sábado, 2 de agosto de 2014

CONSTITUCIÓN O ESTUPIDEZ (unirse contra la reforma)




Con el país metido en un  default que era completamente evitable, recobran vigencia aquellas palabras de Don Bartolomé Mitre respecto a que: “Cuando todo el mundo se equivoca todo el mundo tiene razón”; pero no porque sea una frase aplicable en cada crisis, sino porque el daño institucional de la República es de tal grado que el vaciamiento de ideas torna estéril cualquier debate racional. Todo está mal y esto es un desquicio en camino a desquiciarse más para beneficio de los mismos de siempre. 

Había consenso entre los liberales respecto a que, tarde o temprano, pero indefectiblemente, el kirchnerismo iba a llevar al país a un callejón económico. Pues bien, el default indica que esos pronósticos eran certeros. Lamentablemente también es palpable nuestra absoluta incapacidad de organización política, por lo cual las alternativas que pueden surgir de esta situación dejan al país en la expectativa de seguir, sino en las mismas manos, bajo las mismas ideas con alguna que otra tenue variante propia del gatopardismo. La diáspora liberal no evolucionó hacia el movimiento, tampoco tenemos partido, ni una herramienta alternativa como el Gabinente en las sombras, variantes todas que propuse hasta el cansancio, por ende somos meros espectadores con una voz apagada que en el mejor de los casos pasa por un murmullo cuasi académico. Esa es la culpa que debemos asumir y cargar los liberales, porque con ella contribuimos a este descalabro. 

Mientras tanto la principal fuerza política del país, el peronismo, apunta a reconvertirse de la mano de Eduardo Duhalde quien continúa promoviendo una reforma constitucional con constituyentes elegidos en 2015. A las críticas que formulé al conocer esa iniciativa debo sumar que hay en ciernes una mudanza del relato para usurpar un espacio que debería ocupar el peronismo republicano. Los que fueron sucesivamente menemistas, duhaldistas y kirchneristas, fingirán ahora ser leales masistas, sciolistas, o la etiqueta que resulte del azar, así mantendrán un tiempo relegados algunos nombres manchados de ignominia hasta que la proverbial desmemoria argentina les permita el redentor blanqueo de la amnesia y vuelvan. Son todos como Troilo, siempre están volviendo.

Recibo críticas cada vez que digo que es necesario para el país un peronismo republicano, y no me retracto. La realidad es tal cual es, y dado el predominio del peronismo no hay posibilidad de redirigir el país hacia una vida signada por la irrestricta supremacía de la Constitución Nacional sin peronistas republicanos; que den muestra de serlo cumpliendo con la Constitución en los hechos y sin necesidad de discursos.

Duhalde pudo ser uno de esos peronistas republicanos, pero eligió no serlo. Claramente no es un improvisado en la política sino alguien que la palpa desde siempre y olfatea -con ese olfato escualo propio de la dirigencia peronista- por dónde hay que meterle los dientes al poder, por eso ahora apura sus planes de reforma con la excusa de evitar otro gobierno autoritario. Entiende claramente un anhelo de la ciudadanía subyacente, desvariada, desorganizada y abrumada que deja el kirchnerismo, y en un acto de sabotaje premeditado se dispone a aprovecharlo con el coloreado espejito de la reforma constitucional. 

En este fin de ciclo, y para que sea realmente un fin de ciclo, me opongo a cualquier reforma constitucional. Bajo estas particulares circunstancias del país comparto con el Dr. Pablo Torres Barthe que la voz de Juan Bautista Alberdi truena certera recordando que "el principal medio de afianzar el respeto de la Constitución, es evitar en todo lo posible sus reformas". 

Cumplir y hacer cumplir la Constitución Nacional, esa es toda la cuestión y la única esperanza del país para volver a ser viable. La reforma que promueve Duhalde es un engaño funcional al incumplimiento recurrente, pues en caso de concretarse acentuará el relativismo sobre el carácter imperativo de la normativa escrita, en definitiva afirmará el desdoblamiento constitucional en favor de una constitución real basada en el voluntarismo de la clase dirigente. 

Ahora bien, la clase dirigente, ya sean los que actúan en política o en cualquier otro aspecto de la vida argentina, no salió nunca de un repollo ni bajó de platos voladores, los generamos nosotros, y la gran mayoría son fruto de la indiferencia. 

Desde La Pluma de la Derecha me propongo pues organizar y dirigir la resistencia a la reforma a través de un grupo que dará en llamarse "CIUDADANOS CONSTITUCIONALES - LA CONSTITUCIÓN SE CUMPLE, NO SE REFORMA". 

Métase, participe, ponga cojones en la pelea, porque la opción es Constitución o Estupidez; y de usted depende.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López.