San Valentín es una de esas celebraciones foráneas que nos trae la globalización, vale. Pero no de aquellas que conviene rechazar a ultranza, pues aunque tenga impronta anglosajona y hollywoodense, su origen es romano.
Entre el querer de la historia y la leyenda ocurrió que en el año 270 un sacerdote cristiano, Valentín, fue ejecutado por oficiar las bodas entre jóvenes que había prohibido el emperador Claudio II, llamado "El Gótico" por sus victorias militares frente a los godos, quien creía que los solteros serían mejores soldados.
Como sea, San Valentín está entre nosotros instalado en el calendario. Lo bueno del asunto, además de la idea romántica, es que una identidad cultural saludable es capaz de receptar lo ajeno y convertirlo en propio. Al fin de cuentas esa es la historia de la inmigración, de la Argentina como idea. Sólo se necesitaba encontrar una propuesta bien de nosotros, algo que no sea una copia absurda de subirse al Empire State u otras gringadas por el estilo.
Así, Bebop Club acertó en programar una velada íntima de románticas melodías tangueras. Una celebración de San Valentín de marcado perfil gardeliano, con Andrés Linetzky en piano y la voz de Ariel Ardit. Un lujo.
Ariel Ardit es dueño de una voz impecable, escucharlo en vivo era algo que me debía y supera en mucho la buena experiencia de sus grabaciones. La interpretación que hizo de "Tú", de Dames y Contursi, me pareció de antología. Otro punto alto lo marcó "Lejana tierra mía", de Gardel y Lepera, un tango que siempre me conmueve y especialmente ahora, en este tiempo donde a veces uno se siente extranjero en su propio país; a lo mejor por eso mismo "Desencuentro", de Troilo y Castillo, sonó sublime.
La sorpresa de los músicos invitados y las cantantes Adriana Oviedo y Lidia Borda, le sumó todavía más talento al show, pero especialmente ese espíritu de cofradía y recalada que es propio del Tango. Especialmente en esa función de medianoche que se extendió hasta las 02:50 hs; lo que de todas formas se sintió temprano.
Un párrafo aparte merece Bebop Club, elegante lugar de ambientación muy agradable y sonido perfecto en el sótano de Aldo's. Justo para escuchar tangos como a mí me gusta, confortablemente sentando, con buena bebida sobre la mesa y en compañía del deseo.
Es posible que ir a escuchar a Ariel Ardit en Bebop Club (lleno total en las dos funciones, una constante de Ardit) se convierta en el clásico tanguero del San Valentín porteño. Y hasta podría dar lugar a una tercera función, porque Linetzky y Ardit, como corresponde a los buenos exponentes del Tango, van mejorando a medida que avanza la noche; acaso, hermosa palabra la palabra "acaso", merezcan ser empujados hasta despuntar la madrugada.
San Valentín en Bebop Club ya pasó, pero queda la posibilidad de disfrutar allí mismo las presentaciones de Ariel Ardit y Andrés Linetzky los restantes sábados de Febrero. No se lo pierdan.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
www.plumaderecha.blogspot.com
Estado Libre Asociado de Vicente López
Entre el querer de la historia y la leyenda ocurrió que en el año 270 un sacerdote cristiano, Valentín, fue ejecutado por oficiar las bodas entre jóvenes que había prohibido el emperador Claudio II, llamado "El Gótico" por sus victorias militares frente a los godos, quien creía que los solteros serían mejores soldados.
Como sea, San Valentín está entre nosotros instalado en el calendario. Lo bueno del asunto, además de la idea romántica, es que una identidad cultural saludable es capaz de receptar lo ajeno y convertirlo en propio. Al fin de cuentas esa es la historia de la inmigración, de la Argentina como idea. Sólo se necesitaba encontrar una propuesta bien de nosotros, algo que no sea una copia absurda de subirse al Empire State u otras gringadas por el estilo.
Así, Bebop Club acertó en programar una velada íntima de románticas melodías tangueras. Una celebración de San Valentín de marcado perfil gardeliano, con Andrés Linetzky en piano y la voz de Ariel Ardit. Un lujo.
Ariel Ardit es dueño de una voz impecable, escucharlo en vivo era algo que me debía y supera en mucho la buena experiencia de sus grabaciones. La interpretación que hizo de "Tú", de Dames y Contursi, me pareció de antología. Otro punto alto lo marcó "Lejana tierra mía", de Gardel y Lepera, un tango que siempre me conmueve y especialmente ahora, en este tiempo donde a veces uno se siente extranjero en su propio país; a lo mejor por eso mismo "Desencuentro", de Troilo y Castillo, sonó sublime.
La sorpresa de los músicos invitados y las cantantes Adriana Oviedo y Lidia Borda, le sumó todavía más talento al show, pero especialmente ese espíritu de cofradía y recalada que es propio del Tango. Especialmente en esa función de medianoche que se extendió hasta las 02:50 hs; lo que de todas formas se sintió temprano.
Un párrafo aparte merece Bebop Club, elegante lugar de ambientación muy agradable y sonido perfecto en el sótano de Aldo's. Justo para escuchar tangos como a mí me gusta, confortablemente sentando, con buena bebida sobre la mesa y en compañía del deseo.
Es posible que ir a escuchar a Ariel Ardit en Bebop Club (lleno total en las dos funciones, una constante de Ardit) se convierta en el clásico tanguero del San Valentín porteño. Y hasta podría dar lugar a una tercera función, porque Linetzky y Ardit, como corresponde a los buenos exponentes del Tango, van mejorando a medida que avanza la noche; acaso, hermosa palabra la palabra "acaso", merezcan ser empujados hasta despuntar la madrugada.
San Valentín en Bebop Club ya pasó, pero queda la posibilidad de disfrutar allí mismo las presentaciones de Ariel Ardit y Andrés Linetzky los restantes sábados de Febrero. No se lo pierdan.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
www.plumaderecha.blogspot.com
Estado Libre Asociado de Vicente López
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