A contrario de la barbarie, la civilización no es un estado de confusión e inconsciencia. Por eso las sociedades civilizadas diferencian el bien del mal, porque tienen clara conciencia de cuáles son las razones que las hacen ser tales. Y esas razones no son elementos materiales sino convicciones espirituales, que luego se materializan al exteriorizarse transformando la realidad desde la conducta y los objetos.
Darío "Onírico" Ávalos Policía Federal - GEOF |
Si la noción del bien no es protegida y diferenciada de la noción del mal, la barbarie reina por impulso natural. La Libertad, la más frágil de las conquistas humanas, se sostiene al alto precio de esa vigilancia constante. De allí la importancia de la vocación policial.
Antes de las voladuras de la Embajada de Israel y la AMIA, el mal absoluto, el terrorismo, ya se había cobrado muchas vidas en la Argentina. Fueron 23 las personas que murieron por el estallido, el 2 de Julio de 1976, de una bomba en el comedor de la Superintendencia de Seguridad Federal. El ataque fue realizado por la organización terrorista Montoneros, banda criminal de traidores a la Patria al servicio de la dictadura castrista, cuyo fin era imponer una tiranía eterna a los argentinos; como la que todavía hoy oprime al pueblo cubano y somete a Venezuela.
En recordación de ese atentado se conmemora cada 2 de Julio a los policías caídos en el cumplimiento del deber.
El nuestro es un país que por evidenciar grave daño institucional, degradación cultural y merma intelectual, sigue más cercano a la confusión de la barbarie que al esclarecimiento de la civilización. El kirchnerismo agudizó adrede esos males y montando un enorme aparato de propaganda y control social, como requisito de su proyecto totalitario, impulsó un proceso de desmemoria colectiva de tipo orwelliano. Fue tan efectivo ese proceso, que la encuesta sobre cultura constitucional elaborada para LA NACION por Poliarquía Consultores e IDEA Internacional (Institute for Democracy and Electoral Assistance), indicaba en 2015 que en Argentina el 73% estaba en desacuerdo o muy en desacuerdo con la idea de que en la sociedad "existe consenso sobre lo que está bien y lo que está mal". Sin ese consenso básico no es posible una sociedad civilizada.
Lo curioso y significativo es que la vocación policial se funda e inspira en la noción del bien. No deja de ser notable que en una sociedad como la nuestra, extraviada de su destino, olvidada de su historia, enamorada de las mentiras, pero aún así con espasmódicas reacciones en favor de lo correcto, haya quienes lleven con honor y dignidad el uniforme policial dispuestos hasta a dar su vida por los demás.
Es demasiado larga la lista de los policías caídos en cumplimiento del deber, esa sangre por sí sola demuestra que la vocación policial no es tan sólo un trabajo, algo que uno hace para vivir. Ser policía es algo que surge del altruismo de servir a los demás y por lo que, eventualmente, se muere.
Se necesita una fe mayor a la del común de las personas de bien, para vestir uniforme policial con la decisión de ofrecer la vida por preservar esa misma noción del bien.
En lo personal he tenido el honor de trabajar con muchos policías, federales, de la Ciudad y de distintas provincias; también llevo siempre presente a Darío Ávalos, "Onírico", con su vocación irrefrenable por ser Policía Federal y miembro del GEOF. Porque conozco el esfuerzo, la abnegación y la entereza que requiere serlo, valoro como ciudadano la vocación policial y no me es indiferente la sangre sobre el azul.
Seremos una sociedad civilizada cuando, entre otras cosas, sepamos valorar a nuestros policías.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López
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