jueves, 12 de julio de 2012

NO ES LA MORDAZA, KIRSCHBAUM, ES LA COBARDÍA




Ricardo Kirschbaum escribió junto con Eduardo Van Der Kooy y Oscar Raúl Cardoso "Malvinas, la trama secreta", además es editor del diario Clarín. Cuando desde la productora Cambio de Signo intentamos realizar una serie de documentales sobre Malvinas, allá por 1997/98, lo entrevisté en su casa y me impresionó como un tipo, si no simpático, correctamente amable que exponía con mucha claridad sus conceptos. 

El 11 de Julio de 2012, en ocasión de inaugurar una planta de producción de maquinaria agrícola, la Presidente Cristina Fernández pronunció un discurso en el que hizo mención a una nota referida a la desaceleración de la economía que fue publicada el domingo 8 de Julio en Clarín, diario al que evitó nombrar señalándolo como "el diario que todos ustedes conocen". Allí, Jorge Toselli y Rodrigo Saldaña, socios de una inmobiliaria, aseguran que existe una merma importante de las operaciones. En respuesta a esos dichos, la Presidente Fernández hizo saber que esa inmobiliaria no presenta declaraciones juradas desde 2007, lo que sugiere evasión de impuestos. 

A raíz de esa réplica presidencial, el jueves 12 de Julio, en la sección "Del editor al lector", escribe Kirschbaum un artículo titulado "La mordaza, una vergüenza" en el cual me llama la atención que, siendo un hombre de ideas claras, el concepto que desarrolla queda trunco. Es comprensible, dado el manifiesto encono del gobierno hacia Clarín, que el editor del diario reaccione poniéndo énfasis en el riesgo para la libertad de prensa. Pero hay algo que Kirschbaum omite, un faltante en su argumentación que en mi modesta opinión es medular, e incluso más importante que la libertad de prensa porque es algo de lo cual dependen todas las libertades y la condición misma de ciudadano en cualquier república. 

Es cierto, como apunta Kirschbaum, que el uso de la cadena nacional para hacer saber que se mandó investigar por la AFIP a quienes hicieron declaraciones al diario se puede interpretar "como un modo disciplinario" destinado a acallar las críticas, y en tal sentido desde luego que la mordaza es una vergüenza. 

El punto que Kirschbaum no menciona es que mucho más vergonzosa que la mordaza puesta por imposición de un gobierno, es la mordaza tolerada o, peor aún, autoimpuesta por ciudadanos cobardes. Cuando los empresarios de la UIA piden confidencialidad para decir lo que piensan, insinúan que tienen algo que ocultar o dependen para subsistir de la dádiva oficial. Parecen esperar alguna varita mágica que les permita ejercer sus derechos sin costo alguno. Eso nunca va a pasar.

La Libertad es incómoda desde que se pierde tan pronto como deja uno de pelear por ella. La cuestión no pasa por esperar que el gobierno se limite de motu propio, por ello a Kirschbaum le faltó una vuelta de tuerca, subrayar que, más allá de las presiones de turno, todo el jodido asunto es que los ciudadanos demuestren serlo; porque los derechos constitucionales no son nada sin ciudadanos con el coraje de hacerlos valer. ¿Quiere ser libre? ¡Sea libre! 

La vergüenza real no es la mordaza, que uno se la quita si realmente lo quiere, la vergüenza es la cobardía.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López