lunes, 22 de diciembre de 2014

CUANDO EL ESPIONAJE ES NOTICIA (SEGUNDA PARTE)


Supe al instante
que el peligro
nos quita maquillaje
y nos hace
actores de reparto.

Que el enemigo
no siempre
Cristina Fernández y Oscar Parrilli, nuevo "Sr. 5"
se viste distinto
y a veces,
es del mismo bando.

Que los traidores
no pueden
con ellos mismos
y menos 
con alguien distinto.

Que la historia
que narran
los cobardes
es muy tentadora
para los impostores.

Y que la patria,
que dicen de todos,
agoniza
en manos 
de diez desquiciados.


"APRENDIZAJES"
Oscar Ledesma
(Poeta imprescindible) 



Conocido que aceptada la renuncia de Héctor "Chango" Icazuriaga y Francisco "Paco" Larcher a los cargos de Secretario y Subsecretario de la Secretaría de Inteligencia (SI) la Presidente de la Nación decidió reemplazarlos con Oscar Parrilli y Juan Martín Mena respectivamente, de manera uniforme distintos comentaristas políticos coinciden al afirmar que hay mugre en el motivo de la decisión presidencial.

Así, Eduardo van der Kooy, escribiendo para Clarín, sostiene que "Cristina Fernández ha decidido transitar un lodazal en su último año de poder. Utilizará la maquinaria de Inteligencia y el espionaje para intentar disciplinar a los jueces que empezaron a cercar su Gobierno con investigaciones (demoradas) y fallos vinculados a episodios de corrupción".

Concuerda ello con el relato en Página/12 del montonero Horacio Verbitsky, para quien con el nombramiento de Juan Martín Mena: "Al menos ahora no habrá más plata dulce para que los jueces la empleen en contra del gobierno y la información confidencial podrá circular en sentido inverso. Pero la designación de un judicial en la SI también equivale a una confesión de las prácticas espurias y los caminos equivocados que se siguieron cuando eran posibles otras alternativas".

Mariano Obarrio, en La Nación. dibuja un breve cuadro de situación: "Según la Casa Rosada, Icazuriaga había perdido el control político de la SI y Larcher la conducía delegando todo lo operativo en Stiusso, su aliado. También Cristina les atribuía a ambos fuertes vínculos con el diputado y candidato presidencial del Frente Renovador, Sergio Massa, desde cuando éste era jefe del Gabinete de Cristina Kirchner. El único funcionario operativo que respondía en la SI a la Presidenta era el director de Reunión Interior, Fernando Pocino, aliado al jefe del Ejército, teniente general César Milani, que controla la inteligencia militar. Desde sectores opositores acusan a Milani de hacer espionaje interior sobre dirigentes políticos, sindicales, periodistas y empresarios, algo que está vedado por la ley de inteligencia nacional".

Y para que no queden dudas de la mugre, Nicolás Pizzi añade el encubrimiento delictivo a la decisión presidencial: "Nadie contuvo al valijero Leonardo Fariña ni al financista Federico Elaskar",  "Los espías tampoco lograron emprolijar las desventuras del vicepresidente Amado Boudou".

Obsérvese la ausencia de encuadramiento legal republicano que implican todas las elucubraciones sobre el uso que haría la Presidente de los servicios de Inteligencia en su último año de mandato. Sin excepción describen el intento de garantizar impunidad doblegando, sometiendo, disciplinando y alineando al Poder Judicial.

Con el Congreso degradado a mero apéndice instrumental de la Casa Rosada, el asalto al Palacio de Tribunales puede volver a aunar la suma del poder público como en la tiranía de Rosas; una realidad a contramano del Estado de Derecho previsto por la Constitución Nacional; y expresamente aborrecida en su Artículo 29.

A tenor de lo expuesto, cabe señalar que el título de esta nota no resulta enteramente correcto. La noticia no pasa por el espionaje en un sentido técnico, sino por la distorsión absoluta en la misión de los servicios. Lo que ahora salta a la vista de todos, no es más que una consecuencia en particular del destartalado marco jurídico general, aquí la tragedia colectiva de los argentinos es que la democracia fallida, en su rodada, se llevó puesta a la República.

Desde luego, los males no comenzaron ni se agotan en el kirchnerismo, pero es indudable que se profundizaron intencionadamente a partir que el 25 de Mayo de 2003 se puso en marcha un proyecto totalitario de tinte orwelliano. Desde el comienzo nunca tuvo Néstor Kirchner, ni Cristina Fernández después, la intención de superar la crisis encarrilando el destino del país bajo la supremacía de la Constitución Nacional.




