jueves, 2 de noviembre de 2017

ESA VERDAD QUE AHOGA LA MANO SINIESTRA


"Todos los seres humanos estamos 
capacitados para flotar y nadar,
sólo que algunos, rivales de sí mismos, 
se empeñan en demostrar lo contrario."

Daniel Di Grande
("Aprenda a nadar y a defenderse en el agua"
Argentina - 1980)




En el primer día de Noviembre de 2017, la izquierda marchó para sostener su perverso relato sobre la muerte de Santiago Maldonado. 

Así, contra toda evidencia procesal de la causal de muerte, el zurdaje vernáculo con afiebrada y terrorífica imaginación demuestra su sadismo al desear a pulso fanático un Estado que torture, desaparezca y mate.

Y es lógico. Es lo que hacen ellos en cada país en el que, "revolución" mediante, implantan dictaduras que se pretenden eternas. En su ambición totalitaria de fabricar "un hombre nuevo" asesinando libertades, creen que todos son de su misma condición criminal. 

Si Elisa Carrió se equivocó al aventurar que Santiago Maldonado podría haber estado en Chile, al menos lo deseaba vivo. El conjunto de la izquierda, en cambio, siempre le deseó lo peor. Mucho más que lo peor. Ahogado no es la muerte que podrían usar.

Myriam Bregman, la que reniega del Himno Nacional, dejó en claro su compromiso con la mentira al explicar que "para lograr enjuiciar y castigar a los responsables materiales y políticos de este crimen de Estado tenemos que seguir en la calle y denunciando que la desaparición forzada de personas siempre ha sido el método de las Fuerzas Armadas y de seguridad en la Argentina”.

Según va surgiendo del cadáver en la morgue no hay crimen de Estado. Eventualmente, si se afirman algunos indicios, podría acusarse a alguno de los izquierdistas disfrazados de mapuches por haber abandonado a Santiago Maldonado cuando intentaban cruzar el río. 

Un rato antes de la marcha, Irina Hauser publicaba en Página/12 una nota, titulada "Miedo", que la ubica ya en el risible estilo subjetivo y extraviado de Sandra Russo. Allí,  especula que Maldonado "desapareció en medio de una persecución desquiciada de la Gendarmería, a los tiros. Nadie se arroja a un río helado porque sí, y menos si no sabe nadar y le tiene temor al agua".

Lo que la dactilógrafa de Horacio Verbitsky omite, es que Santiago Maldonado no estaba allí de casualidad, como mero turista que pasa por el lugar y se ve envuelto en una situación imprevista, sino que participaba de las acciones de un grupo secesionista, violento e irracional. Por lo que cruzar el río, acaso con la promesa de no ser soltado por un baqueano de la RAM, pudo ser una forma de afirmar su pertenencia.

Si la izquierda persiste en el plan de equiparar a Macri con Videla y reivindicar la lucha armada, como con total descaro lo anunciaron en Plaza de Mayo el 24 de Marzo de 2017, convertido en operación insurreccional liderada por Horacio Verbitsky a través del caso Maldonado, el país corre el riesgo de reeditar, dramática y ridículamente, tragedias del pasado. 

En la disyuntiva que esa agresión siniestra a la República y la Democracia plantea, antes que responder con violencia (lo que sería darles gusto) la mejor defensa es el humor. Humor negro, ácido e irreverente; contrariando el predominio de la cultura progre enmarcada en la corrección política de la izquierda y desacralizando sus tabúes.

Hay que reírse de ellos, antes que delirando con que su relato es la realidad acusen a Palito Ortega como instigador al suicidio de Maldonado, por cantar aquello de "tirate al río en la parte más profunda / y después cuando te hundas / si querés podés gritar..."




Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
www.plumaderecha.blogspot.com
Estado Libre Asociado de Vicente López


EL DOBLE DISCURSO DE LA IZQUIERDA


Por Mario Santos.

Nacido y criado en Balvanera,
columnista de La Pluma de la Derecha.



Nunca se vio de manera tan evidente como en estos últimos días, -y en el 1º de Noviembre de 2017 en particular- la falsedad, las contradicciones, y el doble discurso de la izquierda.

