"La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa republicana federal", establece en su primer artículo la Constitución Nacional.
Ese renglón constitucional implica muchas cosas amalgamadas cuya existencia es dudosa: una Nación Argentina, un modo de gobernar, una representación, una República y federalismo. Casi una historia de ficción. O sin el casi, porque el federalismo es inviable. En apenas un renglón, más que un cuento mínimo, una tragedia máxima.
Compete a la política, en su más noble y alta acepción, que la Constitución Nacional sea la ley suprema rigiendo nuestras vidas y no una vaga referencia, apenas mención alusiva a las buenas intenciones de los fundadores de la Patria.
Si ya en el primer artículo la Constitución Nacional resuena utópica al contrastar con la realidad es porque la política se vació de contenido y perdió grandeza arrastrando a la Argentina al limbo en el que se encuentra. Un limbo fronterizo con el infierno, donde chapotea en la degradación cultural, daño institucional y merma intelectual; males profundizados adrede por el régimen kirchnerista y apenas contenidos, ni siquiera frenados, por CAMBIEMOS.
La política, digna por principio, se manifiesta como algo espurio en Argentina porque hay una aceptada deshonestidad de base que se afirma en un tácito acuerdo de irresponsabilidad: ni los ciudadanos son ciudadanos, ni los políticos son políticos. En consecuencia, no hay legitimidad política porque no hay auténtica representatividad que comunique ciudadanía con dirigencia.
El calendario electoral del año 2017 contempla plazos de cierre de padrón, inscripción de alianzas, el arreo forzado a las PASO y finalmente los comicios legislativos. Lo que no contempla son elecciones internas en los partidos políticos, que carentes de vida institucional, sin la participación y voto de los afiliados, siguen siendo instrumentos en manos de camarillas.
Hay que romper ese pacto de irresponsabilidad, ser ciudadanos y entender que la condición de ciudadano se completa con la participación política activa como afiliado de cualquier partido. Con voz y voto en el día a día.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López