En el día de la Primavera y contabilizando 94 falleció el Señor Alfredo Boysen, compañero del Ateneo Alberdi de Vicente López y un Caballero de convicciones liberales.
Mi recuerdo y mi homenaje con esta foto del 28 de Mayo de 2013, en la Plaza Vicente López durante el acto conmemorativo del Combate de Manchalá. Pueden verlo en primera línea, con campera roja.
Muchas veces desde entonces le agradecí su presencia porque ese día fue especialmente difícil. Una serie de obstáculos hizo peligrar la realización del acto y verlo ahí, como el mayor de todos los presentes era inspirador. Los diarios de Buenos Aires publicados el 29 de Mayo de 2013 dan cuenta del temporal que, con truenos, lluvia y granizo cayó durante la tarde del 28.
También habíamos recibido unas cuantas amenazas; y digo amenazas, no "memes".
Pero ni el clima ni las amenazas hicieron desistir de conservar la memoria a un puñado de ciudadanos comprometidos con la resistencia al régimen, principiando por Alfredo Boysen, quien se acercaba entonces a los 90, conservando temple y fortaleza para decir presente.
Como entonces, como siempre, Alfredo Boysen seguirá estando presente.
José Luis Espert, Nazareno Etchepare y Ricardo López Murphy.
De cara a las elecciones del 2019 quisiera poder hacer comprender a la diáspora liberal que estamos tan mal parados políticamente y faltos de organización como lo estuvimos durante el régimen kirchnerista.
Aportamos en forma individual a CAMBIEMOS para poner fin al régimen, pero es claro que la dispersión nos debilita y nadie más que nosotros mismos puede representar nuestras ideas. La fantasía de un giro liberal de la política a fuerza de racionalidad impuesta por la realidad, no es algo que haya ocurrido; ni ocurrirá. Estos casi tres años de gobierno amarillo lo demuestran claramente. Si no activamos políticamente haciendo algo distinto de lo que hicimos hasta ahora, seguiremos siendo analistas de platea en lugar protagonistas del juego.
A pesar de varios intentos y proyectos en curso, no tenemos constituido y funcionando un partido político habilitado para el juego electoral que sea estrictamente liberal. Ni nacional ni provincial y tampoco municipal. Esa falencia es obra y gracia de la poca tolerancia que nos profesamos entre liberales. La paradoja de la gran virtud liberal que mata el "liberalómetro"...
Sin esa organización y a un año de las elecciones nuestras opciones se reducen drásticamente. CAMBIEMOS ya no es una alternativa de primera mano sino otra cosa: lo malo que podemos llegar a preferir frente a lo peor que representa el kirchnerismo y el resto de la izquierda. No más que eso.
Nuestro capital político, a falta de organización política, se limita a la existencia de algunos pocos nombres de trascendencia pública que medianamente, suscitando mayor o menor entusiasmo, nos representan genéricamente: Ricardo López Murphy y José Luis Espert, principalmente, pero ninguno de ellos -ni tampoco otros como Javier Milei- dedican a la construcción política el considerable esfuerzo que ella requiere. Espert porque nunca evidenció interés por la lucha política y López Murphy porque, posiblemente, entienda que ya dio sus peleas y conoce como muy pocos el desgaste que significa protagonizar una campaña presidencial.
Sin que ellos tomen un compromiso activo con la política difícilmente el liberalismo vaya a salir de su dispersión estéril.Como primera opción, habrá que convencerlos que esa es la exigencia de la hora que cae sobre ellos. Si no son ellos serán otros nombres, pero obviamente no será lo mismo.
Así las cosas, desde el Partido Autonomista de la Provincia de Buenos Aires, me permito proponer un curso de acción:
De cara a las elecciones 2019 los liberales debemos centrarnos en objetivos posibles, olvidemos cualquier figuración en la disputa por cargos ejecutivos, (no estamos invitados a participar de ese juego ni tenemos con qué), pero sí podríamos integrar listas de diputados nacionales y legisladores provinciales. Si presentamos una lista con Ricardo López Murphy como primer candidato a Diputado Nacional en Provincia de Buenos Aires y otra encabezada por José Luis Espert en Capital Federal, es seguro que obtendríamos varios escaños, por arrastre también en las legislaturas bonaerense y porteña.
Obtener representación parlamentaria, algo de lo que hoy carecemos completamente, es posible. Y podríamos obtenerla en un número interesante para lo que va a ser la futura composición del Congreso, lo que obligaría a que quienes gobiernen nos tomen en cuenta, cosa que hoy no pasa.
No vamos a hacer un país liberal con la elección del 2019, pero vean: ¿no sería un avance notable tener un bloque de diputados nacionales liderado por Ricardo López Murphy? Bancas liberales en una bancada todavía más amplia del centro a la derecha.
Si la política es el arte de lo posible, hagamos lo posible.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.
Partido Autonomista de la Provincia de Buenos Aires
–¿Cómo califica la actuación de Patricia Bullrich en el caso Maldonado?
–Desacertada para su responsabilidad. Bullrich fue la vocera de una decisión que vino de lo más alto del Gobierno. Intuyo que cuando habló en el Senado o en las entrevistas estaba transmitiendo lo que decidió Macri. Pedir la renuncia de Bullrich es cambiar algo para que nada cambie. Macri no cree en el Estado porque su familia hizo su fortuna siendo parte de “los De Vido”, estando del otro lado del mostrador. Construyó su fortuna negociando con un Estado corrupto. Debe de pensar que todos somos comprables.
Desde mi renuncia, fundada en razones éticas, profesionales y políticas, mantuve en las críticas a la gestión de Patricia Bullrich una mirada comprensiva del contexto en su rol como ministro. Quienquiera que se tome el trabajo de leer mis artículos podrá corroborarlo. He mantenido proporciones de cal y arena para la crítica constructiva, aunque me fuera reprochado por amigos que juzgaban ese proceder como un exceso de moderación de mi parte o lealtad no correspondida.
El punto es que tanto mi renuncia como el objetivo al que se orientan mis críticas no persiguen obtener satisfacción personal, sino corregir defectos para mejorar la gestión del Ministerio de Seguridad de la Nación.
Al presente algunas cosas han cambiado. Por lo pronto, la complejidad política de CAMBIEMOS ya no es un atenuante para juzgar la gestión de la ministro, puesto que no es más la presidente de un partido integrante de la alianza gobernante, con las tensiones que ello implicaba y aspiraciones de constituirse en partido de carácter nacional, sino que resignando identidad, fusión mediante de Unión Por la Libertad (UPL) con el partido de Mauricio Macri, Patricia Bullrich es ahora otra chica PRO. Y esa claudicación, que privilegia la ambición personal por sobre las convicciones políticas, no es un dato menor. No es otro salto de partido lo que cabe cuestionar a Bullrich, sino que sean tan mezquinas y pobres las razones que la llevaron a proyectarse con la garrocha.
