.
Secretario 2: Muchos gendarmes.
Secretario 3: Más gendarmes!
Ministro: ¿Alternativas?
Secretario 1: Mandemos gendarmes.
Secretario 2: Muchos gendarmes.
Secretario 3: Más gendarmes!
Pocas cosas demuestran tanto la mediocridad de la política como agotar un recurso en dar una y otra vez la misma respuesta a cualquier problema. "Más gendarmes", el chiste de los gendarmes es lo que sigue proponiendo Cristina Fernández. Y vale volver a leer al párrafo pertinente:
"Nosotros cuando estuvimos en el gobierno desplegamos miles de gendarmes en el Conurbano Bonaerense en el Operativo Centinela, la gente lo pedía porque tenía más confianza. Eso todavía no sé por qué no podemos hacer lo mismo de desplegar miles de gendarmes aquí en el Conurbano Bonaerense en lugar de tenerlos en medio de la Patagonia nadie sabe haciendo qué".
Como si ahora no estuviera en el gobierno, Cristina Fernández propone más de lo mismo, contradiciendo incluso sus críticas al macrismo que también hizo un uso excesivo de la Gendarmería Nacional.
Por caso cabe recordar que el Subsecretario de Fronteras Matías Lobos, durante la gestión de Patricia Bullrich y demostrando su ineptitud para el cargo, celebraba el despliegue de gendarmes en el Conurbano... Por esa decisión política de desgastar el bien ganado prestigio verde, la Gendarmería ha ido difuminando la especialidad de frontera para convertirse en una fuerza multipropósito con tendencia, por pérdida de identidad, a no tener ninguno.
Pero más allá que sostener miles de gendarmes en el conurbano distrae recursos necesarios en la protección de nuestras extensas fronteras, confines a los que la Gendarmería debe dirigirse asegurando su identidad primaria como fuerza de Seguridad con funciones de Defensa, lo llamativo y cínico en el discurso de Cristina Fernández es la demagogia de proponer lo que sale de las encuestas. Que la gente en el conurbano quiere gendarmes es cierto, pero ¿de verdad lo cree Cristina Fernández?
Repasemos algunos hechos significativos de su relación con la Gendarmería Nacional para interpretar si dice lo que cree o lo que mucha gente quiere escuchar.
Cristina Fernández asumió su primera presidencia el 10 de Diciembre de 2007. Hasta entonces la Gendarmería Nacional, entre otras virtudes destacables, exhibía una disciplina inquebrantable.
MANO DE OBRA BARATA
En su discurso del 26 de Junio de 2012 ya en su segundo mandato, Fernández hizo referencia a los efectivos de Gendarmería fallecidos cuando dos colectivos que transportaban tropa desde Chubut a Mendoza fueron colisionados por un camión, cuyo conductor también perdió la vida, al igual que los civiles que conducían ambos micros. Allí utilizó esas muertes con un sentido político oportunista. En víspera de la protesta de la CGT en reclamo del aumento del mínimo no imponible para el impuesto a las ganancias, trajo a colación que el Gendarme José Ricardo Bordón percibía un sueldo de 4.100 pesos, que el Gendarme Martín Javier Delgado cobraba 2.800 pesos, el Gendarme Elías Jacobo García recibía 3.707 pesos y el Gendarme Federico Ismael Villca 2.991 pesos, agregando inmediatamente:
"Ya sé, mañana van a decir '¡Qué poco que le pagan a los gendarmes! ¿Por qué no le aumentan el sueldo?'".
La única respuesta que se desprendía de sus palabras fue que si visten de verde es porque siguen su vocación, como si la simple satisfacción de una vocación de servicio pudiera suplir la necesidad de un salario digno. Teniendo en cuenta que en su discurso la presidente se la pasó describiendo un país donde los trabajadores protestan por bienestar, y porque ganan tanto que tributan ganancias, para afirmar que quienes se oponen a su gobierno pretenden nada menos que "volver a lograr mano de obra barata en la República Argentina", resultaba contradictorio que expusiera los bajos sueldos de los gendarmes como si fueran producto de un sacrificio voluntario por parte de ellos, una suerte de contribución patriótica, cuando en rigor de verdad son (siguiendo su argumentación) trabajadores que no tienen sindicato y a los que su Gobierno -a confesión de parte relevo de prueba- les pagaba sueldos a todas luces insuficientes. Es decir que para el kirchnerismo, más allá de la voz quebrada de la Presidente al listar los muertos, la Gendarmería era mano de obra barata.
