jueves, 28 de enero de 2021

EN ESTADOS UNIDOS COMENZÓ 1984, por Eitan Benoliel

 

“La guerra es la paz. La libertad es la esclavitud. La ignorancia es la fuerza.”


 

Ariel Corbat alerta permanentemente sobre la “dimensión orwelliana” en la que está viviendo la Argentina hace tiempo, gracias a un gobierno que se dedica a presentar la mentira como verdad, que es la característica distintiva de la izquierda. O para decirlo de otro modo: es su carta de presentación, su sello personal, su especialidad.

Pero probablemente más preocupante aún sea la llegada de la dimensión orwelliana a la gran nación norteamericana, por representar para el mundo, el ocaso del bastión de la democracia y de la libertad.

Estados Unidos se caracterizó desde siempre por el respeto irrestricto a los derechos del ciudadano, gracias una cultura que mantiene al individuo en un sagrado primer lugar, que precede al conjunto de la sociedad y al gobierno. Por lo tanto, en ningún lugar del mundo las libertades se encuentran más aseguradas, -y en una medida tan extrema- como en aquella tierra. La libertad de expresión sin límites, que les permite expresarse incluso a fascistas (vestirse de oficial nazi y hacer el saludo nazi en la vía pública está permitido, y no se le puede arrestar por ello), al igual que la libertad de prensa y de pensamiento  (puede incluso negar el holocausto, y no es un delito como en la mayoría de los países europeos), así como la libertad económica (no existe una tierra con mayor laissez-faire), por citar sólo algunos ejemplos.

Pero todo eso comenzó a desmoronarse en los últimos años gracias a presiones de grupos de izquierda y facciones radicalizadas del Partido Demócrata, y este proceso se aceleró con la llegada al poder de Joe Biden.

Los pensadores marxistas-gramscianos desarrollaron el concepto de hegemonía, denunciando que la educación y los medios de comunicación eran una herramienta de la derecha para perpetuar la visión capitalista de la realidad. Si alguna vez esto fue cierto, es más que evidente que en la actualidad es exactamente lo contrario, y este propio concepto de hegemonía desarrollado por los comunistas, lo podemos y debemos aplicar para explicar lo que estamos viviendo.

Las diversas falacias con las que los medios hegemónicos izquierdistas estuvieron bombardeando día y noche a la población durante estos 4 años, estuvieron centradas en torno a una persona: Donald Trump.

“Donald Trump es malo, es fascista, es nazi, es supremacista blanco, es autoritario, es un dictador, ataca la libertad de prensa, incita a la violencia, provoca guerras, etc”.

Por supuesto que cualquier persona medianamente culta e informada sabe que esto es falso. Porque es el primer presidente en muchas décadas en no iniciar una nueva guerra; en traer tropas a casa, reduciendo el número de militares en el exterior; en lograr tratados de paz históricos que parecían una fantasía (Israel con países árabes, Corea del Sur con Corea del Norte, etc.); en condenar las falsedades difundidas por panfletos de izquierda como CNN (sin censurarlos, sin embargo; a diferencia de la censura que está sufriendo él ahora, donde no se le permite opinar en redes sociales); en bajar los impuestos y el gasto; en crear millones de puestos de trabajo; en frenar a China; en denunciar a organismos cooptados como la ONU y la OMS; en apoyar a Israel como nunca antes (reconociendo a Jerusalén como capital, entre otras cosas), y en muchos puntos más.

“Con Joe Biden volvió la democracia”. “Trump fue un dictador”.

El número de decretos presidenciales firmados por los últimos presidentes en su primer mes de gobierno es el siguiente: Biden: 37 en enero de 2021 (y recién va 1 semana). Trump: 4 en enero de 2017; Obama: 8 en enero de 2009; G. W. Bush: 2 en enero de 2001; Clinton: 2 en enero de 1993; G. H. W. Bush: 1 en enero de 1989; Reagan: 1 en enero de 1981.

“Venimos a traer la unidad, a pacificar y unir la nación”.

