Macri en cuatro años los trajo de vuelta y potenciados. Un segundo período suyo hubiera sido lastimoso y el seguro retorno de los K todavía peor.
Demos gracias que el muy tibio y progre no les hizo el trabajo más completo.
Ahora hay que terminar de eliminar al intermediario amarillo para confrontar con el rojo.
Lo que nos lleva a la cuestión del tiempo.
El tiempo tenía vital importancia en vísperas de 2015, porque se percibía como la última oportunidad para recuperar la República. Y en efecto lo era.
Ahora, fracaso macrista mediante, ya está perdida y cuando se resiste desde la derrota más absoluta el tiempo no tiene importancia.La estrategia de resistencia política agonal es sin tiempo, porque los plazos aniquilan la esperanza al ahogarla en frustraciones.
Ya no digan que no somos Venezuela, porque eso es autoengañarse. Quizás no seamos la Venezuela de hoy, pero hay que mirar la de unos años atrás sin olvidar, al comparar, que cada país tiene sus propias circunstancias que lo hacen diferente.
Estamos vencidos. Y lo que es peor, todavía desorganizados para resistir con alguna efectividad.
La ruina material del país se profundiza desde la irracionalidad que alimenta al proyecto totalitario de corrupción estructural del kirchnerismo, cuyas bases culturales lejos de ser atacadas fueron preservadas por el interregno cambiemita.
El ser nacional está resquebrajado en una población aturdida por la incesante confusión. El argentino es un pueblo desmoralizado, con mucha gente que ya bajó los brazos y está esperando el fin de la pandemia para emigrar. Los jóvenes saben que el futuro no es acá. Lo saben, además de intuirlo. Lo cual es el mayor fracaso de mi generación, la que se desperdició en esta patética democracia fallida.
¿Argentina puede mejorar? Sí. En teoría y a muy largo plazo.
En la práctica nada indica que ello vaya a ocurrir.
Hoy el escenario y todos sus actores está firmemente orientado hacia el desastre; un desastre todavía mayor al presente y que ya se avizora en el horizonte.
Mientras sigamos hablando de cosas que no existen más, como el peronismo, o buscando rescatar algo de lo podrido por suponer que integrantes de la casta política pueden ser valiosos, más lejana será la posibilidad de ver una Argentina que quiera ser lo que debe ser.
Con todo el dolor de mi alma, con más de medio siglo a cuestas, creo que no veré otras glorias que las pasadas.
Serían bravatas vanas, discursos demagógicos o ilusiones futiles, vociferar que esto se corrige en el corto o mediano plazo. No. El daño institucional, la degradación cultural y la miseria intelectual que exhibe el país no se revierten apretando dos tuercas y girando suavemente el timón.
Sospecho que habrá que atravesar una de esas tormentas que tiñen las olas de sangre, porque cada tanto la Libertad exige ser conquistada de modo violento, acaso -hermosa palabra la palabra "acaso"- para asegurarse que quienes la pronuncian como grito sagrado demuestren merecerla. Así ha sido siempre, no encuentro razones para pensar que en el futuro ese tributo resulte menos oneroso. Y es que la historia impone severas multas a los pueblos que olvidan que la Libertad no es una gracia concedida, sino un merecimiento siempre a prueba.
Casi no guardo esperanzas. Una muerte elegante y poco más.
Pero hasta el último aliento seguiremos peleando. Por la inercia de haber abrazado el deber ser. Para ser lo que debemos ser incluso ya siendo nada, y por ese romanticismo del Cyrano de Ronstand apreciando la belleza de batirse, justamente, por nada.
Te pido un minuto de tu tiempo para recordar al patriota venezolano Oscar Pérez, y reflexionar en su memoria sobre el futuro argentino.
Que mejor suerte acompañe a los que luchen por la República.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha.
Estado Libre Asociado de Vicente López
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