Luego de un ataque terrorista brutal en la ciudad de New York que dejó 8 muertos, (entre ellos cinco ciudadanos argentinos), ningún izquierdista repudió públicamente el hecho, y ninguno de ellos tampoco convocó a una movilización o marcha a Plaza de Mayo. La izquierda que se autoproclama “humanista”, “liberal”, “defensora de las minorías” y que se considera a sí misma la abanderada de los derechos humanos, no solamente permaneció en silencio, sino que en la misma fecha, marchó a Plaza de Mayo, cínicamente para “reclamar por la desaparición forzada de Santiago Maldonado”. El grado de cinismo y maldad -sí, esto ya es maldad- de los K y de la izquierda en general quedaron al desnudo en esta fecha. “Una fecha que vivirá en la infamia” diría Franklin D. Roosevelt luego del ataque japonés a Pearl Harbor. Para mí este día marca un antes y un después porque lo que la derecha viene denunciando, quedó demostrado y reivindicado por la propia izquierda, certificando su propia doble moral y su cinismo en aquella marcha.




Santiago Maldonado está muerto, lamentablemente. Cada vida argentina, -y cada vida humana- que se pierde, es razón de tristeza para sus familiares y allegados; no hay dudas de ello. Pero un ataque terrorista proveniente de la propia acción humana, y por tanto más evitable (con controles más estrictos, por ejemplo) me parece muchísimo más grave que una muerte natural, de las que miles suceden alrededor del globo a diario, y no lamentamos cada una de ellas, porque es parte de la naturaleza humana. No hay ninguna prueba contundente de que a Santiago Maldonado lo haya secuestrado la Gendarmería. Las probabilidades de que esa versión sea la correcta son bajísimas en base a la información y evidencias que se tienen hasta ahora. E incluso si las probabilidades fuesen a favor de esa teoría, sería muy grave acusar a las fuerzas de seguridad y al gobierno nacional hasta tener pruebas certeras de su responsabilidad. ¿No les parece más grave, acaso, un atentado terrorista a la plena luz del día, el cual todos vieron y del cual se sabe de manera absoluta que fue perpetrado por un malviviente? ¿No es más grave un atentado del terror donde murieron ocho personas, de los cuales cinco fueron ciudadanos argentinos? ¿No es más grave la amenaza de la presencia de ISIS, que -en el peor de los casos- un exceso de una fuerza de seguridad?

El 17 de septiembre de 2017 el diario La Nación publicó una entrevista exclusiva al juez de la causa Guido Otranto, a través de la cual anunció cuáles eran sus convicciones sobre la desaparición de Santiago Maldonado. En la entrevista el juez Otranto anunció:

1) Que consideraba probada la presencia de Santiago Maldonado en el Lof mapuche al comenzar la represión realizada por la Gendarmería Nacional;

2) que el momento crucial de los hechos fue cuando los gendarmes llegaron al río;

3) que la hipótesis más razonable era que Santiago Maldonado se hubiera ahogado en el río Chubut;

4) que no había elementos que permitieran pensar que fue capturado por la Gendarmería Nacional;

5) que no había elementos que permitieran sostener que pudo haber sido herido de gravedad por un disparo a corta distancia o una piedra;

6) que no creía que la desaparición del joven se hubiera producido por un exceso de algún miembro de la Gendarmería;

7) que no había contradicciones de importancia en las declaraciones de los gendarmes que actuaron en la represión y que era muy poco probable que se hubieran puesto de acuerdo en el relato de los hechos;

8) que había "inconsistencias que le restan credibilidad" a la declaración de Matías Santana, cuando dijo haber visto la detención de Santiago Maldonado;

9) que la opinión pública no llegaba "a comprender en su total dimensión cuál es el problema que estamos teniendo con esta comunidad (la mapuche): es extremadamente violenta".

Además, posteriormente, con la causa ya a cargo del juez Gustavo Llera, se encontró un cuerpo en un río en el que ya se había rastrillado previamente; al que acudieron de nuevo después de que un mapuche avisara qué día y en qué lugar aparecería. Además, los mapuches no habían permitido previamente el ingreso de los investigadores en tierras consideradas “sagradas” por ellos, muy cerca del sitio de desaparición del joven. Me pareció increíble leer lo que uno de los bomberos contaba sobre cómo los rescatistas tenían junto a ellos mapuches encapuchados y armados que los vigilaban mientras recogían el cuerpo del río.

