Alfredo "Cachorrito" Zaiat |
Formado por Horacio Verbitsky, al punto de ser considerado por el montonero como "un elemento de satisfacción personal", el economista de Página/Bolche Alfredo Zaiat rubrica en la edición del 17 de Junio de 2014 un artículo en el pasquín kirchnerista titulado "El pecado original".
Con un enfoque desacertado de principio a fin, pretende Zaiat que "ese pecado fue la cesión de la soberanía jurídica a favor de tribunales de países centrales en materia de emisión de deuda". Obviamente eso no es cierto, el pecado original es desde siempre la irresponsabilidad de los gobernantes que mal administrando los fondos públicos toman créditos sin tener certeza sobre las posibilidades de pago. Viejo problema que, por cierto, viene de mucho antes del kirchnerismo.
En la elucubración del autor de "Economía a contramano" (y así nos va por intentar dirigir la economía a contramano) subyace el error de creer que el color político de los jueces de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos pudiera ser determinante a la hora de aplicar el derecho en la evaluación de los contratos firmados por partes que se sometieron a su jurisdicción. Es justamente por la prescindencia de interferencias políticas, que las partes eligieron someterse a la jurisdicción de tan prestigioso tribunal; por ende considerar que sus fallos afecten "la voluntad soberana en materia financiera de un país" es lisa y llanamente absurdo.
Los contratos se firman para cumplirse, esa es la presunción básica de buena fe no obstante lo cual, desde el momento en que negocian y cuando están en condiciones de elegir, buscan las partes que cualquier desacuerdo emergente sea resuelto por un tribunal que otorgue garantías de imparcialidad. Si la República Argentina honrara sus compromisos y fuera una república con las funciones de sus poderes bien diferenciadas (como establece la Constitución Nacional) en la que la Corte Suprema de Justicia de la Nación tuviera juristas serios en lugar de un Eugenio Zaffaroni, por ejemplo, ningún inversor extranjero tendría objeciones en someterse a la jurisdicción argentina, más aún, sería práctica usual de terceros ponerse bajo competencia de los tribunales argentinos. Pero claramente no es el caso, y en ello no tiene nada que ver la intromisión conspirativa del poder financiero internacional en cualquiera de las variantes pergeñadas por febriles delirantes.
El mismo Zaiat lo admite al pasar cuando dice "El vínculo desigual fue determinado por el mundo de las finanzas: si un país, periférico e imprevisible política y económicamente, quería colocar deuda, ya sea para financiar sus desequilibrios o la fuga de capitales de su propia clase empresaria, debía resignar su soberanía jurídica". Reconoce pues a la Argentina como imprevisible política y económicamente, le falta entender que cualquier país con esas características no puede resignar soberanía jurídica porque sencillamente no la tiene. El Derecho, como buena parte de las cosas que significan algo, es una manifestación de confianza; y la confianza no se construye de un día para el otro, mucho menos con discursos de autoconvencimiento victimizante sobre lo equivocado que está el resto del mundo.
Cristina Fernández explicando que la culpa es de los otros. |
Para demostrarlo ahí está también el reciente acuerdo de YPF con Chevron; contrato que se regirá de acuerdo a las leyes de Nueva York y cualquier diferendo que requiera arbitraje se dirimirá en París, en los tribunales de la Cámara de Comercio Internacional (CCI).
No es prepotencia imperial, ni conspiración financiera, es tan sólo que así son las cosas. Por lo que de cara al 2015 seguramente podrá en Argentina algún candidato opositor parafrasear aquello que se decía allá por 1992 en la campaña de Bill Clinton: "Es la economía, estúpido"; aunque yo prefiero que de una vez digamos, con sentido más amplio y apuntando a la categoría descripta por Mendoza, Montaner y Vargas Llosa en el Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano:
.- ¡ES EL DERECHO, IDIOTAS!
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López
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