Algunos días me parece volver a escuchar la música de Orion's, cuando me siento "como un ladrillo de cinco lados / que no cabe en ningún hueco, / y no queda en ningún costado". Aunque no quiera, la escucho bastante seguido.
De movida ir al kiosco de revistas a elegir un matutino me recuerda que no tengo posibilidad de generar ningún vínculo fiel como lector de diario alguno, porque toda la oferta informativa está copada por medios regiminosos o progresistas. Ningún diario, de los que pueden adquirirse en Vicente López, (entiéndase Capital Federal y el Conurbano Bonaerense) satisface hoy el interés de un lector de Derecha. Ni en la prioridad de las noticias, ni en el enfoque, existe medio periodístico que no se encuentre sometido a los parámetros de la corrección política según la izquierda y el progresismo. La contaminación cultural que padece la Argentina es explícita en materia de medios de comunicación, divididos entre los propagandistas del régimen y los desorientados que no pueden quitarse la mordaza diseñada por la intelligentzia de la zurda,
Por descarte a favor de lo más potable hoy compré un ejemplar de La Nación, diario que hace mucho tiempo dejó de ser aquella "tribuna de doctrina" levantada por Bartolomé Mitre.
El 2015 va perfilando que sus protagonistas principales serán sapos y ratas.
Leo entonces lo que hay. La sección política inicia en la página 8, que está enteramente dedicada a comprar espejismos naranjas. Según el editor "El juego de Scioli de desmarcarse cada tanto del Gobierno podría costarle caro. El candidato presidencial necesita del voto kirchnerista para ganar". El equívoco es evidente, Daniel Scioli nunca se desmarcó del gobierno de Cristina Fernández. Ninguno de los gestos que, propios de su estilo flotador, quieren ser interpretados como diferencias con el kirchnerismo tienen entidad suficiente para redimirlo de su condición de felpudo.
En la misma tónica, la nota principal de la página, a cargo de Mariana Verón desde el título se interpreta lo dicho por Jorge Capitanich como parte de la interna del FPV: "El Gobierno advirtió a Scioli: 'O están de este lado o del otro'".
De un modo increíblemente superficial está obviando la periodista que la advertencia no es a Scioli, ¿quien gastaría advertencias en el felpudo bajo sus pies? Cuando Capitanich dice: "La línea divisoria de aguas en la sociedad argentina está clara: o están con los grupos económicos y mediáticos concentrados que conspiran contra los intereses del pueblo argentino o están o estamos con este proyecto político que ha transformado la Argentina", lo que en verdad está haciendo es amenazar a todo el que se crea ciudadano de la República Argentina. Aquí, evidencia Capitanich, la voluntad presidencial es soberana y la Constitución Nacional es letra muerta, o te unís a la trinidad líder, pueblo, proyecto, donde no hay espacio para ciudadanos, o sos enemigo.
Más allá del inaceptable trazado de trincheras que pretende el relato oficial, y que la opción es totalmente falsa, el verdadero enemigo al que ataca el kirchnerismo es la Constitución Nacional. El proyecto totalitario en marcha, del que Scioli es parte, sigue los mismos parámetros que George Orwell describe en "Rebelión en la granja" y "1984". El naranja no es más que otra manifestación de las mentiras e hipocresías reinantes, un buen ejemplo de "doblepensar".
Cita Gabriel Sued, en nota de la misma página, palabras de pretendido autoelogio pronunciadas por Scioli: "Si hay algo que está claro es mi conciencia, previsibilidad y mi compromiso, ocupando grandes responsabilidades institucionales dentro de la política desde el año 2003". Sus grandes responsabilidades institucionales coinciden con el marcado deterioro institucional de la República. El flotador admite que su credo es permanecer en el poder por el poder mismo, a cualquier precio, pero ni por error habla de cumplir con la Constitución Nacional, defender el sistema republicano o bregar por la transparencia y la verdad (como demuestra la columna editorial de página 24, que mencionaré al final). Scioli es kirchnerista, con lo peor del kirchnerismo a cuestas, y por aquello de que una mano lava la otra el garante de la impunidad que necesitan los actuales personeros del régimen.
Sigo leyendo, y en página 9 veo las consecuencias de la guerra cultural que el zurdo progresismo viene ganando ampliamente. Margarita Stolbizer, radical, no habla de volver a la supremacía de la Constitución Nacional y jugando entre socialistas quiere hacer buena letra izquierdista, por eso dice que el proyecto de UNEN es incompatible con posturas de derecha. Otra cavadora de trincheras. Otra funcional al régimen rebajándose al nivel de zurdería de Humberto Tumini, que miembro de la banda terrorista ERP en los '70, ahora discursea diciendo que hay que salir del actual gobierno "por izquierda, no por derecha". Salir por izquierda del kirchnerismo es Stalin o Kim Jong-un, y estoy seguro que el erpiano Tumini estaría feliz de lograr así lo que no pudo Santucho.
Por si lo de Stolbizer no hubiera quedado en claro, La Nación lo repite en página 10 bajo el título "Políticos en verano" (como si fueran distintos en invierno). Porque a tono con la corrección política impuesta es importante machacar que ser de Derecha es horrible, remarcando que UNEN fue "conformada con un programa que no es compatible con las posturas de la derecha".
En otra nota de la página 9, dedicada a Sergio Massa leo otra demostración de lo mucho que hay que batallar para recuperar algo de la deformación cultural que logró la izquierda. Para el líder del Frente Renovador, el que sí tuvo la dignidad que no nunca tuvo Scioli de volverse contra el régimen, "Cuando a uno le dicen que es 'facho' o de derecha se siente mal, porque de lo que se habla es de cuidar la vida de la gente". Se siente mal porque lo tilden de derechista, en fin.
A reverso de página, en la 10, a María Eugenia Vidal tampoco se le ocurre mencionar la necesidad de lograr la supremacía de la Constitución Nacional, sigue con la cantinela PRO de la gestión y que "a la hora de votar lo único que cuenta es si resolviste los problemas de los vecinos".
Finalmente en la página 11 Norberto Oyarbide aparece fotografiado en la despedida del 2014 junto a Daniela Cardone. La foto en sí no evidencia nada, pero que siga siendo juez federal explica bastante de la decadencia institucional del país. Algo de esa decadencia generalizada explica la editorial de página 24, dedicada a la falta de interés en combatir la corrupción del Estado que demuestra, en la Provincia de Buenos Aires, la pérdida del estado parlamentario del proyecto de ley de ética pública. Otra de esas cosas que sólo le interesarían a los ciudadanos de un país republicano...
Es destacable la editorial porque conserva cierta impronta propia de La Nación y que aparece desdibujada en el resto del diario: "Hacer públicos los patrimonios de los funcionarios no puede ni debe ser entendido como una concesión que se le hace a la ciudadanía para satisfacer una mera curiosidad. Es, insistimos, un mecanismo de control imprescindible para luchar contra la corrupción".
De Derecha (republicano, unitario y liberal), yo soy en esta pared como un ladrillo de cinco lados, que no cabe en ningún hueco y no queda en ningún costado. Fantaseo pues que me gustaría fundar un diario derechista: "El Constitucional"; y de paso refundar el Partido Unitario.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López.
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