La República Argentina seguirá siendo un país pendular, por ende errático y en consecuencia tan decadente como poco confiable, mientras no haga el sostenido esfuerzo de vivir bajo la irrestricta supremacía de la Constitución Nacional.
Un país que no cumple su Constitución es tan falto de honor como una persona que no cumple con su palabra. Por eso no es casualidad que la casta política que gobierna el país desde hace décadas sea un constante festival de mentiras y promesas incumplidas.
Asistimos a una campaña electoral donde no se discute lo esencial, al punto que ninguno de los candidatos con reales chances de presidir el país en el período 2019-2023 menciona siquiera la posibilidad de llevar adelante una reducción estructural y reforma funcional del Estado. De eso no se habla.
Quien esto escribe intentó un amparo contra el Decreto de Necesidad y Urgencia 641/2014 por el cual Cristina Fernández se inventó un Ministerio de Cultura, lo que me lleva a cuestionar que por la vía del DNU sucesivamente Mauricio Macri llevara el número de ministerios a una veintena, los redujera luego a la mitad y se anuncie ahora que Agroindustria volverá a ser ministerio.
Más allá de la falta de planificación y pensamiento estratégico, en la improvisación que demuestran esos pasos desde el 2015 hasta hoy no surge ningún impedimento al Poder Ejecutivo para seguir el normal trámite legislativo, y en cualquier caso ninguna urgencia habilita la pretensión de modificar de facto -a través de un decreto que busca la alternativa de una vía de excepción-, la Ley de Ministerios que, considerada especial por mandato expreso de la propia Constitución Nacional establecido en el Artículo 100, debe determinar el número y competencia de los ministros.
Con la consideración de esa ley especial subrayan los constituyentes que no han querido dejar librado al arbitrio del Presidente de la Nación, ni del Jefe de Gabinete, la decisión sobre el número y competencia de los ministros del Poder Ejecutivo.
Esta nueva decisión que será anunciada en la Rural por el propio Presidente, claramente enmarcada en la campaña proselitista del oficialismo para buscar consolidar el voto del campo, implica además una grotesca paradoja: a pocos días de anunciar festejos por los 25 años de la reforma constitucional de 1994 (leer nota: MEDALLAS PARA PATÁN), el Presidente Macri va a ratificar con su DNU la voluntad de la casta política de continuar gobernando sin respetar la Constitución Nacional.
Sin una clase dirigente responsable, sin ciudadanía comprometida con los principios y valores de la Constitución Nacional, seguirá pronunciándose el daño institucional, la degradación cultural y la merma intelectual de los argentinos.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López
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