EL QUIEBRE DE LA DISCIPLINA
En octubre de 2012 los bajos salarios de los gendarmes, aludidos por Cristina Fernández y que eran también los de la Prefectura Naval Argentina, llegaron al punto -largamente anunciado- de un malestar que quebró la disciplina al interior de ambas fuerzas. Si la Prefectura contaba con el antecedente de participación de los Albatros en sublevaciones carapintadas, la protesta encabezada por suboficiales era totalmente inédita en la Gendarmería y tornó ficta la cadena de mandos.
Las consecuencias de ese quiebre de la disciplina tardaron años en superarse. El kirchnerismo, con Nilda Garré como ministro de Seguridad, desde su odio visceral a los uniformados, había logrado poner a la Gendarmería en condición de vulnerabilidad moral y material.
EL GENDARME CARANCHO
En el año 2014, cuando todavía las consecuencias del quiebre de la disciplina no habían sido del todo superadas y persistían recelos generados por las protestas (con cuestionamientos a la oficialidad), ocurrió un hecho de impactante repercusión negativa en la sociedad y desmoralizador al interior de la fuerza. El caso fue conocido como "el gendarme carancho", haciendo alusión a los fraudes con accidentes de tránsito, ya que durante una protesta en la Panamericana, un oficial con rango de Comandante se arrojó sobre el capot de un vehículo simulando haber sido embestido. Escena que quedó registrada en video. Sergio Berni era secretario de Seguridad.
¡DESTRUYAN A LA GENDARMERÍA!
La Gendarmería Nacional fue dañada durante las dos primeras presidencias de Cristina Fernández, pero lo que realmente manifestó la intención de desacreditar y destruir la fuerza fue la opereta montada por el kirchnerismo para adjudicar a los gendarmes la "desaparición forzada seguida de muerte" de Santiago Maldonado.
El caso es por demás conocido. Como parte de esa opereta se atacaron unidades de Gendarmería Nacional, se hostigó a los gendarmes y a sus hijos: docentes kirchneristas hicieron llorar a los chicos diciéndoles que sus padres eran asesinos y la Gendarmería criminal.
Cristina Fernández, como jefa del kirchnerismo incentivó activamente esa campaña, que todavía hoy a pesar de decenas de peritos afirmando que el supuestamente desaparecido se ahogó en el río, posiblemente abandonado por los mapuches con los que andaba, subsiste como un eco que repite la militancia kirchnerista en cada oportunidad que se les presenta. Mienten 30.000 ignorando la verdad de las matemáticas así que uno más no van a dejar de mentirlo. Siempre mienten.
LOS HILOS DEL TÍTERE
Por mucho que Cristina Fernández quiera inventarse una épica del retorno, a nadie escapa que Alberto de la Fernández es una marioneta cuyos hilos dirigen sus dedos.
Y eso fue notorio en materia de Seguridad desde la agresión del gobierno contra la Gendarmería Nacional. Apenas llegada al ministerio de Seguridad, Sabina Frederic intentó inmediatamente reflotar la opereta Maldonado, como así también responsabilizar a la Gendarmería por la participación que en 2019 le fue impuesta por el poder político en relación a la crisis institucional en Bolivia y desacreditarla por las pericias del caso Nisman.
Cada quien sacará sus propias conclusiones. La mía es que el kirchnerismo es un proyecto totalitario de corrupción estructural que busca deformar y subvertir todas las instituciones. Cristina Fernández recurre ahora a prometer gendarmes, rifarlos en una suerte de viejo show de presencia verde, sin ninguna intención de contribuir a la Seguridad. Sólo es otro relato para imbéciles, como el de que volvían mejores.
No tiene ninguna propuesta en materia de Seguridad Interior, porque para tenerla hay que estar comprometido con alcanzar y sostener la irrestricta supremacía de la Constitución Nacional.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.