Yendo al grano, la autopsia se realizó el día 20 de octubre, entre las 9:30 de la mañana y las 11 de la noche. Al concluir la misma el juez Gustavo Lleral realizó declaraciones preliminares a la prensa, confirmando que se trataba de Santiago Maldonado, que el cuerpo no presentaba lesiones y que la causa de muerte todavía no había sido establecida, estimando que habría que esperar unas dos semanas hasta que los estudios se completaran.

Es decir, aún no existe ninguna prueba de que haya sido Gendarmería. Más aún, la primera información indicaría que se ahogó solo. ¿Por qué entonces su familia, la extrema izquierda, y los K insisten con la teoría del “secuestro”? Lo más prudente sería esperar a que haya pruebas de la responsabilidad del gobierno.

Pero incluso asumiendo como cierta la teoría de que la responsabilidad de la muerte de Maldonado fuese de Gendarmería y del gobierno argentino y aún si los primeros indicios apuntaran a las fuerzas de seguridad, ¿No sería más prudente esperar a tener los resultados de la autopsia y poseer pruebas verídicas? ¿No serían más graves las muertes de argentinos comprobadamente asesinados? O en el peor de los casos, ¿No serían igual de graves?

¿No ameritarían cuando menos, ser mencionados ambos en Plaza de Mayo?

La respuesta es muy simple, y en este caso se observa con una claridad y contundencia que se presenta en pocas ocasiones, y es la alianza entre el islam y la izquierda. Tanto la extrema izquierda atea que odia a las religiones, como el otro extremo, la más fanática y cerrada de todas las religiones, tienen un enemigo en común, que es la sociedad occidental, democrática, y cristiana. Dos enemigos tan opuestos se han unido en un objetivo común que es la destrucción de la cultura cristiana. Sólo después de lograr su objetivo común disputarán sus diferencias. El comunismo laicista de la extrema izquierda contra el fanatismo religioso del Islam, pero eso podrá tener lugar únicamente luego de la destrucción de un enemigo común, que es la civilización occidental, la democracia, la república, la cultura cristiana. Ambos extremos necesitan verla destruida para consumar sus objetivos, por eso es que se han unido en esta nueva guerra cultural y política; y en ocasiones bélica (ataques esporádicos terroristas).

Por esta razón es que se ven izquierdistas defendiendo al islam y viceversa, algo que a primera vista no parece tener mucha lógica, y que se puede entender sólo después de hacer un análisis sobre este extraño vínculo. Esto explica también por qué un referente de la extrema izquierda como Hebe de Bonafini celebraría el atentado a las torres gemelas; admitiendo públicamente en varias ocasiones lo “contenta” que se sintió en aquella oportunidad. Fue hace sólo unos pocos días que la izquierdista Inés Estévez defendió el accionar islámico al que calificó como “violencia defensiva” frente a la “violencia ofensiva” de “Estados Unidos que invade Afganistán para robarse el petróleo”. (Sí, suena insólito primero porque Afganistán no es un gran productor de petróleo, y segundo porque la economía de Afganistán se está recuperando después de décadas de conflictos, y ha mejorado justamente después del derrocamiento del régimen talibán en 2001, -por Estados Unidos y una coalición internacional que establecieron un gobierno pro-occidental y democrático-, y gracias a la recuperación de la agricultura y el crecimiento del sector de servicios. El producto interior bruto sobrepasó los 22% en 2009. Sin la presencia de EEUU, sucumbiría nuevamente ante los grupos extremistas, y seguramente su economía caería junto con su joven democracia.)

Se pueden rastrear precedentes históricos sobre este tipo de alianzas, entre rivales contra un enemigo común, pero a la inversa: en defensa de la civilización occidental. El ejemplo más destacado es el de la Segunda Guerra Mundial. Tanto Estados Unidos y el Reino Unido, como la mayoría de las naciones occidentales democráticas, debieron unirse a un enemigo, la Unión Soviética, para poder destruir a un enemigo común que representaba una amenaza mayor para ambos: el fascismo y el nazismo.

