viernes, 14 de marzo de 2014

LÁGRIMAS DE PAZ




Llueve. No hay colectivos y el tránsito se mueve aglomerado, con la velocidad peatonal de algún sufrido cortejo fúnebre. Y lo es. Todos los días la delincuencia se carga a uno o más de los nuestros, de los que trabajan o estudian. En la madrugada le tocó a Leonardo Paz, un joven de 22 años, chofer de la línea de colectivos 56. 

Todos los días perdemos algo de humanidad, aunque repitan a cada rato la cantinela de los derechos humanos y nos quieran convencer que somos más humanos que antes. No lo somos si nos enteramos de cada nueva muerte acostumbrándonos a seguir de largo, con la resignación de saber que acá se vive así; y por eso jugamos una versión de la ruleta rusa donde se muere en cualquier momento a manos de un cualquiera. Incluso durante la guerra, esa guerra fratricida cuya existencia se niega, la muerte era otra cosa.

Y no. No siempre se vivió así. Esto no es normal. Esto no tiene que ser normal. Mataron a Paz. A Paz. 

No tardará en aflorar la cháchara del progresismo, los émulos de Zaffaroni dirán que la culpa es del policía que viajaba en ese bondi y no de los asaltantes. Comprendo entonces el paro decretado por los choferes de colectivos, aunque me haya quedado a pie. No es posible que nos gane la indiferencia. Ya sé que sin importar qué ojos se cierren el mundo sigue y seguirá andando, pero a veces hay que hacer de cuenta que se detiene, aunque más no sea para reflexionar sobre nuestra propia humanidad. 

Llueven lágrimas de paz.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López