viernes, 30 de noviembre de 2012

BOUDOU DESHONRA LA INVESTIDURA




Posiblemente hayamos cantado juntos en algún acto de la UCEDE aquello de "juventud liberal / esperanza nacional", igual que la combativa consigna que reclamaba "la cabeza de los jefes montoneros". Pero al paso de los años el liberalismo se hizo diáspora, y algunos liberales, casi replicando aquella brutal sentencia de Leandro N. Alem sobre el radicalismo, se fueron a la mierda. Así, mucho antes de ser sospechado de corrupto, Amado Boudou arrió las banderas liberales. Tal como yo lo veo es un traidor, pero esa es mi particular visión de su decadencia ideológica. 

Sabrá él si por convicción o conveniencia, se alejó de los postulados liberales hasta convertirse en el abanderado del supuesto modelo nacional y popular del kirchnerismo. Después de la experiencia de Julio Cobos el poder kirchnerista buscaba un vicepresidente que fuera obediente aplaudidor de cualquier ocurrencia presidencial; no hay duda alguna que dieron con el sujeto adecuado. Ni siquiera Daniel Scioli, con toda su vocación de felpudo, podría ofrecer mayor obsecuencia, y estamos hablando de mucha, pero muuuuucha obsecuencia. 

Por si no fueran poca cosa las sospechas de corrupción que pesan sobre Amado Boudou, en el país grotesco que supimos conseguir hay que verlo abrazarse con Hebe de Bonafini, personaje nefasto que tras la caída en desgracia de Sergio Schoklender lo recibe como nuevo hijo junto a Felisa Miceli. Dejo para otra ocasión muy buenos chistes de humor negro. 

Queda claro que no se puede esperar decoro personal por parte de Amado Boudou, pero aún así, la investidura del Vicepresidente de la Nación impone ciertas obligaciones de respeto por la Libertad y la convivencia de los argentinos. Es necesario, imprescindible, hacerle saber a Boudou que deshonra la dignidad del cargo cuando, frente al documento elaborado por la 104° Asamblea Plenaria de los obispos católicos de la Argentina, cae en la vulgaridad de decir que "a nadie le importa" la opinión del Episcopado.

Ese intento de "ninguneo" por parte de Boudou, es en rigor de verdad la confesión del proyecto hegemónico que impulsa el kirchnerismo. Véase allí la clara demostración que el país para el que gobierna Cristina Fernández de Kirchner no está integrado por los 40 millones de argentinos, sino que se limita a los devotos creyentes del relato, o mejor dicho, a los apóstoles del evangelio kirchnerista que se benefician con los negociados que el relato intenta ocultar.

Los kirchneristas se llenan la boca hablando de pluralismo cuando atacan por monopólico al multimedios del progresismo  (que eso es Clarín), pero constantemente demuestran su intención de silenciar cualquier crítica. La Iglesia Católica, y lo digo siendo ateo, es una voz que la dirigencia política debe oír; por su peso histórico, por su labor social, por concentrar la fe mayoritaria y por representar la aspiración moral de buena parte de la sociedad. Coincidir o no con la Iglesia Católica es otro asunto, pero el desprecio de pretender que a nadie le importa es inaceptable en quien está investido con la honorable función de Vicepresidente de la Nación Argentina. 

De mi admirado Roque Sáenz Peña se supo decir que aceptaba los cargos con elegancia y los devolvía con dignidad; nunca se podrá decir tal cosa de Amado Boudou.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López