La Alemania nazi bajo sus ambiciones imperialistas comenzó a expandirse arrasando con las poblaciones de Europa. No sólo aniquilando sus ejércitos, y conquistando sus territorios, sino exterminando en masa a sus pueblos, a civiles inocentes. En aquella época, Franklin D. Roosevelt durante el día D, se dirigió por radio a su país y a todo el mundo, en uno de sus discursos más emotivos, con el cual cierro esta nota:



Mis compatriotas estadounidenses:

Anoche, cuando hablaba con ustedes sobre la caída de Roma, yo sabía en aquel momento que tropas de los Estados Unidos y sus aliados estaban cruzando el canal en una nueva y gran operación. Ha logrado pasar con éxito, hasta ahora por lo menos. Y por eso, en este momento conmovedor, les pido que me acompañen en esta oración.

Dios Todopoderoso: nuestros hijos, orgullo de nuestra nación, en este día se han embarcado en un gran esfuerzo. Una lucha para preservar nuestra república, nuestra religión, y nuestra civilización, y para liberar a una humanidad en sufrimiento.

Llévalos por el camino de la rectitud y la verdad; dales fuerza a sus brazos, firmeza a su corazón, constancia a su fe. Ellos necesitarán Tu bendición. Su camino será largo y difícil. Ya que el enemigo es fuerte. Quizás pueda contener y devolver nuestras fuerzas. El éxito quizás no venga con rapidez, pero deberemos volver y volver; y sabemos que por Tu gracia, y por la justicia de nuestra causa, nuestros hijos triunfarán.

Ellos serán dolorosamente probados, día y noche, sin descanso, hasta que la victoria sea ganada. La oscuridad será rasgada por ruidos y llamas. Las almas de los hombres serán agitadas por las violencias de la guerra. Ya que estos hombres fueron arrancados hace poco de los caminos de la paz. Ellos luchan no por la lujuria de conquistar. Ellos luchan para terminar con las conquistas. Ellos luchan para liberar. Ellos luchan para que surja la justicia, y la tolerancia y buena voluntad entre todas tus personas. No ansían otra cosa que el fin de la batalla, y volver a su refugio que es su hogar.

Algunos jamás volverán. Abrázalos, padre; y recíbelos, a tus heroicos servidores, en tu reinado.

Y para nosotros aquí en casa, -padres, madres, hijos, esposas, hermanas, y hermanos de estos valientes hombres al otro lado del océano, cuyos rezos y pensamientos están siempre con ellos- ayúdanos, Dios todopoderoso, a volver a dedicarnos en renovada fe en ti, en esta hora de gran sacrificio. 

Mucha gente me ha urgido a llamar a la nación a un solo día de rezo especial. Pero dado que el camino es largo y el propósito muy grande, pido que todo nuestro pueblo se devote en rezo continuo. Al levantarnos cada día nuevo, y de nuevo cuando cada día es terminado, que palabras de oración estén en nuestros labios, invocando Tu ayuda para nuestros esfuerzos.

Danos fuerza, también. Fuerza en nuestras labores cotidianas, para redoblar las contribuciones que hacemos para el apoyo material y físico de nuestras fuerzas armadas. 

Haz que nuestros corazones permanezcan sólidos, para esperar a que pasen los dolores laboriosos, para resistir los dolores que puedan venir, para transmitirles nuestro coraje a nuestros hijos donde quiera que estén. 

Y, Oh Señor, danos fe. Danos fe en Ti. Fe en nuestros hijos. Fe en los otros. Fe en nuestra unida cruzada. No dejes que la agudeza de nuestro espíritu se apague. No dejes que los impactos de eventos temporarios, de asuntos momentáneos de momentos fugaces. Que no nos desaliente en nuestro propósito inconquistable.

Con Tu bendición, prevaleceremos  sobre las impías fuerzas de nuestro enemigo. Ayúdanos a conquistar los apóstoles de la codicia y las arrogancias raciales. Guíanos a la salvación de nuestro país, y con nuestras naciones hermanas hacia un mundo de unidad que anunciará una paz segura, una paz invulnerable a los esquemas de hombres indignos. Y una paz que permitirá a todos los hombres vivir en libertad, cosechando las justas retribuciones de su esfuerzo honesto. 

A través tuyo será logrado, Dios todopoderoso.
Amén.


Presidente Franklin D. Roosevelt – 6 de Junio de 1944.