jueves, 6 de agosto de 2015

PRIMAVERA PARA ELISABET


Argentina dejó de ser República y acaso, hermosa palabra la palabra "acaso" aunque -a veces- pueda tener connotaciones terribles, esté dejando también de ser un país; sin embargo en este territorio habitado por gente irracional, acá donde la ficción  es una bestia obesa que se alimenta de la realidad, todo puede suceder. No hay historias que puedan, a priori, ser desechadas por disparatadas.

Así es posible pretender escribir ficciones humorísticas y resultar el intento un crudo choque con la realidad. Convengamos que los mitos y leyendas nos atraen más que la verdad, por ejemplo: la Argentina Potencia fue una ambición legítima devenida expresión propia de sobremesas opíparas con profuso riego etílico, por eso a nuestro ser nacional le bastó imaginarse antes que ser, entonces disfrutamos el futuro siendo los mejores entre los mejores desde la bamboleante perspectiva del holgazán que, agotado por el esfuerzo de llegar de la mesa a la cama, se convence, sin necesidad de grandes argumentos, sobre la conveniencia de aguardar al otro lunes para empezar a cambiar sueños por realidad. Soñar es fácil, y si hacer los sueños realidad no resulta igual de sencillo basta conformarse con  seguir el ensueño hasta que, por alguna mágica intervención del destino, la realidad se ablande un poco. Bah! un poco no: bastante, porque mientras sea más dura que soñar es preferible esperar, ¡si soñar no cuesta nada!... Como decía Fatiga en la barra de la esquina: "Trabajás, te cansás... ¿qué ganás?".

A horas casi de las elecciones primarias para elegir Presidente y otros cargos, los discursos de campaña eluden prometer esfuerzo, el proselitismo se hace con abrazos y sonrisas plagiadas que son augurios de felicidades por venir. Sonríe el oficialista Daniel Scioli prometiendo que "no vas a perder lo que tenés y vas a ganar lo que te falta", todo con fe y optimismo, sin pensar en la década robada. Sonríe también, aunque menos, Sergio Massa, el desencantado del modelo que tras preguntar "¿taj ahí?" promete endurecer las penas de los delitos; como si alguna vez se hubiera resuelto algo de la inseguridad por la formalidad de leyes duras que no se cumplen. Y sonríe, incluso baila, Mauricio Macri prometiendo que Aerolíneas Argentinas seguirá estatal, el opositor que no quiere parecerlo tanto y al cual votaré por descarte, con la leve esperanza de haberlo escuchado decir: "Vos tenés que respetar la Constitución, no podés estar por arriba de la ley".  

Esa es la tristeza de la vida política argentina, que de tan pobre ya es miseria. La vivimos obligados a bajar la vara casi al ras del piso para conformarnos con una promesa de cumplir y hacer cumplir la Constitución Nacional, lo básico y mínimo. 

Nadie entre nosotros promete las lágrimas, el sudor y la sangre con que lideres democráticos han sabido exaltar la abnegación patriótica de sus pueblos en circunstancias adversas, cuando la historia impone optar entre aceptar la decadencia o buscar la grandeza. No hay un Churchill, ni un Kennedy, en la menos que mediocre dirigencia argentina. Y en este contexto de territorio con gente arriba, Cristina Fernández de Kirchner esbozó una justificación del nazismo con tufo a confesión kirchnerista. Ella, quien tantas veces sostuvo  que Néstor Kirchner llegó en 2003 a un país devastado, explica ahora que Adolfo Hitler llegó porque Alemania había sido humillada. El paralelo es evidente.

Necesariamente el proyecto totalitario del kirchnerismo, con mucho de stalinismo porque son comunistas, tiene puntos de contacto con el nazismo, especialmente en el uso inescrupuloso de los medios del Estado para montar un importante aparato de propaganda y control social. Y si bien los tiempos han cambiado haciendo disimular la brutalidad, a veces los kirchneristas se sienten tan impunes, tan convencidos de poder obrar a sus anchas en una sociedad desmemoriada, como para copiar sin tapujos la propaganda nazi. 


