miércoles, 27 de noviembre de 2013

ESPEJITOS DE COLORES


De Vido y Kicillof, par de kirchneristas.

Hace mucho tiempo, allá por Abril del 2012, el entonces Viceministro de Economía Axel Kicillof dijo, en su condición de viceinterventor de la expropiada YPF, que no se le pagaría a Repsol el monto que la firma española pretendía:  “No le vamos a pagar lo que ellos quieran, esos u$s 10.000 millones", y por si fuera necesario un mayor énfasis, añadió: "tarados son los que piensan que el Estado debe ser estúpido y cumplir lo que dice la propia empresa".

Se insinuaba incluso que, en vista de la mala administración de Repsol, por la expropiación de YPF hasta podría resultar que el Estado Argentino, en lugar de pagar por la empresa la recibiera a título gratuito y convirtiéndose en acreedor de la pandilla española conducida por Antonio Brufau. 

Ocurría que el Ministro de Planificación Federal Julio De Vido, apoyando los dichos de su ladero en la intervención de YPF, le surgió de repente una veta ecologista que le era desconocida; y cual vengador de las venas abiertas en el subsuelo mancillado por los oleoductos vampirizados de la codicia española, pidió a los gobernadores que den cuenta certera y fehaciente de los daños ambientales, con todos sus efectos negativos sobre la integridad natural de las provincias, de modo que estimando el monto de esos daños se sumara la cifra resultante al debe de unos 9.000 millones de dólares que presentaba la contabilidad de Repsol. 

Hagamos cuentas. Repsol cotizaba a YPF pretendiendo 10.000 millones de dólares, si les restamos los 9.000 millones de deuda que contabilizaba Kicillof, su posibilidad indemnizatoria se reduce a 1.000 millones de dólares. Y siendo que, sobre ese monto correspondería restar la valuación de los irreversibles estragos ambientales causados por la desaprensiva avaricia del conquistador español, todavía hoy presente en Repsol, quedaba un saldo mínimo. Certero y con esa autoridad moral que le confiere ser el responsable de la política energética argentina durante todo el kirchnerismo, Julio De Vido, al que algunos llaman "el cajero", alzando su voz de trueno sobre la tembleque papada, aseguró que: "Vamos a ser absolutamente inflexibles". 

Inflexible, para un kirchnerista, es partir al medio la ambición de máxima de la contraparte. Por eso ahora acuerdan con Repsol el pago de 5.000 millones de dólares a modo de indemnización a la codicia y mugre española denunciada por el muy ético gobierno de Cristina Fernández. ¡Ahí tienen malditos godos, para que aprendan! Y emitiendo deuda, claro. De los daños ambientales no se ha vuelto a hablar, ya que posiblemente se haya tornado algo inconveniente en función del acuerdo con Chevron, una empresa cuya integridad está a la altura de los funcionarios del gobierno nacional.

Cada tanto llegan algunos rumores, seguramente infundados, que insisten en señalar que allá por el Ecuador dejó Chevron alguna pequeña desprolijidad pantanosa en la Amazonia.

Sin embargo no debe temerse que algo semejante ocurra en Argentina, pues no tenemos Amazonia y nuestros pantanos no son geográficos sino políticos y morales. En cualquier caso, los probos funcionarios kirchneristas saben que nada mejor que el secreto y la confidencialidad para asegurar a la ciudadanía el buen resguardo de los intereses nacionales. Siguiendo a López Rega los kirchneristas entienden que el silencio es salud, así cuanto menos se hable del asunto, de este y de cualquier otro negociado, mejor para todos... y todas.

El kirchnerismo es un fraude en sí mismo, eterno traficante de espejitos de colores.

República es otra cosa. 


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López


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