domingo, 16 de marzo de 2014

BLANQUEANDO "EL MODELO"



Allá lejos en el tiempo (en los días del proselitismo previo a las elecciones de 2013), ungido por el dedo de Cristina Fernández, Martín Insaurralde se convirtió en la joven promesa del kirchnerismo encabezando la lista de candidatos a diputados nacionales del Frente Para la Victoria en la Provincia de Buenos Aires. 



Ahora, con una eternidad de por medio, el ya Diputado Nacional por la Provincia de Buenos Aires Martín Insaurralde, reconoce públicamente haber huido de Lomas de Zamora por causa de la inseguridad. Consecuentemente se ha mudado del Municipio que él gobernó a la Capital Federal, gobernada por Mauricio Macri. "En la vida hay que elegir", rezaba el leit motiv de la campaña kirchnerista; y Martín eligió vivirla en Puerto Madero


Su principal spot de campaña se tituló "Mi vida" y era la tierna semblanza de un muchacho del común, quien sobre una imagen de Lomas de Zamora señalaba orgulloso la leyenda "Mi barrio", e inmediatamente añadía "Mi compromiso". El simbolismo de semejante mudanza es otra evidente demostración que el kirchnerismo es un fraude en sí mismo, la fase superior de la corrupción menemista.



Pero mientras los miembros de la clase dirigente pueden elegir ponerse a salvo de las consecuencias sociales de su propio gobierno, privilegio típico de cualquier régimen comunista o simplemente corrupto, los simples ciudadanos deben quedarse en sus barrios padeciendo el temor de ser la siguiente víctima de la inseguridad. Martín Insaurralde no es el primero, ni será el último, de los kirchneristas que buscan refugio en Puerto Madero. 

La mudanza expresa con toda obscenidad que la inclusión social de la que alardean Cristina Fernández, su banda de secuaces y todas las repetidoras de la obsecuencia por mendrugos, es ficticia. Totalmente ficticia. Tan ficticia que hasta Daniel Scioli, el felpudo sin dignidad que malgobierna la Provincia de Buenos Aires, ha tenido que salirse de lo que (acertadamente) Jorge Asís llama "Linea Aire y Sol", y en lugar de seguir aferrado al relato con palabras de esperanza y fe, que es decir sin razonabilidad ni probabilidad, ha tenido que reconocer que la inseguridad es parte de la realidad. 


"Estamos viviendo horas muy difíciles, dramáticas, con muchas desgracias, mucha sangre derramada y mucha violencia", dice ahora el gobernador. Hubiéramos ahorrado sangre, Scioli, si no se hubiesen empeñado tanto en negar la realidad por el relato. 

Y a la par que los que no nos mudamos a Puerto Madero seguimos velando gente, de los nuestros, de los que trabajan y/o estudian, la justicia del progresismo con Eugenio Zaffaroni a la cabeza sigue disfrazando de derechos humanos a los privilegios de la delincuencia. Así, Norberto Oyarbide continúa garantizando la impunidad del poder actual y los zurdos prosiguen su revancha por la guerra que perdieron sus organizaciones terroristas, ahora buscando avanzar sobre los "cómplices" civiles del gobierno militar. Eso explica que odien a la sociedad en su conjunto: el grueso de la ciudadanía aceptó el golpe militar del 24 de Marzo de 1976 y consecuentemente celebró el aniquilamiento de la guerrilla. El origen del desmadre actual de la seguridad es consecuencia de dos cosas:  una sociedad que se dejó amordazar por el discurso progre  y un Estado obligado a tener los ojos en la nuca. 

Las palabras de Scioli demuestran que la realidad siempre se impone al cotillón y los decorados. La cuestión es qué hacemos con la realidad, y es poco probable que algo mejore de acá al 2015. Los cambios que necesitamos no van a venir de la mano de Scioli, ni de ningún otro kirchnerista, progresista o comunista. 

La batalla es cultural, y la estaremos perdiendo mientras se sostenga que el mal lo encarna una dictadura militar muerta hace tres décadas y no la, todavía, vigente tiranía de los hermanos Castro, que lleva más de medio siglo oprimiendo al pueblo cubano e intentando extenderse a otros países; ahora a través de Venezuela.  "El modelo" es eso.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López


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