miércoles, 25 de noviembre de 2015

LA TRANSICIÓN COMO OBJETIVO CULTURAL.



Los modos miserables con que Cristina Fernández de Kirchner se apresta a concluir su presidencia son los menos democráticos de la historia argentina. Hasta el General Reynaldo Benito Bignone, el último de los militares que fueron presidentes de facto, obró civilizadamente cuando la vieja dictadura cedió el mando al electo Presidente Raúl Ricardo Alfonsín. 

Tanto rehusarse a la foto con Mauricio Macri como negar colaboración para una transición ordenada, cosas que se dan normalmente en los países donde por imperio de constituciones republicanas la alternancia política no implica ninguna tragedia, evidencia el carácter autoritario de Cristina Fernández. En su mezquina concepción de la política, Cristina Fernández no es capaz de comprender el término "transición democrática", prefiere en cambio obrar como usurpador que resiste el desalojo; demostrando así que toda esa perorata respecto a que "la Patria es el otro" nunca fue más que un eslogan hueco. La consecuencia es que el 10 de Diciembre ella no vivirá internamente la asunción de Mauricio Macri como una mera transferencia del poder, sino como una claudicación. 

Ratifica esto algo que reiteradamente se ha señalado en La Pluma de la Derecha, el kirchnerismo deslegitimó a su propio mando, surgido de iure, para gobernar de facto al despreciar la Constitución Nacional por subordinarla a la voluntad presidencial. La degradación institucional, cultural e intelectual de los argentinos, lograda por el régimen en doce años infames de gobierno, se manifiesta en groserías de esta clase.

Admiradora de Fidel Castro y su tiranía, naturalmente los deseos y modos de Cristina Fernández se parecen más a los del comunista venezolano Nicolás Maduro que a los del republicano chileno Sebastián Piñera. Por eso no sorprende, en la triste cuenta final, la diferencia abismal con la educada cortesía exhibida en la transición chilena de 2013 cuando Piñera llamó a Michelle Bachelet generándose un diálogo admirable. Tan admirable, que ningún argentino de bien puede al verlo no experimentar cierta mezcla de envidia y vergüenza en la comparación de realidades. Surge de allí un claro objetivo para el nuevo gobierno: si al terminar su Presidencia Mauricio Macri logra emular a Piñera podremos tener la certeza del éxito cultural de su gestión. 



Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López








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