Con su traje amarillo hepatitis puesto, Patricia Bullrich se mimetiza en los vicios e incoherencias del PRO como expresión política del progresismo, eso que como bien define José Luis Espert es kirchnerismo con buenos modales.
Así, en paralelo, es notorio que el Ministerio de Seguridad de la Nación apunta con decidido entusiasmo para mamarracho desde el momento en que Gerardo Milman fue ungido Jefe de Gabinete por Patricia Bullrich, en reemplazo de Pablo Nocetti. Milman, además, ha pasado a ser el ladero político de Bullrich en la Provincia de Buenos Aires, relegando a Luis Green.
La consecuente degradación de la gestión se pudo apreciar el 19 de Septiembre de 2018 cuando, en compañía de Milman y del ministro de seguridad de la Provincia de Santa Fe Maximiliano Pullaro, Bullrich fue a Rosario para mostrarse en la cancha de fútbol del club Amistad de Las Flores, que días antes había sido escenario de una balacera mientras los chicos jugaban al fútbol.
Milman, Bullrich y Pullaro en Las Flores, una postal del clientelismo de la inseguridad.
Allí la ministro, que lo es desde hace casi tres años, manifestó su adhesión al proyecto del concejal de CAMBIEMOS Gabriel Chumpitaz para declarar a Rosario en "emergencia de seguridad". Lo que configura un triste y patético reconocimento del fracaso, teniendo en cuenta que no fueron pocas las advertencias que recibió Bullrich sobre los desaciertos nacionales y provinciales respecto de la seguridad de Rosario; incluyendo una muy explícita nota de mi autoría: "ROSARIO, LA SUMA DE TODOS LOS MALES".
Rosario demuestra que el clientelismo de la inseguridad es la práctica miserable y demagógica consistente en ignorar cuestiones técnicas básicas, en función de lo cual los males previsibles ocurren de tal modo que los funcionarios aparezcan luego llevando el parche que hace las veces de solución.
Y allí mismo, tuvo Bullrich el poco tino de decir que "la inteligencia criminal hizo que cada día conozcamos más a las bandas y al narcotráfico", afirmación ridícula cuando por su exclusiva voluntad y decisión la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal (DNIC) se encuentra acéfala desde el comienzo de su gestión; caracterizada la misma por la falta de Inteligencia Criminal
Del mismo modo en que Patricia Bullrich no entiende la problemática criminal de la Provincia de Santa Fe y de Rosario en particular, tampoco interpreta el conflicto RAM que se desarrolla en el sur. Y este es otro punto en el cual el reemplazo de Nocetti por Milman deja ver un cobarde repliegue en favor del progresismo.
Desde el vamos la actuación del Ministerio de Seguridad en el sur ha recibido muchas críticas, que pueden clasificarse en dos categorias: racionales e irracionales. Las críticas racionales apuntan a lograr un mejor desempeño de los recursos estatales en procura de garantizar el estilo de vida propiciado por la Constitución Nacional (he escrito varias notas en esa línea: "LA LEY DE LA PATRIA" e "¡INTELIGENCIA!, O SANGRE", entre otras), las críticas irracionales, obviamente contra toda lógica, apuntan al desconocimiento de la Constitución Nacional en función de los intereses de la izquierda antidemocrática y negadora de la soberanía argentina.
El paroxismo de esa irracionalidad zurdo kirchnerista se alcanzó desde la inercia mentirosa del régimen difunto que, basado en la estafa de los 30.000 desaparecidos, intentó volver a prevalecer sobre la realidad con la construcción de la "desaparición forzada de Santiago Maldonado", algo que subsiste en los más fanáticos a pesar de la autopsia matando al relato. El primer reclamo surgido de esa irracionalidad fue pedir la renuncia de Patricia Bullrich, por tener el coraje de "bancar" a los gendarmes como muy pocos políticos lo hubieran hecho. Pero no obstante ese coraje, Patricia Bullrich en su condición de ministro no llegó a comprender cabalmente el conflicto RAM y, en lo que es la constante de su gestión, decidió mantenerse a la espera de los hechos y contentarse con la demagogia del espasmo. Lo cual es una manifestación evidente de su total desprecio por contar con el apoyo de Inteligencia Criminal.
Ahora, el mismo 19 de Septiembre, el Ministerio de Seguridad completa su salto al mamarracho con la contratación de Florencia Arietto como asesora de la Unidad Ministro.
Arietto no solamente se sumó a la campaña por Santiago Maldonado y criticó a Bullrich por aquello en lo que merecía elogio, sino que como demuestra el siguiente tweet, no interpreta ni remotamente que lo que está en juego no es la propiedad de la tierra sino la supremacía del Derecho Argentino por sobre un orden jurídico primitivo, el Az-Mapu, esgrimido por la izquierda disfrazada de mapuche como ataque a la soberanía nacional:
Vengo repitiendo que el gobierno no entiende la dinámica del conflicto RAM, y con contrataciones como la de Florencia Arietto es obvio que va a seguir sin entender. Y ese, aunque suficiente, no es el único antecedente que hace cuestionable la contratación de Arietto, repasemos algunos otros:
Entre el cambio votado en 2015 y el pensamiento de Florencia Arietto hay una evidente incompatibilidad. Era tanta la distancia que resulta curiosa esta abrupta incorporación panquequeada (si vale la expresión) desde el Frente Renovador, porque allá por el 2014 los jóvenes del PRO acusaban de panqueque a Sergio Massa y lo manifestaban repartiendo panqueques en la Plaza de Mayo, pero claro, la cuestión no sería el panqueque sino a quien alimenta...
Allá lejos en el 2014, el PRO repudiaba los panqueques.
Es difícil entender qué puede aportarle Arietto al Ministerio de Seguridad de la Nación en tiempos de CAMBIEMOS. El único punto por el que podría tener algún sentido su incorporación sería el de la violencia en el fútbol, tema que le dio trascendencia pública a su paso por Independiente, pero ese es justamente uno de los puntos fuertes de la gestión de Patricia Bullrich a través del buen trabajo que viene realizando Guillermo Madero. No es por ahí la cosa.
Descartada la afinidad ideológica o el aporte técnico, la incorporación de Arietto tampoco se explica por la política ya que no resulta de un acuerdo entre el partido gobernante y alguna otra fuerza de peso, sino que se reduce a una mera contratación individual. La causa de esa contratación hay que buscarla por lo bajo, en la politiquería.
