lunes, 4 de septiembre de 2017

CUATRO NACIONES DE LIBERTAD, por Mario Santos


De regreso en el país, el joven columnista de La Pluma de la Derecha Mario Santos comparte sus reflexiones sobre lo observado y aprendido en el extranjero. 



CUATRO NACIONES DE LIBERTAD


Por Mario Santos.

Nacido y criado en Balvanera,
columnista de La Pluma de la Derecha.


En este enriquecedor viaje de dos meses del que hace poco he vuelto a la Argentina, tuve oportunidad de conocer cuatro países, todos ellos construidos sobre los mismos valores sobre los que se fundó nuestra gran nación. Valores a menudo llamados “sanmartinianos”, pero que también fueron los de Manuel Belgrano, Mariano Moreno, el Almirante William Brown, y varios otros fundadores de nuestra patria, descubrí que son compartidos por varias otras naciones que representan la expresión más pura de la libertad. 

En mi primer destino, Estados Unidos, descubro la gran nación a la que tanto admiraban Alberdi y Sarmiento, la que señalaban como un modelo a seguir, y de la que afirmaban con seguridad absoluta que se desarrollaría de manera firme en una potencia inquebrantable. Lo cual sucedió.

La sociedad probablemente más liberal del planeta, y al mismo tiempo la más severa en cuanto a cumplir la ley se refiere. 

Luego de mi paso por EUA cruzo el atlántico que me separa de Gran Bretaña, para conocer la cuna del capitalismo moderno y del liberalismo social. En Londres encuentro una bella ciudad cuya elegancia, arquitectura imponente, y símbolos clásicos logró mantener de manera impecable frente al avance del modernismo. Las cabinas de teléfono rojas, los colectivos de doble piso, y los pequeños taxis londinenses “transportan” al transeúnte a los ’60, y despiertan una nostalgia imposible de evitar al caminar aquellas calles.

Pero la arquitectura y la elegancia no son sólo eso: son un reflejo del elevado nivel de desarrollo de la sociedad inglesa (y de la europea en general). Yo siempre he sostenido que la arquitectura, el urbanismo y el aspecto general de las ciudades de un país (en fin, el aspecto de una nación), son un reflejo del desarrollo general de esa sociedad. 

Una de las ciudades que más tristeza me genera es Buenos Aires, donde conviven por un lado la arquitectura europea neoclásica, (construidos en su mayoría hasta la década de 1930), con los monoblocks soviéticos de viviendas, la famosa “caja de zapatos”, que comenzaron a aparecer en la década de 1940, (pero cuya expresión más brutal se dio en los ’70) y siguen siendo a la fecha el lenguaje arquitectónico de la Argentina.

De Londres me tomo un bus a París, que a la ida sube a un ferry gigante muy lindo, en el cual cruzamos el (erróneamente llamado en castellano,) Canal de la Mancha. (La vuelta la hice a través del Eurotúnel, en tren).

París es una ciudad hermosa, perfecta desde donde se la mire. Es muy parecida a Buenos Aires, o mejor dicho, a lo más bello de Buenos Aires. Imagine toda una ciudad con el aspecto de la Avenida Alvear o la Avenida de Mayo. Si bien París me pareció más bella (“hermosa” la define muy bien), a Londres la encontré más “elegante”. Por otro lado, desde lo cultural encontré más desarrollada a la sociedad inglesa, definitivamente. Los franceses son relativamente amables, pero los ingleses muchísimo más. Y no son sólo excesivamente amables, sino también respetuosos, ordenados, pacíficos, y tranquilos. Se evidencia en las filas del supermercado y en cualquier lugar público. Siempre están tranquilos, no apuran al de adelante, ni se ven altercados en la vía pública. Los homenajes a Winston Churchill se hacen presentes en ambas ciudades, y también a los libertadores americanos; aunque los bustos de San Martín, Bolívar, Miranda y otros en una plazoleta en Londres, se ven modestos comparados con las estatuas ecuestres de esos mismos en las plazas de París.


Por último, vuelo a Israel, ese joven estado que dentro de pocos meses cumplirá 70 años de vida, y que contiene algunos de los sitios históricos más espectaculares que se puedan visitar. Jerusalén, Galilea, Safed, y otros destinos míticos se convierten en la esencia de mi visita, a medida que voy conociendo varios de los hitos más importantes de la historia humana. No sólo aprendo sobre historia, arqueología y religión; sino también sobre terrorismo actual, en el que este país es experto combatiendo. Un lugar donde además, se sabe diferenciar muy bien entre terroristas y musulmanes. En ningún país del mundo probablemente los musulmanes gozan de tantos derechos y respeto por parte de las instituciones estatales como en Israel. Es realmente un ejemplo de diversidad cultural y étnica.

Es sólo después de conocer con mis propios ojos los rincones de mundo, que pude liberarme del relato de la izquierda. Los malvados opresores “capitalistas” (Estados Unidos), “colonialistas” (Reino Unido y Francia), “ocupadores” (Israel), son en verdad sociedades ultra-liberales donde el respeto por las libertades personales del individuo, y los valores occidentales están más vigentes que en ninguna otra parte del planeta.  Las creencias y convicciones de nuestros padres fundadores rigen las vidas de los ciudadanos de aquellas naciones. Son en cierto modo países más argentinos (en cuanto a lo que el “ser argentino” y sus valores representan) que el nuestro.

Y concluyo pensando: Probablemente me gustaría que mi Argentina se pareciera a ellos. Que fuera más argentina.


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