jueves, 18 de mayo de 2017

DE LA CAPA DE "SUPERBERNI" A LOS CORDONES DE BURZACO


"Superberni", en la visión de Urgente24


Los kirchneristas son como las dictaduras, no hay ninguno que sea bueno; aunque dentro de lo malo algunos son peores que otros. Así, en el marco de lo que fueron las protestas de gendarmes y prefectos en Octubre de 2012 podía leerse este párrafo en La Pluma de la Derecha: 

Ya porque odian a los uniformados, ya porque quieren castigar más a una clase media que protesta, ya por malicia o inutilidad, lo cierto es que el Gobierno ha provocado una situación inédita en dos fuerzas de seguridad que cuentan con prestigio en la sociedad. Ambas fuerzas quedarán heridas por esta protesta que es un acto de indisciplina contrario a su esencia institucional. Algo ha fallado, claramente. Por ello, presentadas las renuncias de los jefes de la Gendarmería y la Prefectura está bien que se vayan, pues evidentemente han perdido el comando desde que no cumplieron con el rol de velar por los derechos de sus subordinados -impedidos de tener sindicato-; pero la Ministro de Seguridad también debería firmar la suya. Nadie la va a extrañar, y ni siquiera tendrían que rebanarse los sesos pensando a quién nombrar en su reemplazo. Ahí está Sergio Berni, que por lo menos no muestra sentir ese desprecio que Nilda Garré jamás se preocupó por ocultar.

De movida recordar aquellos hechos marca tanto el desmanejo del kirchnerismo como su brutal incapacidad para entender y gestionar cualquier cosa vinculada a la seguridad. En ese contexto, era notorio que Sergio Berni, comparado con la entonces ministro Nilda Garré, significaba algo menos malo. Malo, obviamente; pero no peor. 

Frente a ello y desde la Presidencia de Mauricio Macri, Patricia Bullrich representa una categoría totalmente distinta y mejor que sus antecesores kirchneristas. Por lejos. 

Desde luego su gestión, como toda gestión, puede recibir críticas que van de matices a serios cuestionamientos, especialmente en asuntos donde su responsabilidad es ineludible, pero la matriz de la gestión es diametralmente opuesta al flagelo kirchnerista desde que no hay intención de asfixiar a las fuerzas de seguridad ni atemorizar a la ciudadanía. 

Por el contrario, la voluntad de Patricia Bullrich expresa la intención de dejar trabajar a los uniformados y respaldarlos. Todo un cambio para un Ministerio que durante los 12 años de la década infame, por razones ideológicas vinculadas a la corrupción estructural del modelo K, se dedicó a humillar, retraer y estigmatizar la incumbencia profesional de las fuerzas de seguridad. Digamos, parafraseando esas muletillas de izquierda a las que nos acostumbramos durante el régimen, que el kirchnerismo montó un plan sistemático de aniquilamiento de toda vocación policial, fue en sí mismo (además de un fraude) un crimen de lesa seguridad. 

Sin embargo, conciente de la mala memoria de los argentinos, Sergio Berni ha salido a cuestionar la gestión de seguridad del actual gobierno, lo cual es realmente llamativo. Reporteado por Infobae, quien como secretario de seguridad pecó de personalismo y autobombo sin utilidad ni mejora de las instituciones, el mismo al que a la muerte de Nisman todos lo vimos donde no debía estar, afirma que no hay plan de seguridad al tiempo que propone despenalizar el consumo de marihuana y cocaína. Impresentable.

Durante el régimen kirchnerista no había siquiera el esbozo de un plan de seguridad, tampoco intención de combatir al narcotráfico o asumir siquiera el paliativo que representa enfocarse en las adicciones como mera enfermedad. Tanto era el abandono intencionado de la seguridad, que desde Nación se retaceaba colaboración a la Ciudad de Buenos Aires por mezquindad política. De manera imperdonable se especulaba con la inseguridad, que es decir el sufrimiento de la gente. Hoy, hasta en la peor de las evaluaciones cabe reconocer que si acaso no hay plan, en el sentido de sistematización y orden de una idea en ejecución, existe por lo menos una orientación general hacia el deber ser. 

Lo llamativo en las declaraciones de Berni no es el descaro con el que tantos kirchneristas siguen hablando, sino el flanco débil que encontró para relanzarse al ruedo político. Aprovechando el contraste de lo que fue su muy alto perfil (inútil pero alto) con el deslucido rol de Eugenio Burzaco en el mismo cargo, Berni señala que su modelo era conducir y que el modelo de gestión de su sucesor le resulta enigmático; por lo que ironiza: "me gustaría saber cual es el modelo de él".

Luego, como respondiendo a la estocada de Berni, Eugenio Burzaco aparece entrevistado en La Nación por Joaquín Morales Solá. Es una buena respuesta en términos de contraste. Entre Berni y Burzaco, aunque Eugenio no sea un genio, hay una distancia considerable en favor del actual Secretario de Seguridad. Claro que Burzaco, a pesar de la benevolencia con que lo entrevista Morales Solá, dice algunas cosas que podrían llevarlo a desdecirse otra vez, como cuando en septiembre de 2016 se pisó hablando sobre Isis.


Obviando el descaro de Berni, que si algo conducía era un circo sin gracia, más allá del notorio contraste entre el FPV y Cambiemos no hay un significativo valor agregado por parte de Burzaco a la gestión de seguridad. No solamente por el estilo de Burzaco, apocado, pausado o cansino en relación al trabajo, sino porque lo secunda Juan Patricio Furlong cuyos antecedentes como funcionario público no son buenos e incluyen haber sido designado director estatal en la empresa Consultatio por Axel Kicillof.

No voy a extenderme. Mi posición respecto de lo que falla en el Ministerio de Seguridad de la Nación es clara y bien conocida por los lectores de La Pluma de la Derecha, desde que lo puntualicé al elevar mi renuncia a la Ministro de Seguridad

Sí viene a cuento, esta anécdota del momento en que llevé la nota de renuncia a la sede del Ministerio. Estaba en planta baja, aguardando el sello de mi copia, cuando entra Eugenio Burzaco, quien al verme cordialmente me saluda y pregunta:

- ¿Todo bien?
- No, todo mal -respondí.
- Bueno... (dijo soprendido), hablemos...
- No, no es momento.
- Entonces después.
- Vemos.

Sin salir de su asombro, se despidió con un gesto de mano y siguió caminando hacia el ascensor. Noté en su andar que arrastraba por el piso, desatados, los cordones de sus zapatos, del par de zapatos, entonces lo advertí:

- Eugenio! (se dio vuelta) Atate los cordones, te vas a caer...


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
www.plumaderecha.blogspot.com
Estado Libre Asociado de Vicente López

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