Patricia Bullrich tiene un largo historial de enfrentamientos con Hugo Moyano y por ese lado viene la contratación de Arietto. Que Bullrich quiere ver preso a Moyano no es ningún secreto, que buena parte del gobierno quiere lo mismo, tampoco. Digamos también que Moyano no es Cristina Fernández: para CAMBIEMOS es más útil preso que libre; y eso marca la diferencia entre la política y la politiquería.
Incorporando a Arietto como una especie de Juana de Arco del ascenso, Patricia Bullrich se fortalece en su rol de Juana de Arco de la primera, porque lejos del éxito el slogan de narcotráfico cero o fronteras seguras, lejos de pacificar Rosario (y hasta pidiendo que la declaren en emergencia), sin entender lo que se juega en el conflicto RAM, exhibe lo único que puede exhibir: una nueva cruzada desde su voluntad hecha voluntarismo personalista. Porque no es que Arietto pueda obrar o aportar de manera relevante para que Moyano vaya preso, más aún se supone que eso lo haría igual sin ser funcionaria (se supone); le sirve a Patricia Bullrich para mostrar que es la que tiene la sartén por el mango ofreciéndole un panqueque a Mauricio Macri en las narices de Sergio Massa... Politiquería.
Sabe además, Patricia Bullrich, que mientras la economía siga siendo un desastre y la oposición mantenga la irracionalidad argumental del zurdokirchnerismo, contrapesada con el fanatismo amarillo, crecerán sus chances de ir como Vicepresidente en la fórmula para la reelección de Mauricio Macri. Y que mientras las fuerzas de seguridad, obrando por propia cuenta, conserven las apariencias de país administrado y no estalle ningún escándalo, el mamarracho en que se está convirtiendo el Ministerio de Seguridad de la Nación seguirá siendo algo de lo que no se hable en la prensa; entre otras razones por la inexistencia de un periodismo especializado en seguridad.
Ciertamente Hugo Moyano no es ningún santo, pero que aparezca como objetivo prioritario del Ministerio de Seguridad es algo que sólo pueden aplaudir los cambiemitas furiosos, que además de sapos comen panqueques, todo con la misma fruición.
Una buena razón para recordarles a muchos "chicos PRO" que compartimos la resistencia al régimen K porque buscábamos terminar con el fanatismo, no cambiarlo de color...
La contratación de Florencia Arietto, al fin de cuentas, es apenas un detalle comparado con nombramientos que no quedan a la vista pública. Pero tomando sus propias palabras, y el prejuicio que ellas encierran, bien podríamos imaginar a Mauricio Macri comiendo un panqueque, servido por Patricia Bullrich tras hacerle dar una voltereta por el aire a un manijazo de sartén, y decir algo así como: "Me encanta el sabor de los panqueques en la mañana, saben a victoria, o a Florencia, como sea... me confirma que todos somos comprables".
No diremos si unos 70.000 pesos por mes es caro o barato, en cualquier caso es penoso que ahora todos sepamos cual es el precio que le puso a sus convicciones Florencia Arietto. Y todavía más penoso cuando es intenta justificarse diciendo que sostiene todo lo que dijo públicamente, pretendiendo con ello que la ministro Bullrich la convoca, justamente, porque piensa distinto en muchas cosas y eso mejora las acciones. Como excusa suena bien, pero si algo no se valora en la actual gestión del Ministerio de Seguridad es pensar distinto; y puedo acreditarlo.
Se cumplió un nuevo aniversario de la Batalla de Curupaytí, 22 de Septiembre de 1866, durante la Guerra del Paraguay.
Allí cayó el bravo Capitán Domingo Fidel Sarmiento, el mismo día en que escribiera a su madre una carta en la que decía que morir por la Patria es vivir por siempre.
Este 22 de Septiembre propuse pasar por el cementerio de la Recoleta y dejar dos flores: una en la tumba del Capitán Sarmiento y la otra en el Panteón de los Guerreros del Paraguay.
No se trató de un homenaje público, un acto, discursos. Nada de eso. Se trató de algo íntimo, personal, entre cada uno de los que fuimos a dejar esas dos flores y la historia. Porque al esplendor alcanzado por la Generación del 80, lo precedió el entendimiento de la Patria como algo tan trascendente que, cual dijera el Capitán Domingo Fidel Sarmiento, morir por ella es vivir por siempre.
Los hombres de la generación del 80 fueron los jóvenes que combatieron en la Guerra del Paraguay, soldados profesionales como Julio Argentino Roca, soldados voluntarios como Leandro Alem, unidos por la misma convicción patriótica sintetizada por el bravo Martín Viñales quien, tras ser herido en Curupaytí, dijo al saber que le amputarían un brazo: “Poca cosa, la Patria merece más”.
Hicieron un gran país; y las odiosas comparaciones me ahorran largos párrafos.
Un clásico de la locura, en su versión delirio de grandeza, ha sido creerse Napoleón Bonaparte. El cliché del loco que asume la identidad del Emperador lo hemos visto repetirse en películas, series, dibujos animados, historietas y programas cómicos.
Podemos reírnos, pero muy en el fondo sabemos que si jugamos tan sólo a poner una mano detrás y otra delante, quisiéramos conquistar el mundo...
Ahora bien, ¿qué pasaría si en lugar de un loco que se cree Napoleón, nos encontrásemos con dos que disputan el puesto y otros cientos, miles de locos, creyéndose soldados y siguiéndoles el juego en uniformes de época, volviendo a marchar sobre Waterloo para luchar a sus órdenes por la gloria de Francia?
Eso es ni más ni menos lo que nos ofrece Netflix con "BEING NAPOLEÓN", el documental que registra la recreación de la Batalla de Waterloo en 2015, 200 años después de haber sido librada.
El recreacionismo histórico consiste en adultos tomándose muy en serio los juegos de niños. Y así sobre el filo que divide lo sublime de lo grotesco aflora algo conmovedor a lo largo del documental, una pasión por la historia que va más allá del homenaje e intenta convertirse en un déjà vu. No es simplemente reproducir una escena o montar un acto, es el orgullo de una identidad nacional en la búsqueda imposible de sentir eso mismo que sintieron los verdaderos protagonistas de la historia. Ese es el punto: sabiendo que todo es falso buscar un sentimiento verdadero como lamentando no haber estado ahí.
Entonces llega un punto en que un espectador lejano, del hemisferio sur, a 200 años de distancia y con un océano por medio, admira el esfuerzo de esos locos por satisfacer su locura al punto de comprender sus lágrimas, y acaso, hermosa palabra la palabra "acaso", en algún momento sentirse al borde de compartirlas.