Desde que llegaron al poder se dedicaron a atacar a Trump y a sus seguidores. Buscando el impeachment de Trump, y denigrando a todos sus votantes (la mitad del país) como extremistas, supremacistas, y seguidores del odio. Se acentuó la censura en las redes sociales, donde bajo el pretexto de “discurso de odio” se censura a cualquier opinión distinta a la de la izquierda. Decenas de republicanos vieron sus publicaciones borradas y sus cuentas suspendidas en las redes sociales; y se inició contra ellos una campaña pública de ataque, para expulsarlos del congreso y otras instituciones.

A pesar de haber vuelto más revanchistas que nunca, lanzando una inmensa caza de brujas que no conoce límites, se proclaman a sí mismos como los que traen la unidad, el amor, y el perdón. Nuevo lema de Estados Unidos: “La revancha es el perdón. La polarización es la unidad. La censura es la libertad de expresión”.

“Donald Trump incitó el ataque al capitolio”.

Más allá de que esto es absolutamente falso, ya que en el discurso previo a la marcha al capitolio, Trump dijo claramente “vamos a protestar pacíficamente y a hacer escuchar nuestra voz” y jamás alentó ningún tipo de violencia, lo más divertido y triste de todo esto es la doble moral izquierdista. Molestó tanto el ataque al capitolio, y se le dio tanta cobertura mediática, y se lo magnificó tanto, simplemente por tratarse de seguidores de Trump. Si los colores políticos hubiesen sido invertidos, la historia en los medios hubiera sido muy distinta. Sabemos todos que si hubiese sido un ataque de izquierda no hubiese sido tan grave ni estaríamos todos tan horrorizados. Porque es curioso que por unos pocos violentos que tomaron durante unas pocas horas el edificio y generaron destrozos, se descalifique el reclamo de las miles de personas que estaban afuera protestando pacíficamente. Y más curioso aún es que lo hagan los mismos medios que durante semanas y meses enteros, mientras los BLM y Antifa destruían ciudades enteras a lo largo de toda la nación, callaban, o en algunos casos, incluso lo alentaban. Periodistas que decían “en ningún lugar dice que las protestas tienen que ser pacíficas”, felicitando cómo los manifestantes prendían fuegos autos de policía, arrasaban edificios públicos y propiedad privada, atacaban transeúntes, e incluso ocupaban legislaturas y casas de gobierno en ciertos estados. De golpe un día la violencia se volvió mala, defendieron el orden y la ley, los procesos legales, las instituciones, la constitución, y acusaron a la toma del capitolio como sedición. Jamás se vio tanta doble moral en la historia. Absolutamente todos los republicanos, del primero al último (hasta los más trumpistas como Ted Cruz) condenaron a los violentos del ataque al capitolio inmediatamente; sin embargo, no hubo un solo demócrata que condenara la violencia izquierdista que azotó al país durante meses y meses, mientras arrasaron ciudades enteras por toda la nación.

Lamentablemente la violencia es mala únicamente cuando es de derecha. Y hay poca memoria, porque la historia la escriben los que gobiernan, quienes, en el mejor estilo orwelliano, borran lo que no les conviene, como si nunca hubiera ocurrido, y reemplazan esa página con una nueva versión, hasta el punto en que, como en la obra 1984, ya nadie recuerda qué es verdad y qué no.

¿Cuándo fue la última vez que escuchó a algún historiador explicar el rol de los partidos en la guerra civil estadounidense?

Bueno, yo le voy a revelar un pequeño secreto, querido lector: el Partido Demócrata defendió la esclavitud, y el Partido Republicano defendió su abolición.

Pero esto es algo que nunca va a escuchar o leer, porque no les conviene.

Más aún, los demócratas son tan caraduras como para hablar de discriminación y para acusar a los demás de “racistas”.

Cuánta doble moral, ¿no?

¿Quién estará escribiendo la historia?

La próxima vez que usted presencie en las noticias o donde fuere, los “dos minutos del odio a Trump” (el “Goldstein” de nuestra era), permítase dudar de si fue tan malo y un dictador, y vea los datos de su presidencia. Probablemente se sorprenda y descubra que fue una de las mejores presidencias de la historia de su país.

¿O por qué se lo censura y se lo quiere borrar de la historia?

 

“La revancha es el perdón. La polarización es la unidad. La censura es la libertad de expresión”.

