lunes, 24 de julio de 2017

INSULTOS Y AMENAZAS, LA CONSTANTE DE JORGE RIZZO



El Colegio Público de Abogados de la Capital Federal (CPACF) es una aberración jurídica y un mamarracho existencial. Sostengo esa opinión jurídica, política y filosófica; como así también que Jorge Rizzo, su actual presidente, es con total certeza el mejor representante que tal engendro podría tener.

Insultos y amenazas, la constante de Jorge Rizzo, presidente del CPACF.

La Ley 23.187, que dio creación al CPACF, es un compendio de hipocresías desde que declama tener entre sus finalidades "la protección de la libertad y dignidad de la profesión de abogado"; por eso a lo largo de su indeseable existencia no ha hecho más que coartar la libertad de los abogados y menoscabar su dignidad. Desde el vamos, la concepción corporativista de la ley lesiona la dignidad de la profesión: al dar por sentado que cualquier abogado para hacerse valer necesita el respaldo de un colegio profesional. En un esquema republicano, establecido a partir de una constitución de espíritu liberal, lo único que un abogado necesita para hacerse valer en cualquier circunstancia es su conocimiento y su convicción. Buscar otra cosa es contribuir a la eterna distorsión del sistema, y esa es la dignidad esencial de la profesión lesionada por la Ley 23.187.

Luego hay otra dignidad, que tiene que ver con la imagen a través de las formas, si se quiere la elegancia de la profesión, porque lo sustancial determina lo formal. Y ahí es donde la degradación de la abogacía toma carnadura en Jorge Rizzo. No estoy hablando aquí de aspectar en un sentido puramente estético, como podría darse al criticar la superficialidad física o el gusto meramente alejado de la belleza. Apunto a aquello que es la intencionada exaltación de lo desagradable, la úlcera que perfora la estética para con su podredumbre gangrenar la ética.

Jorge Rizzo, por elecciones en las que pese a ser obligatorias se niega a participar la mayoría de los abogados, preside el CPACF y dirige a la facción oficialista que da en llamarse "Gente de Derecho", hecha a su imagen y semejanza. Desde que se creó el CPACF el prestigio de la abogacía ha descendido a tal nivel que ese personaje, haciendo uso de expresiones que revelan su lógica barrabrava, puede insultar y amenazar a un colega desde un micrófono de radio sin que nadie se asombre.

Para entender el contexto, es preciso referir que en la asamblea ordinaria del 14 de Julio del 2017, el oficialismo del CPACF volvió a brindar su viejo espectáculo de títeres. Realmente conmovedor ver como los delegados del oficialismo, hombres y mujeres adultos, abogados, se colocan, a la vista de todos, en situación de títeres que sin hilos visibles responden a los dictados de Jorge Rizzo, quien los arenga y manipula a su antojo desde un costado del auditorio con gestos y ademanes.

Presidía la asamblea Eduardo Awad, abogado no vidente y oficialista del que sabíamos que no era mudo pero de arranque parecía haber quedado sordo, ya que desoía los pedidos de la oposición para dar tratamiento a cuestiones previas. En ese momento alguien le gritó "payaso", por lo que Awad sacó chapa de discapacitado voceando que un cobarde, al que desafiaba a identificarse, aprovechándose de su ceguera ¿? lo había insultado. Algún delegado, más de uno en realidad, se levantó atribuyéndose a viva voz la titularidad del calificativo, pero entonces Awad pareció volver a padecer la sordera del inicio y la sobreactuación no pasó a mayores.


A mi gusto, como ya se ha escrito en este blog, "payaso" es una expresión que no debe usarse como insulto ni sentirse como tal. Especialmente no debe ofenderse por ser llamado payaso nadie que intente hacerse el gracioso, cosa que luego intentó Awad cuando, ante una intervención de Dr. Ricardo Mihura Estrada de Bloque Constitucional que fue interrumpida por gritos y abucheos de la bancada oficialista, poniendo tonito de voz irónico dijo Awad: "Hay que escucharlo, dice cosas interesantes", lo que obtuvo las risas de su facción. Mihura Estrada, que es un caballero, no hizo ninguna parodia como la protagonizada por Awad, con su elegancia habitual siguió como si nada. 

