Cuando el conflicto del
campo, el 30 de Marzo de 2008 publiqué en La Pluma de la Derecha una nota
titulada: “La hora de la pluma”.
Romántico y presuntuoso,
dije allí: “Proclamo que en esta alborada
argentina de milenio, cuando la cultura del tumulto se pavonea prepotente y la
sombra de la violencia juega a la ruleta rusa sobre los límites de la
tolerancia, aquí y ahora es un imperativo de la virtud democrática imponer ‘La
hora de la pluma’.”
Igual que canta Raphael,
yo sigo siendo aquel; cada una de las cosas que afirmé, las que de mí dependen,
las sigo sosteniendo hoy. Sólo que es una hora distinta.
El reloj ha corrido y los
hechos demuestran que sería ilusorio esperar que Cristina Fernández de Kirchner
escuche otra voz que la de su soberbia, o el eco servil de Diana Conti y Aníbal
Fernández. ¿De qué sirve la pluma cuando los obsecuentes que quieren una “Cristina
eterna” torturan a la República? Las dos manos de la tiranía, la mayoría del
Senado y la mayoría en Diputados, aprietan por el cuello a la Constitución
Nacional para hacerle decir que el que gana se queda con todo.
El kirchnerismo no
quiso ni quiere diálogo, y si hoy lo ofreciera sería nada más que para ganar
tiempo generando confusión entre las fuerzas opositoras. Que el Vicepresidente
Amado Boudou (el mismo que ninguneó las críticas de los obispos diciendo que
los documentos de la Iglesia no le importan a nadie), después de Bergoglio Papa
monte la escena de arrodillarse en misa como fanático chupacirios, da muestra
de su falta de vergüenza y soberana hipocresía. ¿Alguien cree en dialogar con eso?
Ya no es tiempo de
diálogo, se agotó esa instancia; ahora estamos en plena confrontación
electoral. De acá y hasta las legislativas de Octubre los que tenemos ideales republicanos no podemos permitirnos
ningún descanso, ni caer en distracciones: el corazón caliente, la cabeza fría y los puños bien cerrados.
No sirven ya las protestas sin identificaciones partidarias, las propuestas
genéricas, ni las esperas que promueven los tibios.
Res non verba. Es la
hora de los partidos en la lucha electoral. Los votos han de sentenciar si
merecemos la dignidad de la República o el oprobio del régimen kirchnerista. Cualquiera
que hable sin accionar dentro de un partido político, lo único que hace es cacarear. A las palabras
las dispersa el viento y las pisotea el régimen, la democracia se defiende
haciendo. La Libertad, como bien enseña el poeta Miguel Abuelo, es el arte de los decididos: Yo me juego entero con
el Partido FE.
¡PATRIA Y LIBERTAD!
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López