Nuevo lema de los Estados Unidos de Joseph Stalin Biden.

miércoles, 20 de enero de 2021

Preguntas que asustan: ¿HAY ALGO MEJOR QUE LA CASTA POLÍTICA?



Cada mañana ensayo una rutina informativa que consiste en navegar la web en busca de noticias y opiniones argentinas. El derrotero y contenido de esa "navegación" no debería ser aburrido, pues por razones de timón y ambiente, en la búsqueda de novedades uno nunca estaría leyendo lo mismo. Sin embargo aburre. 

El contexto de chatura intelectual acompañando y acaso -hermosa palabra la palabra "acaso"- alimentando la decadencia argentina, de tan repetitivo hace que las noticias de mañana sean viejas hoy. El más de lo mismo es una constante por la cual quien decidiera aislarse de toda data no se perdería de saber nada que por interesante resulte indispensable; ya sea que el aislamiento dure una semana, un mes o un año. 

Luego no pasa la cuestión por la falta de noticias, porque eso sería caer en la teoría del fin de la historia -la cual siempre he rechazado-. El futuro no ha sido escrito y la historia se sigue contando desde lo novedoso; lo que estoy señalando es que Argentina es un país en estado de estupefacción, sin reacción, entregado a lo que venga, abandonado al gobierno de los peores. Y como en todo país abandonado al gobierno de los peores, la duda que de inmediato surge es sobre la existencia de los mejores. 


¿Existe algo mejor que la casta política? Debería existir, porque no se necesita mucho para ser mejor que quienes malgobiernan el país en todo lo que va del Siglo XXI. Basta muy poco para ser mejor que los peores. 

Sin embargo, en caso de existir, no demuestra entidad suficiente para generar la reacción que revierta el daño institucional, la degradación cultural y la miseria intelectual que padece y hacia la cual se sigue proyectando la población asentada en el territorio de lo que alguna vez quiso, pudo y supo ser la República Argentina.

Al hacer esta afirmación no me expreso como un ajeno a la incapacidad política de presentar algo mejor, lo digo siendo afiliado al Partido Autonomista de la Provincia de Buenos Aires con el énfasis de una crítica que, antes de dirigirse a los demás, cae sobre mí. 

Entonces repito que no estamos haciendo lo suficiente, que es preciso repensar nuestros modos de organización y alumbrar una nueva dirigencia que comprenda a la humildad como el puente hacia la grandeza; eso mismo que nunca entenderán tantos jinetes de caballitos de calesita que se marean de poder antes de siquiera rozarlo.

Pero -siempre hay un "pero" desde que Juan Jose Paso tomó la palabra en aquellas jornadas de Mayo-, es posible que para alumbrar una nueva dirigencia política, antes debamos definir una renovación de lo intelectual que revalore la humildad de respetar lo ya sabido sin perder por ello su rasgo esencial -como bien dijo aquella vez Aldo Rico- que es y debe ser la jactancia de la duda.

Porque lo trágico de este absurdo país es que no hace falta la brillantez creativa de inventarle nada para que lo sea todo: le alcanza y sobra con vivir como fue pensado por los constituyentes de 1853/60. Pero es tanta la desviación hacia la nada en la que se internó la Argentina que, entre otros disparates e imbecilidades de grueso tenor, la diputada nacional del Frente de Todos, Fernanda Vallejos afirmó -sin  perder por ello su banca ni ser internada en una casa para orates- que exportar alimentos es una maldición... Así de idiota está la Argentina.


El 12 de Octubre de 1880, al asumir la Presidencia de la Nación, Julio Argentino Roca sintetizó el sentido común de los mejores: "el secreto de nuestra prosperidad consiste en la conservación de la paz y el acatamiento absoluto a la Constitución; y no se necesitan seguramente las sobresalientes calidades de los hombres superiores para hacer un gobierno recto, honesto y progresista". Así de simple.

La Generación del 80 era "progresista" por buscar el progreso del país, todo lo contrario de los que hoy se dicen progresistas, empezando Alberto de la Fernández, el títere que hace las veces de presidente y que no acreditando ningún logro por el progreso del país tuvo el descaro de afirmar que "Un tipo que reivindica a Roca es solamente un pelotudo".


