miércoles, 27 de septiembre de 2017

EL RESURGIMIENTO DE LA DERECHA EN EUROPA


Por Mario Santos.

Nacido y criado en Balvanera,
columnista de La Pluma de la Derecha.




No se puede negar ni minimizar el impacto que el resultado de las elecciones de Alemania provocó en Europa y en el mundo. El joven partido Alternativa Para Alemania (AfD) por sus siglas en alemán), creado en 2013, sacó el 12,6% del total de los votos, representando un incremento de 7,9 puntos con respecto a las elecciones de 2013. 

El ascenso en Europa de ambas, la derecha y la extrema derecha, tiene que ver con los problemas políticos, sociales, y económicos que plantean la inmigración islámica y africana descontrolada, que han derivado además en una pérdida de soberanía por parte de los Estados y pueblos de Europa, a los que se les ha vedado la posibilidad de cerrar las fronteras. Recordemos que el control de las fronteras y el ejercicio de la soberanía de la Nación sobre su territorio, constituyen la esencia de la razón de existencia de un Estado. Además, esta inmigración trae consigo varios peligros que no pueden dejar de atenderse:

Primero, ante la imposibilidad de ejercer controles de seguridad estrictos sobre contingentes masivos, entre los refugiados que llegan de Medio Oriente se infiltran células terroristas. 

Segundo, hay un conflicto cultural que no se puede ignorar, incluso con aquellos llamados “musulmanes moderados”. Sería un prejuicio ridículo establecer que todos los musulmanes son terroristas. El problema es otro: incluso aquellos musulmanes pacíficos que nada tienen que ver con el terrorismo, profesan una religión con alto contenido político, cuyos objetivos son incompatibles con los de la cultura occidental judeo-cristiana. El problema son también los musulmanes moderados, no sólo los terroristas radicalizados. Gérard Biard, el jefe de redacción del semanario satírico francés Charlie Hebdo ha dicho en una entrevista al diario La Nación que “de ninguna manera el islam es una religión de paz”, y se mostró también decepcionado con la izquierda que tradicionalmente había defendido el laicismo y el ateísmo, pero que hoy defiende el radicalismo islámico, algo que para él se motiva por el miedo a criticar a esa religión.

Como consecuencia de la promoción y defensa del islam que realiza incasablemente la izquierda europea, y de la inacción e inoperancia de los partidos de centroderecha liberal como el CDU de Ángela Merkel, es que la derecha conservadora y la extrema derecha nacionalista se alzan en un auge que no se veía desde la época de los fascismos, hace tres cuartos de siglo.

Citemos algunos resultados de las últimas elecciones alrededor de Europa:

En los Países Bajos, el ultraderechista Partido para la Libertad de Geert Wilders ganó nueve asientos en las elecciones generales de 2005, volviéndolo el quinto partido más grande. En las elecciones generales de 2010 ganó 24 asientos, volviéndolo el tercer partido más grande. Además, salió tercero en las elecciones para el Parlamento Europeo, obteniendo cuatro de los 26 escaños. Finalmente, en la elección de 2017 ganó 20 asientos, volviéndolo el segundo partido más grande de los Países Bajos. Difiere de la centroderecha liberal gobernante (Partido del Pueblo para la Libertad y la Democracia) por su euroescepticismo y su fuerte postura anti-inmigratoria y anti-islámica. Propone censurar el Corán y cerrar todas las mezquitas del país. Es, además, un partido que se financia exclusivamente de donaciones privadas y no recibe subsidios estatales.

En Francia, la derecha hizo la mejor elección de su historia en las últimas elecciones celebradas hace sólo cuatro meses, en las que Marine Le Pen sacó 21% (convirtiéndola en la candidata más votada) en primera vuelta, y perdiendo con el 33,9% de los votos en el balotaje frente al progresista Emmanuel Macron. De esta manera hizo temblar los cimientos del establishment dominado por los dos partidos tradicionales de centroizquierda y centroderecha, que continúan decreciendo gradualmente en favor del Frente Nacional. Marine Le Pen y su partido pertenecen claramente a la derecha conservadora, y así se autocalifican; más allá de las campañas de desprestigio que los medios han llevado en su contra, calificándola de nazi, xenófoba, racista, y antisemita. De hecho, ella misma, decidida a «desdiabolizar» el partido, ordenó la expulsión del Frente Nacional de Alexandre Gabriac por aparecer en una foto haciendo el saludo nazi, sobre lo que declaró «el FN no admite en su seno este tipo de comportamientos inadmisibles que recogen una ideología repugnante».

En Dinamarca, la derecha vuelve al poder en las elecciones de 2011, que dieron la mayoría al bloque conservador gracias a la pujanza del Partido Popular Danés (PPD). Esta fuerza antiinmigración y antieuropea fue, con un 21% de los sufragios, la segunda más votada.

En las elecciones presidenciales de 2016 en Austria, Norbert Hofer del Partido de la Libertad, considerado de extrema derecha nacionalista sacó el 35% de los votos contra los 21% de su rival. Perdió en segunda vuelta con el 46% de los votos.

En Hungría el partido de derecha conservadora Fidesz gobierna desde 2010, asegurándose una mayoría absoluta durante varios años, además de controlar casi la totalidad de las legislaturas y gobernaciones.

El Partido Popular Suizo considerado de tendencias que van desde la derecha conservadora a la derecha extrema, aumenta gradualmente año a año su porcentaje de apoyo. En las últimas elecciones federales sacó 29,4%, la mejor elección de su historia, convirtiéndolo en el partido más grande del parlamento suizo.

En Polonia, el partido conservador Ley y Justicia se impuso con el 37,58%, obteniendo mayoría absoluta en ambas cámaras, suceso que ocurrió por primera vez desde la instauración de la democracia liberal en 1989.