En Abril del 2015 la radiografía de la cultura institucional realizada por Poliarquía Consultores e IDEA Internacional (Institute for Democracy and Electoral Assistance), daba la pauta del principal problema de la Argentina al señalar que el 79% de los habitantes percibía que la mayor parte del tiempo se vive fuera de la ley. Potenciado ese estado de salvajismo por la preocupante discordia que implicaba el 73% de los consultados asegurando que: no hay consenso social en distinguir aquello que está bien de lo que está mal.
No me consta que esa encuesta se haya actualizado al presente, pero difícilmente los datos hayan variado mucho en el tiempo transcurrido desde entonces a hoy. Así lo ratifica la sola imagen del Deshonorable Aguantadero de la Nación, antiguamente conocido como Senado de la República Argentina, en cuyas opacas bancas encuentran asilo para evitar ir a la prisión dos ex presidentes de la Nación, Carlos Ménem y Cristina Fernández de Kirchner. Por no mencionar el caso de otro, Adolfo Rodríguez Saa, que siendo Presidente suspendió irresponsablemente el pago de la deuda externa y con la misma irresponsabilidad se desentendió del desmadre huyendo igual que rata por tirante.
Si el régimen kirchnerista logró retrotraer la Argentina a discusiones preconstitucionales, el gobierno de CAMBIEMOS -eligiendo la kontinuidad cultural- eludió dar la batalla en la centralidad del problema argentino. A tal punto que alrededor del procesamiento de CFK se hace evidente que nuestra sociedad sigue sin tener siquiera un consenso básico para diferenciar el bien del mal. Muchos, de aquel 54% que llegó ostentar en las urnas el kirchnerismo, siguen creyendo que robar está bien y lo justifican. Y esto no significa que en el restante 46% todos sean devotos de la honestidad.
El conjunto de nuestros senadores, personajes sin brillo ni convicciones republicanas, es representativo de la casta política antes que de las provincias a las que deberían representar. Ese Senado de pobres argumentaciones y fuertes intereses, por la sola inercia de la institución sobre la mediocridad de sus miembros, volverá a tener en sus manos la posibilidad de enmendar su larga complicidad con la impunidad. Veremos entonces, a falta de otra encuesta sobre el consenso social, si al tratar el nuevo pedido de desafuero de Fernández hay consenso entre los senadores para distinguir aquello que está bien de lo que está mal; o si todo seguirá siendo lo mismo.
En relación a la seguridad vengo sosteniendo que el principal problema en Argentina no es el narcotráfico ni la corrupción, sino aquello que favorece esas y otras actividades criminales: demasiada gente que no desea vivir bajo la irrestricta supremacía de la Constitución Nacional.
No solamente es el principal problema de la seguridad, es "el problema de la Argentina". Cualquier país habitado por personas sin conciencia cívica se expone a oscilar entre la demagogia, la anarquía y la dictadura. Argentina, con su larga decadencia es prueba de ello.
Cuando se pierde la racionalidad de pensar al país desde su Constitución Nacional hasta la misma idea de Patria se vuelve difusa, e incluso peligrosa, susceptible de ser desvirtuada como intentó el régimen durante su década infame. Y no puede haber patriotismo ni racionalidad constitucional cuando los senadores consienten que sus bancas se deshonren, poniendo a políticos corruptos en situaciones de privilegio por encima de la división de poderes y del más elemental sentido de la honestidad.
Hace años que Argentina discute sus problemas sin resolverlos y agravándolos para pasarlos de generación en generación. Lo triste, es que obra el país como esas personas que buscan sus anteojos cuando los tienen en la mano. La Argentina comenzó a soñarse cuando Don Vicente López y Planes escribió el "Oíd mortales", fue pensada con la Constitución de 1853 y se puso en práctica con la Generación del 80: evitemos buscar soluciones desde la alquimia mágica porque la Constitución Nacional la tenemos en la mano.
Entonces dejémonos de joder con las interpretaciones retorcidas de las cláusulas constitucionales, fruto del garantismo mal entendido que venimos padeciendo por influencia de Zaffaroni y compañía, la ley debe ser interpretada para proteger la honestidad pública, porque en definitiva es la vida del honesto habitante la que hay que garantizar y no el medio de vida ilícito del delincuente; por muy presidente que haya sido.
Justificar la corrupción política, decanta siempre e inevitablemente en inseguridad pública. Hay que ser ideológicamente un parásito para frente al delincuente que se lleva el fruto del esfuerzo ajeno o sencillamente la propiedad ajena, imponer que la única reacción que deja la interpretación de la ley sea la resignación.
Cuando un político corrupto se sale con la suya, también ampara a delincuentes lúmpenes que, lejos de robar millones a sola firma y sonreír impunes en afiches electorales, no vacilan en matar por lo mínimo. De allí que sea para celebrar que un juicio por jurados le haya devuelto algo de sentido común a la interpretación de la legítima defensa.
La igualdad ante la ley no es matemática, es igualdad en igualdad de circunstancias, y entre el delincuente que perpetra un acto delictivo y el honesto que reacciona no hay ni puede haber igualdad de circunstancias. El víctimario sigue siendo victimario y la víctima sigue siendo víctima, incluso cuando mate al victimario.
El mismo sentido común, aplica para el caso de las inmunidades legislativas; no las pusieron ahí los constituyentes como un absoluto para que políticos corruptos queden impunes, sino confiando en la honorabilidad de cada Cámara. Esa cámara que, debiendo ser Alta (en todo el sentido de la expresión) elige -por no distinguir el bien del mal- el rastrero desatino de ser el Deshonorable Aguntadero de la Nación.
La pus causa asco desde su propia definición como esa viscosidad que secreta el cuerpo producto de alguna infección. Hay en la naturaleza repulsiva de la pus una apelación al instinto de supervivencia, ya que con esa desagradable anomalía el organismo expone su enfermedad y por ende la necesidad de cura. Desatender esa advertencia puede acarrear padecimientos más allá de lo repugnante.
El párrafo que inicia esta nota, bien podría ser el comienzo de un cuento de terror sobre alguien que, por ignorar una pequeña supuración de pus y negándose a todo tratamiento comienza a transformarse en una criatura horrible, haciendo incomprensibles esfuerzos por ocultar bajo las ropas los derrames de su pestilencia. Podría ser alguien como Al Capone, que murió de sífilis por miedo a las agujas hipodérmicas, o podría ser una alegoría de la Nación Argentina.