Confieso que a falta de horizonte político, como un irracional alivio a la irracionalidad de todos los días, cada tanto sueño con una insurrección espontánea. 

Imagino que un hecho de esos a los que nos acostumbramos, un día cualquiera detona el hartazgo y las ovejas se vuelven lobos feroces. Las muertes de Nerón, Calígula y Ceaușescu enseñan que es posible.

Y sí, me resulta una fantasía agradable que algunos protagonistas de la decadencia argentina terminen colgados en la Plaza de Mayo. Recuerdo en ello haber escrito estos versos en 2016: 

EL OFICIO DEL VERDUGO

Ahorraré las palabras 
que no dicen nada,
también las plegarias, 
ya que sus almas son sordas
y culpables sus miradas torvas.
Somos lo que trae la tormenta 
cuando ya nadie escarmienta,
el rayo y el trueno, 
la horca al desenfreno: 
la piedad, al fin de cuenta.


Por ahora sólo se oyen balidos...


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López









lunes, 18 de enero de 2021

DANZANDO AL BORDE DEL ABISMO, por Juan Carlos Neves




La posibilidad de que los tenebrosos personajes que nos gobiernan alcancen el poder total y puedan modificar la Constitución, torcer definitivamente el brazo de la justicia y sumirnos en un régimen bolivariano de tipo comunista venezolano es el escenario que más atormenta a una parte significativa de los argentinos, mientras un buen número de compatriotas cierra sus ojos y una minoría de aprovechados se solaza con la situación y se enriquece picoteando en los despojos de la nación con la avidez  de insaciables caranchos.

A fin de proveer algunas precisiones acerca de los riesgos reales  que nos amenazan quisiera compartir con ustedes algunos datos que hacen a las próximas elecciones. 

Con respecto a la posibilidad de  una reforma constitucional atendemos al Artículo 30 de  nuestra Carta Magna que dice textualmente: “La Constitución puede reformarse en el todo o en cualquiera de sus partes. La necesidad de reforma debe ser declarada por el Congreso con el voto de dos terceras partes, al menos, de sus miembros; pero no se efectuará sino por una Convención convocada al efecto”.

Ahora bien, en las elecciones legislativas del año 2021 se eligen 24 senadores en ocho provincias correspondiendo en cada una, dos senadores por el partido que gane la elección y uno por el que quede en segundo lugar.

El Frente para Todos y sus aliados suman en el bloque 43 votos de los 48 que constituyen los dos tercios del total de 72 senadores. En las ocho provincias en que se eligen senadores, a saber: Catamarca, Chubut, Corrientes, La Pampa, Tucumán, Córdoba, Mendoza y Santa Fe, el Frente para Todos tiene la mayoría en cinco de ellas  y la minoría en tres.   

Si ganara en todas las provincias sumaría tres senadores más lo que  no le permitiría llegar a los dos tercios. Si perdiera en las ocho disminuiría  su caudal en cinco senadores pero conservaría la mayoría que se alcanza con 37 votos. Es decir que no hay manera de que en esta Cámara el Frente para Todos  pierda la mayoría ni  alcance los dos tercios en esta elección, de modo que una reforma constitucional quedará para otra ocasión.  

El panorama en diputados tiene otras características. La Cámara suma 257 diputados que se renuevan por mitades. El Frente para Todos y sus aliados  tienen un bloque de 119 diputados y pondrán en juego 51. Para alcanzar los dos tercios deberían renovar los que finalizan su mandato y sumar 53 diputados más  y para alcanzar la mayoría  debería renovar y sumar 10 diputados más. Frente a esta realidad,  es sumamente improbable  que alcance los dos tercios pero podría alcanzar la mayoría si obtuviera una abrumadora victoria. Si bien el peligro de una reforma constitucional queda aventado, permanece  el riesgo de que el Frente para Todos alcance la mayoría en ambas Cámaras, lo que le daría la posibilidad de aprobar las leyes como un simple  trámite, dada la férrea disciplina partidaria que ejerce la conducción de esa fuerza.