En Portugal la coalición conservadora de derecha Portugal Adelante obtuvo 38,6% de los votos en las legislativas de 2015, asegurándose el 46% de los escaños.

No hace falta mencionar la elección de Trump como presidente de EUA; ni hablar de la acertadísima decisión de Gran Bretaña en abandonar la Unión Europea. En fin, como se ve de modo clarísimo, el caso de Alemania no es uno aislado, sino que está relacionado con un avance general de la derecha en el continente, por las razones antemencionadas. La centroizquierda liberal defendiendo el terrorismo y la islamización de Europa, y la centroderecha liberal con una incapacidad absoluta de frenar el progresismo, o peor aún, alentándolo junto a ellos.



Ahora bien, he hablado de un avance general de la derecha en Europa, y me parece importantísimo saber separar dentro de ella las distintas tendencias. La clasificación muy válida que hace Nicolás Márquez de la derecha es en Liberalismo, Conservadurismo, y Nacionalismo; que también puede ser traducido en centroderecha, derecha, y extrema derecha. ¿Por qué es tan importante esta distinción? Porque si bien comparten algunas características, exhiben asimismo enormes diferencias en sus ideologías y propuestas. La extrema derecha nacionalista, (en mi opinión la más peligrosa) también ha tenido un leve crecimiento en Europa, pero en un continente desarrollado las ideas fascistas y populistas son parte del pasado. No atraen grandes masas como lo hicieron en las décadas del ´30 y del ´40. Por otro lado, si bien la centroderecha se opone a la izquierda en lo económico, defendiendo el libre comercio, sí se somete en cambio a las ideologías creadas por la izquierda, como la de género, entre otras. Además, promueve el suicidio de la civilización cristiana al defender la islamización del mundo occidental. Es por eso que yo prefiero a la derecha conservadora, que de ningún modo puede ser calificada de nazi o fascista, ya que no persigue a disidentes políticos, no busca la instauración de un estado unipartidista totalitario, ni sostiene ideas de superioridad racial ni promueve el exterminio en masa de grupos étnicos minoritarios. Promueve en cambio la defensa de la soberanía nacional, de la cultura occidental, y de la civilización cristiana.

¿Afd, “Alternativa para Alemania”, en qué categoría se puede clasificar? Analicemos sus propuestas:

En el plano económico, quieren que Alemania abandone el euro y terminar con los millonarios rescates de países europeos altamente endeudados.
Su plan político tiene como pilar declarar al islam incompatible con Alemania e incluye el armado de registros estrictos de organizaciones islamitas
Quieren exigir el cierre de las fronteras, endurecer el derecho de asilo y acelerar la expulsión de los extranjeros que representen una amenaza para la seguridad del país
Perseguir a los extranjeros que cometan delitos
Alentar financieramente a los inmigrantes para que regresen a sus países
Incentivar a los ciudadanos a que vuelvan a creer en la familia tradicional para el crecimiento poblacional
Apoyar un sistema diferenciado de escolarización de acuerdo a las habilidades de los alumnos
Llevar una mejor medicina a las poblaciones rurales del país
Resistir a la política internacional del cambio climático. La AfD cree que las declaraciones del Consejo Mundial del Clima al respecto son científicamente inseguras y que se basan únicamente en modelos de cálculo que no pueden describir correctamente el clima pasado ni el actual.

Estas propuestas (para nada nazis) aparecen en el diario La Nación, el mismo que luego paradójicamente lo califica de “neonazi”. El problema de banalizar términos de masacres es que representan una falta de respeto para aquellos que las sufrieron verdaderamente. Del mismo modo en que calificar a Israel como “estado apartheid” ofende a los negros sudafricanos que se han quejado públicamente por la comparación infame; llamar “nazi” o “neonazi” a un partido que de ningún modo promueve matanzas en masa ni limpiezas étnicas, constituye una falta de respeto a la memoria de los millones de judíos (y otros grupos) asesinados durante el genocidio más grande de la historia. Es banalizar el término para aplicarlo a cualquier opinión política diferente con la que no se está de acuerdo.

“Alternativa para Alemania” no es nazi ni extrema derecha. Es simplemente derecha moderada, y eventualmente llegará al poder, aunque el establishment y los partidos tradicionales del centro intenten evitarlo, porque la población europea está despertando lentamente, y reconociendo que tiene un problema serio con el islam.


  
En Argentina la comunidad islámica aún representa una minoría muy pequeña (alrededor del 1% del total de la población), y por tanto es aún vista como una minoría pacífica amante de la paz. En nuestro continente aún resta mucho tiempo -afortunadamente- para tener un problema serio con la islamización. Los atentados masivos y el terror constante ascenderán recién cuando el porcentaje de población musulmana sea relativamente alto. Mientras tanto, los grandes periódicos argentinos se ocuparán de calificar como xenófoba, antisemita e “islamófoba” cualquier expresión de derecha, por desconocimiento de lo que vivir bajo el terrorismo islámico significa. 

Por ahora la centroderecha liberal en América Latina se está centrando -oportunamente- en erradicar los populismos socialistas y las catástrofes económicas que la izquierda ha dejado. Más adelante, la sociedad argentina entenderá que el gobierno de centroderecha de Cambiemos (que ha ayudado mucho a limpiar el desastre de la izquierda), es insostenible en el largo plazo en la lucha contra el terrorismo (fueron Macri y Malcorra los que propusieron traer miles de sirios a la Argentina), y que se necesita una derecha fuerte y con determinación para sostener a nuestra nación. Será en ese momento, que, al igual que en el resto del mundo, resurgirá la derecha argentina con toda su fuerza, inspirada en la imagen del hombre al que no le tembló el pulso ni dudó un segundo en defender la soberanía nacional, Julio Argentino Roca.


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