lunes, 15 de junio de 2015

EL TEST DEL CAMBIO (infalible)


"La década ganada" es una expresión acuñada por el kirchnerismo con la pretensión, claramente orwelliana, de dar por cerrada cualquier discusión sobre la valoración que merecerá en la historia el período que va del 25 de Mayo de 2003 al 10 de Diciembre de 2015. Ese concepto, de cosa juzgada, es particularmente reforzado por La Cámpora cuando proclama que el modelo es "irreversible". 

Sin embargo, la realidad con su tozudez de cuna sigue empecinada en contradecir el relato; por lo que los sondeos de opinión muestran que buena parte del electorado (está por verse si la mayoría) pretende algún cambio. Así, Sergio Massa se postula como el candidato presidencial para "el cambio justo", lo que no deja de ser una curiosa respuesta frente al cambio liso y llano que representaría Mauricio Macri, quien recientemente ha declarado que "queremos un cambio cultural con gente que no haya tenido protagonismo en el kirchnerismo". Desde luego los precandidatos oficialistas, Florencio Randazzo y Daniel Scioli, no proponen cambios sino la continuidad del modelo.  

Un cambio cultural es más que la búsqueda de nombres no contaminados de complicidad con el régimen, porque al fin de cuentas revertir el 54% de los votos necesita sí o sí de un porcentaje de conversos. La sinceridad del cambio no pasa pues por los nombres; lo que hará la diferencia será la filosofía, principios, metas y medios de la acción política en el manejo de la cosa pública. El cambio necesario, entonces, es volver a la supremacía de la Constitución Nacional, desde esa convicción suscribo como mías las palabras de Mauricio Macri, en su sentido profundo y no en el superficial de ser dichas para negar un acuerdo con Sergio Massa. El régimen kirchnerista deja un país dañado en lo institucional y degradado en lo cultural, revertir esa pendiente decadente exigirá un esfuerzo colosal que sólo podrá ser sobrellevado con vocación acuerdista.


Resulta oportuno, a tenor del test que trataré renglones abajo, reiterar algo que ya hice público: mi voto acompañará a Mauricio Macri para Presidente de la Nación y a María Eugenia Vidal para gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, porque yo quiero un cambio contundente que saque al país de la huella de Venezuela y lo mantenga en un rumbo republicano; bien distinto a lo que representa el kirchnerismo.


Ahora bien, considero que el cambio es posible y necesario, pero tengo dudas (acaso, hermosa palabra la palabra "acaso", porque no logro librarme de la jactancia de ser un intelectual) sobre qué tan profunda sea en el PRO la voluntad del concretarlo. Desde que Giuseppe Tomasi escribió su Gattopardo queda en claro que todo puede cambiar para que nada cambie, 

Lo bueno es que sabremos el mismo día de la asunción presidencial si el nuevo gobierno, gane quien gane, sustancialmente será de cambios o de continuidad. El test es infalible y muy simple: Si el Presidente electo en octubre designa "Ministro de Cultura" (cargo creado de facto por un inconstitucional decreto de pretendida necesidad e inexistente urgencia dictado por Cristina Fernández) estaremos en presencia de un gobierno de continuidad que convalidará los ataques del régimen a la Constitución Nacional, por el contrario si designa "Secretario de Cultura" ignorando por inconstitucional al Decreto 641/2014 y ajustándose a la redacción debidamente sancionada de la Ley de Ministerios, sin las modificaciones pretendidas de facto por la mera voluntad presidencial, estaremos en la senda del cambio hacia la supremacía de la Constitución Nacional.

Desde mi conciencia cívica esta cuestión no es negociable, seré oficialista u opositor no desde mi voto sino desde esa decisión concreta del nuevo presidente, quien si quiere que el área de Cultura tenga rango ministerial deberá proponer al Congreso que modifique la Ley de Ministerios, declarada especial en la Constitución Nacional y violentada por Cristina Fernández.

Lo contrario, sostener el facto sobre el iure, sería perpetuar la subordinación del orden constitucional a la voluntad presidencial, avalar la gestión de Teresa Parodi al frente de la siniestra burocracia y justificar la existencia de engendros de pesadilla orwelliana como la "Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional" al mando del filósofo Ricardo Forster.

Hay que terminar con esa lacra totalitaria que en nombre de la cultura desvirtúa los medios del Estado en un inaceptable aparato de propaganda y control social. Si el área de cultura merece ser Ministerio es algo que debe discutirse y eventualmente resolverse por derecha, es decir: siguiendo los procedimientos establecidos por la Constitución Nacional. No acepto nada menos.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
www.plumaderecha.blogspot.com
Estado Libre Asociado de Vicente López





1 comentario:

  1. Me parece acertado el test del cambio, que el regulador de la conducta del nuevo presidente sea la Constitución Nacional y no hermenéuticas oscuras de la Secretaría Legal y Técnica que lo único que han hecho en esta década "robada" fue y sigue siendo dar fundamentos de aparente legitimidad a decretos y proyectos de ley que buscan el provecho personal de CFK. Respecto de la cuestión "Cultura", desarmar el aparato propagandistico es fundamental. Y me parece que un buen test o indicador sería dotar de pluralidad a la televisión pública (hoy oficialista), para lo que propongo que el directorio este compuesto por las fuerzas políticas que tienen representación parlamentaria y que sea ese mismo directorio, el que tenga facultad suficiente para evaluar si se dan las condiciones para transmitir "cadenas nacionales".

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