Ahora bien, dejando la literatura sobre lo horroroso para los amantes de Stephen King, sería seguramente largo y posiblemente vano intentar dilucidar en qué momento de su historia la Nación Argentina comenzó a supurar pus. Nunca fue un país gobernado por la santidad de los ángeles, sino por hombres de intereses y pasiones terrenales. por lo que ya antes de constituirse como República la Nación había examinado con sus propios dedos esa pegajosa inmundicia de la corrupción.
Podríamos sostener que más sano que enfermo, el cuerpo social de la Argentina conoció la pus y en alguna medida la toleró, con excusas varias, siempre y cuando mantuviera esa "medida"; porque excedida despertaba reacciones violentas, motines, revoluciones, golpes de Estado. Esas reacciones podían ser placebos y más de lo mismo, pero daban cuenta de una cierta necesidad moral de no ignorar la pus, de hacer algo frente a ella.
Así como sería difícil señalar la primera pus del país, es fácil ponerle fecha al momento en que la Argentina comenzó a ignorar la pus: 25 de Mayo del 2003. Y al día siguiente de la asunción de Néstor Kirchner, el tirano Fidel Castro, el mismo que comandó hordas de terroristas contra las libertades argentinas, daba un discurso en la Facultad de Derecho de la UBA. Sin que un francotirador hiciera justicia, sin que se alzaran voces indignadas por la pus discursiva del dictador. El país, escaldado por la crisis del 2001, mansa y cobardemente se entregaba a los mismos enemigos que en los años de plomo había vencido por las armas. Otra vez disfrazados de peronistas estaban en el gobierno con un plan de corrupción estructural que exigía, como requisito indispensable, falsear la historia desde una elaborada desmemoria colectiva.
Vivimos entonces la pesadilla de Orwell aceptando que la pus era sopa y que los terroristas eran víctimas por las que los argentinos debíamos sentir culpa, y pagar. "Roban pero encarcelan", supo definir Jorge Asís la dinámica de ese proceso que significó, además de presos políticos que hoy siguen presos, profundizar el daño institucional, la degradación cultural y hasta la merma intelectual de los argentinos, con el único fin de aunar la suma del poder público. Subvertidos los valores, la propia muerte de Néstor Kirchner sirvió para consolidar al régimen en la figura de Cristina Fernández. Entonces, stalinistas como Diana Conti se sacaban el disfraz peronista bregando por una "Cristina eterna"; la pus de corrupción y totalitarismo chorreaba en los discursos por cadena nacional y la impunidad creciente tornaba desprolijos los métodos del saqueo. La estafa se hizo notar para muchos cuando, además de al parricida, vieron que las madres de los terroristas eran un montón de chorras lucrando con las viviendas de los pobres.
Al fin, una parte de la Argentina comenzó a sentir que la sopa en tanto tenía aroma a pus, consistencia de pus y apariencia de pus, como dejaba en el paladar gusto a pus no podía ser otra cosa más que pus, por lo que con la consiguiente y fenomenal arcada se recuperó parte -no toda- de la memoria republicana.
La Argentina, desde su tardía reacción republicana hasta ahora va entendiendo que la inmunda secreción largamente ignorada hizo que la ropa se pegara al cuero, por lo que todo lo que se descubre desgaja piel y deja correr borbotones de pus sobre la carne viva y dolorida. Desde luego, todavía hay quienes quieren seguir creyendo que la pus es sopa; o flan.
El mismo gobierno votado en el 2015, se negó a creer que la pus era pus. Mauricio Macri creyó que la enfermedad era tan superficial como para ponerse a bailar ni bien recibió el bastón de mando y, todavía hoy, no cobra conciencia que hay que ir decidido con el bisturí hasta la médula para extirpar el foco infeccioso, ni la centralidad que tiene en esto la batalla cultural contra la dominación marxista.
Cualquier país habitado por personas sin conciencia cívica se expone a oscilar entre la demagogia, la anarquía y la dictadura. La envilecida Argentina a la que en su década infame del régimen K le impuso la selectividad comunista de la memoria y el olvido, es prueba de ello. Porque al perder la racionalidad de pensar al país desde su Constitución Nacional la idea de Patria se vuelve difusa y la democracia como la República son palabras que pierden significado hasta quedar huecas.
Desde hace años Argentina discute sus problemas sin resolverlos, acumulando pus para las próximas generaciones. Mientras tanto obra como esas personas que buscan sus anteojos cuando los tienen en la mano. Porque el país fue pensado en 1853 y puesto en práctica por la Generación del 80: dejemos de buscar soluciones desde la alquimia mágica cuando a la Constitución Nacional la tenemos en la mano.
La principal cuestión que hoy enfrenta la Nación Argentina es de índole cultural: demasiada gente en su territorio que no desea vivir bajo la irrestricta supremacía de la Constitución Nacional, demasiada gente queriendo creer que la pus sigue siendo sopa.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha, un liberal que no habla de economía.
El sábado 15 de Septiembre de 2018, a las 10:00 hs, en Lago Puelo, Chubut, fruto del sentimiento patriótico de vecinos de esa localidad, como José Guillem, Alfredo Cabajal, Julio Traverso Gueydan, Jorge Pascual, Simón González, Marcelo Méndez y otros, se concretará un sentido homenaje a la memoria de los 44 tripulantes del Submarino ARA San Juan.
Se trata del acto inaugural de una gruta construida en la Plaza Pudu Pudu en la que se entronizará una imagen de "Nuestra Señora Stella Maris", Virgen protectora de los marinos, con una placa alusiva a los 44 submarinistas.
El Concejo Deliberante de Lago Puelo, con buen criterio. hizo suya la iniciativa de los vecinos, quienes pusieron especial énfasis para que el homenaje fuera tan sencillo como claro, imposible de ser desvirtuado. Así obtuvieron asesoría del VGM Contraalmirante (RE) Juan Carlos Neves, preocupados por asegurar que nada desmerezca la buena intención y ninguna palabra quede fuera de lugar.
La Pluma de la Derecha adhiere al acto y felicita a los vecinos de Lago Puelo por su cabal comprensión y reconocimiento de los sacrificios que implica el sostenimiento de la soberanía nacional. Advirtiendo, al mismo tiempo, que no es para nada casual esa comprensión y ese sentimiento en los argentinos de la Comarca Andina del Paralelo 42, ya que sucesos de pública y notoria trascendencia demuestran que hay en la región elementos secesionistas y subversivos operando activamente contra la soberanía argentina.
Mauricio Macri, se jactó pocos días antes de asumir la Presidencia de la República de contar con "el mejor equipo en cincuenta años", pero desde que asumió hasta hoy su mandato es la desmentida de ese alarde.