Se votaron al fin los puntos del orden del día, con el resultado previsible. Como delegado de Bloque Constitucional me atribuyo, eso sí, el mérito de haber logrado junto con el Dr. Pablo Torres Barthé que ninguno lo fuera por unanimidad. 

Y ahí quedaba la anécdota. Nada memorable, pero al día siguiente Rizzo dijo por radio que quien llamó "payaso" a Awad fue el Dr. Pedro Pusineri, cosa que no me consta, vomitando luego una serie de insultos y amenazas. Palabras de tipo boomerang que dejan en claro las convicciones feudales, autoritarias y retrógradas de Rizzo.

En tanto presidente de la asamblea Awad recibió igual trato que cualquiera. Nadie, salvo él mismo, lo discriminó de ninguna manera por ser ciego. Resulta lamentable que Awad se estigmatizara como inválido cuando se le trataba en pie de igualdad, hizo un uso deplorable de su discapacidad intentando victimizarse ante una situación que no tenía ninguna relevancia ni trasfondo discriminatorio; consecuencia de sus dilaciones para atender cuestiones de previo pedidas por la oposición.

Doblemente deplorable, entonces, es la tardía explosión verbal de Rizzo, contribuyendo a encasillar la imagen de Awad como alguien que no puede defenderse por sí mismo, un pobrecito al que hay que dispensar un trato especial y no un abogado más. Allí aflora el concepto antes mencionado sobre la pérdida de la dignidad esencial: así como en el espíritu de la colegiación obligatoria ningún abogado es suficientemente apto para valerse por sí y necesita un ente corporativo que lo proteja, lo quiera o no, el presidente del CPACF asume un paternalismo absurdo que convalida prejuicios y estereotipos de inferioridad.

Tanto así que Rizzo, entre amenazas de "bajar dientes", proferidas desde la conveniente distancia de un micrófono, añadió esta bella y tierna frase de patroncito feudal: "A mí no me tocan ni la gente ni los empleados, otro infeliz le fue a tocar las manos a un empleado en un momento, al próximo que vuelva a tocar un empleado, le voy a bajar también todos los dientes, con los trabajadores no se jode, y con los discapacitados tampoco".

Para Rizzo, como para cualquier barrabrava, la violencia es la respuesta inmediata. Bueno, no tan inmediata  si se lanzan bravatas desde la seguridad de un estudio de radio y se dice que la próxima vez... en fin.

Lo que demuestra el mensaje de Rizzo es la negación de la dignidad humana. Un trabajador del CPACF, asume Rizzo, no está en condiciones de defenderse y un discapacitado tampoco, aunque sea abogado. Realmente nunca se me ocurriría insultar a un colega diciéndole que tal o cual incapacidad, que no le impidió ser abogado, lo hace merecedor de mi protección la quiera o no. Ese es un esquema paternalista de pensamiento mafioso, de ególatras o de cualquier otro sin aprecio por la institucionalidad que surge del Derecho, impropio de un abogado.

Por otra parte, acusa Jorge Rizzo al Dr. Pusineri de no tener mano izquierda, lo cual ciertamente constituye un lindo elogio pero inmerecido. No solamente el Dr. Pusineri tiene mano derecha y mano izquierda, sino que a los más "razonables" de Bloque Constitucional muchas veces nos parece medio zurdito. 

Finalmente, quiero llevar tranquilidad a los simpatizantes de Bloque Constitucional informando que ningún delegado ha sufrido la caída de sus dientes. Por ahora.


J. Santiago Tamagnone - Abogado (UBA)
Delegado de Bloque Constitucional en el CPACF


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López


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