domingo, 19 de abril de 2015

KISS el largo beso del adiós




Hubo un tiempo lejano en que el rock parecía ser cosa de jóvenes. No es este. El jueves 16 de Abril presencié en el Estadio de Vélez Sarfield el show celebración de los 40 años de KISS.

Gene Simmons como "El demonio", y Paul Stanley como "El chico estrella" (lo de "chico" ya es un chiste) son lo que queda del Kiss original. El cuarteto se completa  con el guitarrista Tommy Thayer, que tomó el lugar de Ace Frehley como "El hombre del espacio" y Eric Singer en batería interpretando a "El hombre gato" que supo ser Peter Criss. Toda gente mayor que tiene entre 55 y 65 años, por lo que uno se pregunta ¿qué pasó con aquella consigna de "vive rápido y muere joven"?



La perdurabilidad de los gerontes, llámese Rolling Stones, Kiss o Megadeth, por citar algunos de los que piden permiso en el geriátrico para salir a tocar, tiene una explicación posible en el agotamiento del talento, porque acaso las bandas nuevas no logran ser más que un fallido eco de las bandas viejas. El rock está muerto y sólo quedan sus fantasmas, podría especularse después de escucharse -entre acoples varios- el sonido sin ninguna originalidad de "Blazer", la banda que hizo las veces de soporte y logró ser soportada. 



No llegó a estar colmado el José Amalfitani, había lugar en el campo y en las gradas. El público, a esta altura de la vida, resultó completamente familiar. Abuelos, padres e hijos, desde ancianos reblandecidos hasta niños con la cara pintada para los cuales, con evidente razón y llevando en los ojos la ilusión del circo, lo mismo les daba ver a Kiss que a Piñón Fijo. 



Media hora después de lo anunciado arrancó el show, casi un partido homenaje. Están viejos, pero bien conservados cabe admitir. Además, el fervor del público los pone más allá del ridículo. La multitud rugía ante cada gesto del ritual, incluyendo el saludo demagógico que Paul Stanley no se cansó de repetir con su voz aflautada, "Buenous Aires, Aryentina". Así, cuando mencionó a "Santiagou de Shile" una atronadora silbatina le hizo recapitular risueño: "Ok. Entiendou.. no like Santiagou de Shile: ¡you are the number one!". Todos dicen lo mismo cuando van a Springfield.



Con muchos coros acompañando fervorosamente desde campo y plateas cada canción el recital fue una fiesta. Eso sí, me pareció que cuando tocaron Lick It Up  algunos cantaban "¡Sí Miguel!", como en la propaganda de Anaflex. Con el correr de los minutos la noche se puso fresca y para el bis del final Paul Stanley, de brazos musculosos pero edad en que una bronquitis puede hacerse neumonía parece haber tenido frío, entonces alguien del club le dio una camiseta de Vélez para abrigarse. Se la puso sobre el velludo torso y así iba saliendo al escenario, pero lejos de calentarlo esa prenda le trasmitió al pecho un frío tan gélido que aterrado se la arrancó dejándola caer. 

Los viejos hits, la potencia sonora, el circo de fuegos artificiales, los arneses para elevar a Gene Simmons en su acto de lengua ensangrentada o pasear a Paul Stanley hasta el centro del campo, la escupida de fuego, las luces y 40 años de escenario hicieron de la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser una noche agradable. Kiss, al fin de cuentas, sigue siendo Kiss, no se han degradado al extremo de volverse "Los Cau", aquella banda de "chamamé tropical" que los imitaba en el maquillaje y que mereció la siguiente crítica por uno de sus discos: "Es increíble que un disco tan redondo lleve una música tan cuadrada".



En lo personal, aunque me gustan algunas canciones de Kiss, lo mejor de la banda es el histrionismo de Gene Simmons, al que destaco como actor por su papel en la película "Buscado vivo o muerto" interpretando al muy malvado Malak Al Rahim, el terrorista perseguido por Rutger Hauer y que al final recibe su merecido.

Kiss cumplió 40, y el largo beso del adiós, de no romperse ninguna cadera, va a llegar, al menos, hasta los 50.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López.