Casi tres años después, la intrascendencia de su equipo de gobierno queda en evidencia cuando el Presidente dice a los ciudadanos: "Tengo que estar tranquilo porque si me vuelvo loco les puedo hacer daño". Vale decir que está rodeado de un elenco de obsecuentes, que ni en la locura lo confrontarían, no muy distinto de los kachivaches del gobierno anterior; y hasta con uno, Lino Barañao, que viene heredado de Cristina Fernández.
La reacción cívica frente al proyecto totalitario del régimen K, que en su espiral corrupta dirigía el país a ser otra Venezuela, era también la conciencia social sobre la gravedad de la situación. CAMBIEMOS fue la herramienta para impedir esa tragedia. Sin embargo, Mauricio Macri, votado en nombre del cambio, asumió bailando, e incumpliendo promesas de campaña como "terminar con el curro de los derechos humanos" se negó a dar la frontal batalla cultural que ese cambio reclamaba, optando en cambio por el gradualismo en todos los órdenes.
Omite Frigerio decir que la situación coyuntural es grave porque en lo que lleva el mandato presidencial de Mauricio Macri, no se tomaron ninguna de las medidas de reducción del gasto público y reforma del Estado que los "liberalotes" reclamábamos para no tener que recurrir a lo que el mismo Frigerio califica de "pésima idea". No recuerdo otro caso en el que un funcionario diga que están resolviendo una crisis con herramientas a las que considera "una pésima idea".
La lealtad es un valor, la obsecuencia su caricatura grotesca. Por eso una de las características de la obsecuencia, como gran enemiga de la racionalidad, es proyectarse al ridículo. La obsecuencia es una forma de hacer el ridículo.
Cuando un Presidente forma un gabinete de obsecuentes, la racionalidad republicana se ve afectada y la obsecuencia se va decantando hacia abajo. Esos ministros no confrontan al Presidente, ni los funcionarios subalternos a los propios ministros. Y es así que, en un contexto de obsecuencia, se llega a situaciones bizarras como la que paso a relatar:
El 14 de Agosto, Horacio Jaunarena publicó en perfil una nota titulada: "Falta definir el alcance del apoyo de las Fuerzas Armadas a las de seguridad". La cual incluye este párrafo: "Probablemente la alternativa más conveniente resulte poner en funcionamiento una Superintendencia de Fronteras, en el ámbito de la 'Comisión Nacional de Fronteras' (Decreto 68/2017) de la Jefatura de Gabinete, desactivando la Subsecretaría de Vigilancia de Fronteras del Ministerio de Seguridad, hoy muy limitada en sus funciones y, por lo tanto, más testimonial que efectiva".
La nota fue leída por José Guevara, asesor de la citada Subsecretaría de Fronteras, quien la publicó en su Facebook, con un comentario no falto de loas hacia la ministro:
Matías Lobos, Subsecretario de Control y Vigilancia de Fronteras del Ministerio de Seguridad de la Nación, lee en el muro de su asesor la nota que pone de manifiesto falencias de diseño y gestión, lo cual dada su "idoneidad" en el cargo, no interpreta como ayuda para mejorar sino como exhibición de su nula trascendencia funcional.
Consciente de su ficticia utilidad, Lobos decide que algo debe hacer, y siendo que no puede desmentir la nota entonces despide al asesor. Porque los asesores están para halagar y deben compartir notas lindas, no notas críticas... Ahora, como Lobos es tan, pero tan, "idóneo", explicita por whastsapp al asesor que prescinde de sus servicios por haber compartido una nota crítica, en estos términos:
: q linda nota q compartis justo la nota q dice q estamos al pedo y no servimos para nada
: no se q querra hacer patricia vos hoy dejaste de ser mi asesor
: un area q tiene un rol testimonial como dice la nota no necesita de un asesor testimonial
Entendamos que un asesor puede ser despedido por la sola decisión de aquel al que asesora, por lo cual no hay en estas líneas reproche por el despido en sí, pero la razón esgrimida es altamente cuestionable y nos deja esta triste moraleja: Donde reina la obsecuencia conviene ser obsecuente, lo que digan los que saben mejor que no lo cuentes.
En esas manos los destinos del país y la seguridad de la Nación...
Establece la Constitución Nacional, en su Artículo 100 que "El jefe de gabinete de ministros y los demás ministros secretarios cuyo número y competencia será establecida por una ley especial, tendrán a su cargo el despacho de los negocios de la Nación, y refrendarán y legalizarán los actos del presidente por medio de su firma, sin cuyo requisito carecen de eficacia". Y el Inciso 6 del mismo artículo atribuye al Jefe de Gabinete de Ministros la responsabilidad de "Enviar al Congreso los proyectos de ley de ministerios y de presupuesto nacional, previo tratamiento en acuerdo de gabinete y aprobación del Poder Ejecutivo".
Anteriormente a la reforma de 1994, la Constitución Nacional, a través del Artículo 87, fijaba en ocho el número de ministros, delegando en una ley especial las incumbencias de cada uno. Esa rigidez, que contribuía a mantener la burocracia estatal en un marco de racionalidad, fue rota por la autocrática constitución peronista de 1949, lo que le permitió a Perón tener un gabinete integrado por 21 ministros. La Revolución Libertadora, que abolió la constitución del 49, mantuvo 18 ministerios en la presidencia de Aramburu. Repuesta la Constitución Nacional de 1853 con sus sucesivas reformas los ministerios volvieron a ser 8 en los gobiernos electos. Pero, como el vicio de incrementar la burocracia ya estaba instalado, el número crecía durante los gobiernos de facto que se volvieron parte de la rutina institucional del país.
Menem en su última presidencia incorporó al Jefe de Gabinete, establecido por la reforma del 94, pero mantuvo ocho ministerios. Con De la Rúa los ministros llegaron a ser doce. Duhalde y Kirchner tuvieron 11 ministerios, y a lo largo de los dos períodos de Cristina Fernández subieron a 16, siendo el último que se incorporó a la grilla el Ministerio de Cultura, creado por el Decreto de Necesidad y Urgencia 641/2014 del 06 de Mayo de 2014.
Para entonces era palpable el kirchnerismo como proyecto totalitario y que Cristina Fernández, aunque siendo presidente de iure, gobernaba de facto intentando aunar la suma del poder público. En razón de ello interpuse un amparo judicial contra el decreto que creaba en forma inconstitucional el Ministerio de Cultura, que en rigor de verdad lo sería de propaganda. Desde luego sabía que se trataba de un amparo quijotesco y que, aún teniendo la razón evidenciada, los jueces harían eso que tan bien saben hacer: someterse al poder de turno.
