Eugenio Burzaco, Secretario de Seguridad de la Nación. |
El 28 de Febrero de 2019, el diario La Nación publica una apología de la gestión en seguridad del actual gobierno que, autoría del Secretario de Seguridad Eugenio Burzaco, se titula:"La imperiosa necesidad de dar la batalla contra el narcotráfico".
Con el primer párrafo, al afirmar Burzaco que: "Por primera vez en la historia, un presidente argentino decide poner como eje de su administración la lucha contra el crimen organizado, en especial el narcotráfico", queda en evidencia que la gestión CAMBIEMOS interpreta que el narcotráfico es la principal amenaza a la seguridad de los argentinos, enfoque que no comparto y merece debatirse abiertamente.
Conforme surge de nuestro ordenamiento legal, el concepto de la seguridad está vinculado a la efectiva garantía del estilo de vida propiciado por la Constitución Nacional. Es claro, en mi opinión, que tras doce años de régimen kirchnerista intentando consolidar un proyecto totalitario de corrupción estructural, que a punto estuvo de obtener su perpetuación en las urnas (peligro que no ha cesado), la principal amenaza sobre la seguridad no resulta del crimen organizado, incluyendo al narcotráfico, sino de la gran cantidad de personas que no tienen ningún interés en vivir bajo la irrestricta supremacía de la Constitución Nacional, manifestando incluso una franca oposición a ella.
Y esta diferencia conceptual no es menor, porque el crecimiento del narcotráfico ha sido consecuencia de un régimen que estaba ideológica y materialmente dedicado a socavar la Constitución Nacional. Enfocarse en derrotar al narcotráfico sin entender que se trata de un emergente de una cultura implantada, a fuerza de adoctrinamiento y control social, para vaciar de contenido a la República, es paliar el síntoma sin atacar la enfermedad.
Algo de esto pareciera llegar a entrever Burzaco cuando, en el segundo párrafo, afirma que "El Estado de Derecho y las instituciones también sintieron el impacto de años de inacción y connivencia", pero el uso del "también" demuestra que no termina de entender la diferencia entre causa y efecto.
Por eso vuelve a poner al narcotráfico en el centro de la escena, al decir que: "De todos los vínculos que conectan narcotráfico y crimen organizado la estrecha relación con la corrupción es quizá la más natural y simbiótica, la que más daño hace al Estado". Y esa apreciación sobre la presencia narco como el mayor daño al Estado, que podría aplicarse a cualquier país medianamente consolidado en sus instituciones, no es suficiente para describir la magnitud política que tiene la inseguridad en Argentina.
Quiero ser enfático: El nuestro es un país donde no hay consenso social básico para diferenciar el bien del mal; ya que buena parte de la población justifica una amplia variedad de delitos con la intención de imponer un proyecto político contrario a los valores, principios y disposiciones de la Constitución Nacional.
La grieta es moral. Y peligrosa, porque separa estilos de vida absolutamente incompatibles. Pero tan real como ineludible es necesario resolverla lo antes posible con la mayor determinación en defensa del orden constitucional. Es utópico aspirar a definir políticas de Estado sobre seguridad sin prevalencia en la moral social del bien sobre el mal.
Marcada esta diferencia de enfoque conceptual con el gobierno, corresponde admitir que aún yendo sobre los efectos, la sola voluntad de combatir al delito le permite al Presidente Mauricio Macri, por medio de su ministro de Seguridad Patricia Bullrich, exhibir una serie de logros que marcan un contraste positivo frente al kirchnerismo. Algo que he puntualizado y repetido muchas veces, pero como aplaudidores sobran no hace falta lo reitere.
Son esos mismos logros que ensalza Burzaco, con datos que dan cuenta de grandes decomisos; pero esas cifras también indican que el aluvión de drogas sobre la Argentina no se detiene, a pesar de la curiosa falta de ingenio que parece afectar a los narcos que operan en nuestro territorio; una rareza frente a la mutabilidad como característica del delito...
En torno a ello hay preguntas incómodas que el gobierno debería hacerse y no se hace. Y en esa curiosa falta de curiosidad, es donde salta que Eugenio Burzaco miente al presumir que "se fortalecieron la investigación y la inteligencia criminal".
Que se fortaleció la investigación criminal es algo que, no voy a discutir; lo demuestran esos mismos datos que cita el Secretario. En cambio no resiste ninguna prueba de la verdad tirar así, como sanata a la pasada, que se ha fortalecido la Inteligencia Criminal. Eso no es cierto, y no es cuestión de apreciación. Miente Burzaco en un ítem de gestión donde mejor le convenía un saludable silencio, acaso (hermosa palabra la palabra "acaso") un silencio de reflexión autocrítica.
La Dirección Nacional de Inteligencia Criminal (DNIC) permanece acéfala desde el inicio de la gestión Bullrich. Y durante casi dos años fue un área bajo responsabilidad del propio Burzaco, a la que no supo sanear, ni encarrilar, ni potenciar. Un fracaso continuado luego por el pase de la DNIC a la órbita de Gerardo Milman, quien no parece haber encontrado la fórmula de la Inteligencia Criminal en ningún artículo del Rincón del Vago.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha.
Estado Libre Asociado de Vicente López
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