Es tan serio que merece ser tomado en broma. Y es que, tal como me enseñó el Dr. Horacio Vaccari, cuando el humor se pierde todo está perdido. Luego es fácil comprender porque Mel Brooks y otros humoristas extranjeros han hecho humor sobre Argentina como refugio de nazis. Pero, como el país es difuso en lo que a diferenciar realidad de ficción se refiere, también podría resultar que aquella anécdota contada por Carlos Perciavalle sobre que, en 1968 junto a China Zorrilla, conoció a Adolfo Hitler y Eva Braun en Bariloche, no fuera tan delirante como el perfil del gran cómico uruguayo hiciera suponer. Así como hace poco fue noticia el descubrimiento de ruinas nazis en Misiones, quizá surja nueva evidencia para sostener que Adolf Hitler no se suicidó en 1945, bien podría ser cierto que escapara hacia la Argentina y se haya dedicado a dar clases de oratoria...


Está bien, admito que cualquiera cruza las manos sobre el pecho en un discurso. Eso sí, no olvidemos que lo que no hace cualquiera es copiar los afiches del Partido Nazi. De todas formas el modo de bailar que exhibió en Cristina Fernández en sus tiempos de vestir luto es sospechoso. Nótese la correspondencia de su coreografía con la línea de expresión corporal, onda fiebre de sábado por la noche, en la versión alocada del propio Adolf. 


En la película del 2005 "The producers" (Los Productores), el personaje interpretado por Will Ferrel es Franz Liebkind un compositor nazi autor de "Primavera para Hitler"; un bodrio tal que, a criterio de los protagonistas, dos productores teatrales, les garantizaba el fracaso que buscaban para consumar su estafa y convertirse en millonarios. En un pasaje memorable, Franz asegura que el nombre completo del Führer era "Adolf Elizabeth Hitler". Ajá! Pues bien, ¿cuál es el segundo nombre de la conductora del proyecto kirchnerista?; ¡Sí!: ¡Elisabet! Es, por cierto, una buena explicación para ese baile estilo "La jaula de las locas" o Locomía que exhibe el Führer (no confundir con "El Furia") en esa foto, mucho antes de la psicodelia y la música a gogó.

"¡Por favor, Corbat! ¿Cómo se te ocurre que haya similitud?"
Supongamos que el viejo Adolfo estuvo alguna vez por Tolosa, no digamos que haya sido el padre porque eso sería "too much", como suele exclamar CFK para mostrar sus amplios conocimientos idiomáticos sólo comparables con su saber de la historia. Pero supongamos que, en algún momento, pasó por Tolosa y esa afinidad de compartir el mismo segundo nombre despertó una simpatía entre la niña Cristina y el abuelito bávaro. Pudo ocurrir, esto es Argentina, que Adolf notara en la pequeña cierto carácter, un no sé qué gestual que lo impulsara a darle algunos tips (claro que no se decía "tips" en ese tiempo) para mejorar su histrionismo. Cosas como la importancia de señalar con el dedito acusador y usarlo, por ejemplo, para escrachar a otros abuelitos, digamos los amarretes. El dedo índice, como se sabe, es un arma fundamental para todo aspirante a dictador. 


Hasta es posible que, antes de volverse a Bariloche, le haya trasmitido algunos consejos de la más avanzada teoría oratoria, como éste, acaso expresado con esa simpática tonada de los gauchos alemanes: 
"Siejmpre, mi gerida Elisabet, rejcuerda ésta enseñanza de tu tío Adolf Elizabeth: cuando des un discurso habla para el más idiota del auditorio; tu le hablas al más idiota y todos los demás bajarán a su nivel de infradotado para mostrarte cuán obsecuentes son".

Y vaya que hizo escuela, porque ese infradotado, prototipo del perfecto idiota latinoamericano que decía seguir a CFK por valores y principios ¿?, ese que repetía sin cansarse que Daniel Scioli era "el manco del espanto", ahora no solamente lo considera "el hombre del proyecto" y "el salvador del modelo" sino que va a sus actos de campaña y cuando lo escucha hablar cree, sin equivocarse, que habla para él. 

Argentina, país de buena gente...


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López


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