lunes, 23 de noviembre de 2015

LAS OLAS RESIDUALES DEL RÉGIMEN K

"Yo al Che no lo hubiera invitado a mi casa"

Norberto "Pappo" Napolitano 



Con el el 99,17 de las mesas escrutadas, los datos oficiales indican que el 51,40% del electorado, es decir 12.903.301 votos, confieren al Ingeniero Mauricio Macri la condición de Presidente electo de los argentinos para el período 2015 -2019. 



Este triunfo de CAMBIEMOS, que pone fin al régimen kirchnerista y abre una esperanza cierta de reconstrucción republicana, me obliga a un gran esfuerzo para controlar mis emociones y conservar la moderación. La alegría es inmensa, sí, pero el estado del país sigue siendo deplorable porque el proyecto totalitario, aplicando un planificado proceso de desmemoria colectiva, estuvo cerca de consolidarse a fuerza de corromper las instituciones, la cultura y el intelecto del país. 

Cuando en el año 2003 se invitó al dictador Fidel Castro a la asunción de Néstor Kirchner fui uno de los pocos que comprendió cabalmente el significado de ese gesto y lo que se avecinaba. Ante el oprobioso espectáculo de ver al tirano comunista discursear en la Facultad de Derecho de la UBA, me juramenté que haría todo lo que estuviera a mi alcance para impedir que los enemigos de la Patria lograran aquello mismo que en los años de plomo se supo impedir por las armas. 

A punto de cumplir medio siglo de vida, acredito doce años de constante e ininterrumpida resistencia contra la última oleada comunista; disfrazada de "populismo" por falta de guerrillas. El domingo 22 de Noviembre toda esa corriente totalitaria arrojó su gran ola final para estrellarse contra el murallón de Patria, República y Libertad, en el que humildemente como tantos otros puse mis ladrillos. Una satisfacción personal que no compensa la pena por el profundo mal que se hizo al país y cuyas consecuencias vamos a padecer durante mucho tiempo. 

Vendrán otros embates de olas residuales que deberemos enfrentar, como ya lo anticipa la esperable falta de autocrítica exhibida por Aníbal Fernández y su pretensión, falsa por cierto, de querer mostrar al kirchnerismo como la mitad del país. Eso no es meramente la opinión personal del Jefe de Gabinete de Ministros de Cristina Fernández sino la estrategia acordada por el régimen para sobrevivir, como demuestra la tapa del diario Página/12. 


No hay dos países, bajo ningún concepto. Al kirchnerismo hay que ponderarlo en alrededor del 30% del electorado y en declive. Si ese caudal llegó al 48,60% fue por cuatro razones poderosas, a saber: 

1.- Clientelismo político a través de la asistencia económica del Estado.
2.- Voto iluso peronista, incluso antikirchnerista, confiado en que Daniel Scioli sería "más Scioli que nunca".
3.- La exitosa campaña del miedo. Toda sociedad víctima del totalitarismo genera cobardes. El temor ha sido grosera y sutilmente insuflado por el régimen desde su llegada al poder, por esa razón el proselitismo sucio logró aportar un buen número de votos. 
4.- Hay que decirlo, el rechazo visceral que Mauricio Macri genera en parte de la población, fruto de prejuicios de clase y repudio a su padre que vienen de antes del kircherismo pero que se potenciaron con su clima de época. 

Conviene recordar muy bien lo que el kirchnerismo ha sido en el gobierno para entender lo que enseña Julio Bárbaro: "el marxista ortodoxo se expresa como demócrata cuando está en minoría y te manda derecho a Siberia cuando es dueño del poder". Quisieron dividir y enfrentar al país desde el gobierno, no serán distintos en la oposición aunque aparenten otros modales.

Es importante, en función de lo mucho que debe hacer el nuevo gobierno, no permitir que el kirchnerismo se presente como un condicionante más poderoso de lo que es. Para ello será fundamental demostrar desde el vamos, con las primeras medidas, que el mal llamado "modelo" no es "irreversible" y que el único "proyecto nacional" consensuado por los argentinos es vivir bajo la supremacía de la Constitución Nacional.

Los vencimos por las armas en los '70. Los vencimos por el voto en 2015. Y los venceremos todas las veces que sea necesario. 

¡Ah! Por aquello tan vital de mantener la sonrisa y el buen humor, no quiero olvidarme de agradecer al General Julio Argentino Roca haber encargado a una bruja la maldición de Rocha en 1882. Otro gran servicio a la Patria coronado con la victoria sobre, vaya paradoja, el "Frente Para la Victoria". 

Y es que yo no creo en las brujas, pero... que las hay ¡las hay!  


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López