La conclusión de estos datos numéricos es que la batalla más dura  y trascendente se dará en la elección de diputados nacionales. Aquí se presentan dos problemas para la oposición. El bloque mayor, que corresponde a Juntos por  el Cambio, pone en juego a 60 de su bloque de 116 diputados. Esta alianza obtuvo buena parte de sus legisladores en la exitosa elección del 2017 y su renovación será dificultosa luego de su insatisfactoria gestión de gobierno y su derrota en 2019.   

Por ello es  muy importante que surjan nuevas  y fuertes propuestas electorales que sean definidamente opositoras y que puedan atraer al electorado desencantado de Juntos  por el Cambio y al electorado frustrado por el desastre de la administración del Presidente Alberto Fernández y de su influyente y dañina Vicepresidente. 

También es  importante tener en cuenta que los candidatos de mitad de lista de Juntos  por el Cambio suelen ser producto de concesiones y acuerdos de conveniencia con poca convicción y confiabilidad.

Seguramente los primeros candidatos de las listas de otros partidos opositores serán los líderes mejor formados y preparados que presente cada fuerza y constituirán una mejor opción. 

Tampoco debemos olvidar que leyes tan injustas como la que impuso la nueva fórmula jubilatoria e inicuas como la que legalizó el crimen del aborto en Argentina contaron con el apoyo de algunos de los actuales mal llamados opositores. En el caso del aborto no puede dejar de mencionarse que treinta y ocho diputados del PRO y la UCR votaron por la afirmativa y que diez senadores de Juntos por el Cambio aportaron los votos  definitorios para alcanzar la mayoría  que permitió la promulgación de la  ley.  

Por ello consideramos que es la hora de terminar con el mito de la fatal caída en  la polarización y asumir que es necesario, importante y saludable, que el electorado acompañe las listas de nuevos partidos y coaliciones de centro derecha que aparecen con propuestas opositoras claras y definidas. Las hay con líneas de centro  derecha, cristianas, nacionalistas, pro vida y desarrollistas como presenta Nueva Unión Ciudadana y otras con programas de tendencia liberal. En todos los casos el énfasis debe ser puesto en que los candidatos sean confiables en su compromiso con la Constitución, el buen funcionamiento de la justicia, la persecución de los corruptos y el impulso a los emprendedores y al trabajo genuino, que terminará con la cultura del subsidio y los planes

La aparición de un bloque fuerte de centro derecha en el Congreso permitirá escuchar propuestas nuevas y puntos de vista renovados. Solo un cambio real y profundo podrá sacarnos de la frustración del fracaso reiterado que acompaña las políticas populistas de unos y las nefastas variantes de centro izquierda de los otros.

Les dejo una luz de esperanza. Somos muchos los que estamos trabajando en estas nuevas alternativas y con la ayuda de Dios esperamos sacar a la Argentina adelante contra todos los obstáculos que levantan las viejas y corruptas estructuras aferradas al poder y que nos mantienen  danzando al borde del abismo.

Buenos Aires, 17 de enero de 2021.

JUAN CARLOS NEVES
Presidente de NUEVA UNIÓN CIUDADANA
Coordinador Político de ENCENDER 
(Encuentro de Centro Derecha)

domingo, 3 de enero de 2021

PARADOJA AL TEOREMA DE BAGLINI




La muerte del Dr. Raúl Baglini demostrará lo perdurable de su pensamiento.  

Diez años atrás escribí en base al "Teorema de Baglini" un artículo en este mismo blog titulado "PEQUEÑA LECCIÓN PARA EL OPOSITOR RESPONSABLE".  

Hoy la triste y pusilánime cobardía de la oposición obliga a revisar ese postulado para recuperar audacia.

"Cuanto más lejos se está del poder, más irresponsables son los enunciados políticos; cuanto más cerca, más sensatos y razonables se vuelven" - Raúl Baglini.

Aquello que observó Baglini en 1986 no se observa en 2021, porque ahora la "oposición" muestra una irresponsabilidad distinta, carente de audacia y agresividad, desde que eligió ser comparsa del oficialismo en lugar de oposición.

Como "Paradoja al Teorema de Baglini" cuanto más se esfuerza Juntos por el Cargo por entender la sensatez en la oposición como una forma de complicidad con el gobierno, más se aleja del poder.

Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha.
Estado Libre Asociado de Vicente López