Este artículo sirve como preámbulo a "PENSAR Y SENTIR", que como continuación será publicado en breve en el blog.
Ariel Corbat exponiendo en la "Jornada Sobre Seguridad Interior" del 12JUN18. |
PENSAR. Y PENSAR LA SEGURIDAD:
“Pensar
o no pensar”; así podría anunciarse la disyuntiva teatral de alguna comedia o
drama. Al fin de cuentas, por aquello de “`pienso luego existo” allí está la
hondura filosófica del “ser o no ser” de Shakespeare en Hamlet. Esa, y ninguna
otra, es la cuestión…
Si
la República Argentina, que surgió como un esbozo de idea, existió como tal,
fue porque a pesar de momentos de retroceso al instinto en anarquía y dictadura,
de confusión y chatura, llegó a pensarse realmente como una nueva y gloriosa
Nación; basada en la libertad y valores de cuna grecorromana. Nos imaginamos ocupando un lugar en el
mundo y arbitramos los medios para ocuparlo, dándonos una Constitución Nacional
y organizándonos a partir de ella. La realidad, desde luego, nunca alcanzó
a abrazar lo ideal en forma idílica; pero era indudable en 1910 la existencia
de la República Argentina, aunque a poco del Centenario empezaran a
manifestarse señales de declive.
Hay una relación evidente
entre la declinación argentina y el abandono de ese modo de proyectarse como
país desde sus bases institucionales. Las sucesivas crisis
acumulándose y nunca resolviéndose terminaron por consolidarse en daño
institucional, que como un efecto dominó acarreó la degradación de la cultura y
la merma en la capacidad intelectual de los argentinos.
En
los 12 años del régimen kirchnerista la puesta en marcha de un proyecto
totalitario de tipo orwelliano incluyó la planificada reducción del pensamiento
al nivel más bajo de la historia. Adoctrinamiento y control social mediante,
dando uso faccioso a los medios del Estado, la Constitución Nacional fue
relegada tras la voluntad en el poder y se impuso la lógica amigo/enemigo como
modo de interpretar el disenso y disciplinar la sociedad. Quizás algún
intelecto privilegiado pudo salir indemne de ese período, tal vez. Pero estoy
seguro que todos los que rondamos la media nos hemos visto afectados de mala
manera.
Las
elecciones presidenciales del 2015, pusieron fin a ese oprobio. Pero el daño
intelectual estaba hecho en tal magnitud que, a pesar de la reacción cívica de
otra mayoría circunstancial impidiendo el triunfo totalitario, es razonable preguntarse si la República
Argentina existe, si piensa, es decir: si se imagina ocupando algún lugar en el
mundo y arbitra los medios para ello.
En
términos generales, aquí y ahora, pensar sigue siendo muy difícil porque no se
advierte convicción en la necesidad de ir hacia la irrestricta supremacía de la
Constitución Nacional, y esa es la primera y más significativa evidencia de la
poca capacidad intelectual de los argentinos: el país dista de ser serio.
Entendiendo que un país serio es aquel
que resulta descripto y explicado por su propia Constitución, guardando
correspondencia entre lo que dice que es y lo que demuestra ser.
En
esta desconexión del ser con el deber ser, cualquier debate o discusión se
lleva a cabo sin marco de referencia ni encuadre institucional. No sólo eso
sino que, además, frente al disenso se recurre a la descalificación agraviante
con una facilidad vertiginosa; negación de los grises que demuestra la fuerza
inercial de la lógica amigo/enemigo. Se opina y, lo que es peor, se legisla y
se gobierna sin consensos ni consistencia argumental. Así se toman decisiones a
prueba y error, ignorando que cada cuestión requiere un conocimiento previo. El
proceso racional que antecede la toma decisiones, eso que llamamos
“Inteligencia”, no está incorporado a los hábitos de la clase dirigente.
Especialmente de la dirigencia política, desde hace décadas y sin excepciones
partidarias.
Si
en términos generales pensar es dificultoso, pensar la seguridad, en este
contexto, lo es todavía más. La seguridad interior es definida, por nuestro
orden legal, como el estado de hecho en el que se encuentra garantizado el
estilo de vida propiciado por la Constitución Nacional*. Revisemos entonces qué entendemos por ese estilo de vida y nos daremos
cuenta que pensar la seguridad es ni más ni menos que pensar la Constitución
Nacional para interpretarla desde su propia lógica en una de sus tantas aplicaciones
prácticas y específicas.
Hacer
ese esfuerzo, requiere la humildad de reconocer que hace mucho tiempo no
pensamos a la Argentina proyectándola desde sus bases institucionales, y que
por buscar creencias alternativas a la Constitución Nacional, dejamos de obrar como
un país civilizado. Todas las respuestas están en la Constitución Nacional,
dentro de sus márgenes y al alcance del pensamiento estructurado y formal pero
sin dejar de ser creativo.
La
relación entre seguridad interior y supremacía de la Constitución Nacional es
indisoluble, y esa es la principal premisa para pensar la seguridad. Pensar para
existir. Ser o no ser. Esa, y ninguna otra, es la cuestión.
*
“A los fines de la presente ley se define como seguridad interior a la
situación de hecho basada en el derecho en la cual se encuentran resguardadas
la libertad, la vida y el patrimonio de los habitantes, sus derechos y
garantías y la plena vigencia de las instituciones del sistema representativo,
republicano y federal que establece la Constitución Nacional”, Ley 24.059,
artículo. 2.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha.
Estado Libre Asociado de Vicente Lóopez
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