Afortunadamente la reacción cívica contra el totalitarismo hizo que el régimen cayera por las urnas. Fue una gran alegría; pero pronto empezaría la lluvia de sapos y se entenderá, entonces, que recibiera la veintena de ministerios establecidos por Mauricio Macri como una patada al hígado, porque convalidaba y agravaba lo hecho por Fernández. Fue otra muy mala señal después de haber asumido bailando.
Se necesitaron casi tres años para que el Presidente Macri redujera el número de ministerios. Y ello como modo de corregir su propio error, sin avanzar mayormente sobre la herencia recibida ni dar indicios de la fuerte reducción y profunda reforma funcional que, por la viabilidad del país, requiere aplicarse a la estructura del Estado. No obstante, sin desconocer que la medida peca de cosmética, me permito celebrar que haya dejado de existir aquel ministerio al que me opuse activamente.
También me complace que proteste Pacho O'Donnell, diciendo a Patricia Kolesnicov que: "La Secretaría de Cultura no se puede gestionar dependiendo del Ministerio de Educación", en la nota de Clarín ilustrada con la siguiente foto que lo desmiente, porque es en sí misma una advertencia sobre lo superfluo:
Por supuesto, Página/Bolche lamentó que "poco más de cuatro años duró el sueño del ministerio de cultura". Era lógica y esperable la pena de los escribas de Verbitsky porque ese sueño era lo que explica esta foto con el representante de la dictadura cubana en Argentina Orestes Pérez y la entonces ministro de cultura Teresa Parodi: la claudicación cultural ante la tiranía castrista.
Un Estado presente no significa un Estado que se meta en todo. El Estado debe limitarse ante la autonomía de los individuos, ya que garantizar la misma es su principal función. Por ende su rol respecto de la cultura debe ser subsidiario, conservador -no vanguardista- y acotado a la protección del patrimonio histórico y cultural de la Nación Argentina. Sin pretender trasmitir otros valores que aquellos que hacen a la irrestricta supremacía de la Constitución Nacional.
LA MINISTRO ESTÁ TRISTE... ¿QUÉ TENDRÁ LA MINISTRO?
El martes 4 de Septiembre en el programa "Palabra de Leuco" que se emite por TN, Federico Andahazi conversó amablemente con la ministro de Seguridad de la Nación Patricia Bullrich. En ese contexto se dio este diálogo:
ANDAHAZI: Usted es una de las ministras (sic) mejor conceptuadas, hasta donde yo sé, por el Presidente Macri, y es una de las indiscutibles, ¿no?, en todos estos cambios que se han estado produciendo Patricia Bullrich es intocable. ¿Cómo se vive dentro del gobierno estos cambios que propuso el Presidente Macri? BULLRICH: Bueno, a ver, desde la perspectiva mía de una persona que viene trabajando con un gabinete, con un montón de gente, que haya algunos que quedemos en el gabinete y otros que no queden en el gabinete hay cierta tristeza porque es un equipo de trabajo. Igual es un equipo que, y es importante mencionarlo, que todos independientemente del cargo en el que están, nadie salió con la cosa tradicional de la política de decir "si me bajan de ministro me voy", se quedaron todos. Y eso me parece que es un rasgo importante, que acá se privilegia el equipo. Pasar esta situación difícil, pero sabemos que pasar esta situación difícil es como romper una lógica de una Argentina que no quiere cambiar, una lógica de una Argentina que siempre que está por cambiar hay algo que traba ese cambio, hay algo que lleva a que el cambio retroceda, y nosotros sentimos que estamos como en ese momento, ¿no? en ese momento en el que decimos, tenemos que cruzar todo el desierto, no nos podemos quedar a la mitad, tenemos sed, tenemos problemas, tenemos situaciones terribles pero tenemos que lograr pasarlo, porque la historia argentina va a cambiar en la medida que logremos demostrar que somos capaces de resistir a todos los poderes corporativos, a los poderes mafiosos, a los que quieren dejar la Argentina como está, a los que cada uno se llevó una tajadita de la Argentina durante años.
El tono halagador de Andahazi hacia la ministro, calificándola ni más ni menos que de "indiscutible" e "intocable", es una buena demostración del blindaje mediático que, por coraje y voluntad (siempre he reconocido eso), supo ganarse Bullrich a partir de las críticas que le propinó la oposición irracional y antidemocrática. La izquierda toda, con los mercaderes de derechos humanos y el kirchnerismo a la cabeza, hizo y hace el ridículo pidiendo su renuncia por la "desaparición forzada de Santiago Maldonado" igual que denunciando, a través de personajes faltos de toda credibilidad como Luis D'Elía y Eugenio Zaffaroni, la existencia de un "Plan Cóndor II".
Está claro que si la única opción fuera Bullrich o Zaffaroni, Bullrich o Marcelo Saín, Bullrich o Estela de Carlotto, Bullrich o cualquiera de sus antecesoras en el cargo, es decir Bullrich o el delirio zurdo, en ese caso, ya lo he dicho públicamente: Bullrich no solamente merece ser intocable e indiscutible, sino que, además, me declaro su más leal soldado.
Ahora bien, hecha esa aclaración necesaria, tenemos que recordar que quienes somos racionales y democráticos, resistimos al kirchnerismo para recuperar la República; y el espíritu republicano no es compatible con funcionarios indiscutibles e intocables. Silenciar las críticas al gobierno porque confronta con lo peor, tiene dos efectos nefastos. El primero y principal es que se impone la parálisis del miedo y no se corrigen los errores. El segundo, y consecuencia del primero, es que limitamos nuestro horizonte a optar entre el malo y el peor.
Para dar un contexto más preciso a las palabras en la respuesta de Bullrich, acotemos también que la pregunta de Andahazi alude a la reducción de ministerios anunciada por el Presidente Mauricio Macri. Una reducción que lejos de avanzar en pos de una profunda reforma del Estado, se limita a maquillar la aberración de haber asumido el gobierno disponiendo una veintena de ministerios sin ningún criterio de funcionalidad.
Tan poco sustancial es lo anunciado por el Presidente como incomprensible la "cierta tristeza" que manifiesta experimentar Bullrich aduciendo que algunos dejaron de ser ministros. Especialmente incomprensible cuando ella misma lo dice: "se quedaron todos".
"Se privilegia el equipo", apunta la ministro que lo sigue siendo, pero ¿eso es un equipo? No lo parece, o por lo menos hay quienes no entienden ni sus roles ni para quién juegan. Así el ahora Secretario de Cultura, el muy progre Pablo Avelluto, olvidándose que el Poder Ejecutivo es unipersonal, le adosó al Presidente Macri el peso muerto de Marcos Peña como si fueran siameses, y para peor graficó lo inseparable del dúo diciendo que son como "Tom y Jerry". Eligió una pareja de dibujos animados, pero además dos que pelean entre sí y ocasionalmente se unen contra algún tercero, una pareja disfuncional. Pudo haber elegido a Batman y Robin o con criterio clásico y romántico al Quijote y Sancho Panza, pero no; eligió un gato y una rata...