En el caso específico de la SIDE, tras el dañino paso de Fernando De Santibañes y Dario Richarte por la fracasada Presidencia de Fernando De la Rúa, los once deplorables años de Icazuriaga y Larcher durante el régimen kirchnerista significaron torturar por asfixia la lealtad institucional del personal. Esos dos, despreciando la carrera profesional y la dinámica de cualquier institución al servicio de la República, anquilosaron en los cargos directivos al grupo de funcionarios que, algunos dispuestos a mucho por permanecer y otros a cualquier cosa, se convirtieron en tapón infranqueable para las legítimas ambiciones de los cuadros medios. Esa imposibilidad de proyección profesional resultó fuente de frustraciones, rebeldías, persecuciones y renuncias por hartazgo.

Consecuentemente, en las filas de la Secretaría la debida lealtad institucional fue mutando a obsecuencia personal por resignación o conveniencia. Y así como los argentinos no sabemos organizarnos en partidos políticos, sino que corremos a cada elección agrupándonos tras nombres de pila, los agentes dejaron de sentir que trabajaban para la SI percibiendo que lo hacían para Jaime o Fernando. Un enfrentamiento entre dos tipos distintos. Uno se hizo leyenda por méritos propios, eso nadie podrá negarlo, el otro es lo que Pepe Biondi describiría como suerte para la desgracia. En cualquier caso, esa situación anómala alimentó en ambos una ambición excluyente: la inaceptable intención de convertirse en la versión sudaca de John Edgar Hoover; como si la exagerada permanencia del triste viejo al frente del FBI no fuera una mancha en la historia institucional de los Estados Unidos.

Se entenderá ahora porque tras servir durante 24 años en la SI, al redactar mi renuncia el 10 de Diciembre de 2012 dejé asentado este párrafo puntual: "Mi lealtad a la Casa -entiéndase claramente: a la institución Secretaría de Inteligencia, que obviamente trasciende los nombres propios- es eterna". (Leer texto completo).

De cara al futuro reparo en el artículo que Carlos Pagni titula "La ex SIDE: temible disputa entre los dueños del miedo". Mal título; parece una boca de humo para que los tramoyistas que agitan tigres de papel sigan fingiendo, rampantes y rugiendo, tener las zarpas afiladas. Puro teatro, la SI no es autónoma ni puede serlo, nunca lo fue. Tampoco le corresponde la propiedad ni administración de ningún miedo. Más aún, no debería generar ningún temor; de hecho su verdadera misión apunta a todo lo contrario. Y en ese punto es preciso señalar que se equivoca Pagni al citar a Norberto Bobbio, porque la SI no es un bolsón autoritario reacio a la democracia representativa, es apenas otra institución vaciada de contenido por el mal uso de sucesivos gobiernos, cuya degradación ha ido en paralelo al deterioro institucional del país. Con Parrilli queda otro año de mugre presidencial por delante, y mientras tanto la Presidente seguirá demostrando en sus declaraciones que, como todo el que se cree dueño de la verdad, no necesita ni cuerpo diplomático ni servicio de Inteligencia que la asista, tampoco instituciones o ley que puedan ajustar su conducta más allá de su "exitosa" voluntad.

Si como sostiene Pagni el kirchnerismo produjo el peor agravio que la democracia haya soportado desde su restauración, en 1983: "La reposición del miedo como regulador de la vida pública", es preciso acotar que la única razón por la que un gobierno surgido de iure puede pasar a gobernar de facto e imponer miedo es por la indiferencia y cobardía de los gobernados, porque al kirchnerismo le permite llevar adelante su proyecto totalitario una sociedad hipócrita que no ejerce su ciudadanía. Los tigres de papel sólo llegan a creerse reales cuando no se los confronta, así de patético es el presente institucional de la Argentina.

Recién con las elecciones del 2015 se definirá la posibilidad de reconstruir institucionalmente la República Argentina, por lo pronto va siendo hora que los candidatos presidenciales de la oposición definan, públicamente y con todas las letras, su compromiso republicano.



Si con ese compromiso cualquiera de ellos logra vencer al régimen en las urnas y a partir del 10 de Diciembre de 2015 se abre una etapa de restauración republicana, volviendo a la supremacía de la Constitución Nacional, la puesta en valor de la Secretaría de Inteligencia, insuflando mística de servicio al muy maltratado recurso humano, será una tarea relativamente sencilla.

Sencilla, dije y ratifico; porque para todos los que gustan de ver la realidad como cuentos de terror, lamento comunicarles que el Cuco no existe.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
www.plumaderecha.blogspot.com
Estado Libre Asociado de Vicente López



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