Atar el Presidente a otra persona, cuando todos los demás funcionarios son y deben ser sus fusibles, es presentarlo como débil y dependiente. Imagen a la que contribuye Elisa Carrió al autoproclamarse como intérprete de la voz del Presidente quien, según implica ese rol, no sería enteramente capaz de expresarse por sí mismo. Para peor, en modo pitonisa Lilita deja volar su imaginación cayendo en una muy desafortunada y dramática comparación con el final del gobierno de Salvador Allende en Chile, fantaseando con que sería divino que la mate Luis D'Elía. En su delirio ridículo olvida Carrió que el de Macri, se supone, no es un gobierno comunista y que no hay ningún kirchnerista que le llegue a los tobillos a Augusto Pinochet.
Quizás Macri vuelva a decir, esta vez sin atender al cuidado de su investidura que, tal cual aquello de "Macri gato", le parece "ocurrente" la cita de Avelluto o el dislate de Carrió, pero habrá que explicar entonces cómo aquel gobierno que votamos para terminar con el régimen K y dar el cambio, acobardado por el tigre de papel, llegó a ser parodia de Tom y Jerry según propia definición de uno de sus funcionarios; mientras otros aliados políticos fantasean con finales apocalípticos. Y la explicación es simple: CAMBIEMOS, en especial el PRO, subestimó la fuerza del cambio en la ciudadanía tanto como sobrestimó la capacidad de daño del residuo K.
Así, temeroso de la reacción al cambio, Mauricio Macri dejó de lado promesas electorales como "terminar con el curro de los derechos humanos" para entregarse al gradualismo y la kontinuidad con buenos modales, por eso Lino Barañao, ministro del régimen, ministro de Macri y ahora secretario, se pavonea de seguir en el cargo como garante de la transición.
Como dijo Bullrich: "se quedaron todos". Y eso deja en claro que no hay "nuevo gabinete", son las mismas galletitas en un paquete más chico y con precio remarcado, lo mismo que unos cuantos años atrás se hizo tendencia en las góndolas de los supermercados.
Por eso, cuando la ministro de la tristeza inexplicable argumenta que "hay algo que lleva a que el cambio retroceda", es el momento de señalarle que ese algo no es otra cosa que el propio gobierno que ella integra. El gobierno de un Presidente que asumió bailando y que desde su alegre asunción hace todo lo posible por eludir la batalla cultural de la que depende revertir la degradación institucional, cultural e intelectual, que en niveles de miseria material y moral dejó como herencia el kirchnerismo.
Un gobierno pasado de progre, tibio, que olvidando que no debe gobernar para todos sino sólo para quienes anhelan vivir bajo la irrestricta supremacía de la Constitución Nacional hace el ridículo cada vez que busca congraciarse con la izquierda en desmedro de quienes fuimos sus votantes. Un gobierno que no se esfuerza por corregir notorios incumplimientos constitucionales y que, como esperando la lluvia mágica de la abundancia, encuentra excusas para no encarar la inevitable reestructuración del Estado. Un gobierno como todos los anteriores que sigue cargando el peso de la crisis sobre el sector privado y negociando deuda. Un gobierno que debía ser "EL CAMBIO" pero eligió ser más de lo mismo.
No por inexplicable la "cierta tristeza" de Patricia Bullrich deja de tener significado. Porque al elogiar la permanencia de todos cabe interpretar una velada crítica sobre Luis Green, quien siendo Secretario de Fronteras renunció cuando, en un paso de comedia típico de CAMBIEMOS que es retroceder sobre las decisiones tomadas, se desjerarquizó el área a Subsecretaría. En un gobierno de funcionarios que anteponen la permanencia al cumplimiento del deber, lo de Green fue meritorio; no se fue por vanidad personal, sino por considerar que la desjerarquización de un área creada por el propio gobierno era un error estratégico.
Patricia Bullrich, a imagen y semejanza de Mauricio Macri, puede seguir postergando la reestructuración funcional que necesita el Ministerio de Seguridad, donde el amontonamiento de funcionarios tampoco hace un equipo. La ministro de la tristeza inexplicable tuvo alguna vez, en el devenir de su evolución política, una aproximación al liberalismo, pero claro, eso fue antes de llegar al gobierno y sentir "tristeza" por una mínima y formal reducción de ministerios. Ahora es una disciplinada y ambiciosa "chica PRO" que aspira, ante la falta de aciertos en materia económica, a integrar la fórmula presidencial para la reelección de Mauricio Macri.
Es esa proyección como precandidata a la Vicepresidencia de la Nación, algo de lo que se habla sin subir mucho la voz, su voluntarismo se potencia. Al fin de cuentas, representa la voluntad de pelea que parece faltarle a Mauricio Macri y le cierra bien a Durán Barba para capitalizar la polarización del 2019 confrontando con el kirchnerismo.
¿Y el cambio? Para el PRO el cambio es como el cielo; puede esperar. Más aún, no hay apuro en llegar ahí. Para esa fuerza progre, ahora es tiempo de repetir en amarillo aquel slogan naranja de "con fe y optimismo"; hasta que alguien pregunte ¿en qué se han convertido?
Asumamos también que siendo un gran Escritor, Federico Andahazi es un principiante en el periodismo, tal vez por eso cándidamente, como ningún periodista se atrevería, expuso el blindaje sobre el voluntarismo que signa la gestión de Patricia Bullrich: "indiscutible" e "intocable".
Flaco favor se le hace desde la prensa a la política y a las instituciones republicanas, cuando un acuerdo tácito silencia críticas racionales a una gestión como la de la Ministro Bullrich que, con notorias falencias técnicas, sólo pasa por buena en comparación con el kirchnerismo -la nada misma en materia de seguridad-, pero que apenas califica por debajo de lo mediocre cuando se la compara con el óptimo posible (Ver: PENSAR Y SENTIR. LA SEGURIDAD DE LOS ARGENTINOS).
Podrá decirse que lo de Andahazi fue una expresión que sólo revela su consideración personal, pero lo cierto es que ningún periodista que accede a una entrevista con la ministro pregunta por fuera de su área de confort. Y así, por ejemplo, nunca le preguntan cómo es que mantiene acéfala la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal (DNIC) desde el mismo día de su asunción. Sin Inteligencia Criminal no hay plan de seguridad.