sábado, 3 de marzo de 2012

NUEVO LIBRO, SOBRE EL TENIENTE ESTÉVEZ.

Me complace informar a los amigos y lectores de La Pluma de la Derecha que con Marisa Bisceglia hemos terminado el borrador preliminar (sujeto a correcciones) del libro en el que trabajamos juntos desde principios del año pasado:


"TOTO" 
Vida del Teniente Roberto Estévez, 
el chico que soñaba pelear en Malvinas.


El Teniente Roberto Estévez, caído en combate, se hizo conocido para los argentinos por la carta que le dejó a su padre antes de partir a Malvinas. Este oficial dedicado a la milicia con romántico idealismo, quien tenía una hermana presa por montonera, había sufrido un paro cardíaco durante el duro Curso de Comandos de 1981 (dirigido por el mayor Aldo Rico) y siendo revivido con una inyección de adrenalina al corazón decidió mantenerse en el curso hasta aprobarlo. Tal era su determinación. Su biografía contextualizada, que es también un ensayo sobre el heroísmo, se sustenta en documentos, testimonios de quienes lo conocieron y, fundamentalmente, en las cartas que el propio Estévez escribiera a modo de diario desde que estaba en primer año del Colegio Militar hasta pocos días antes de su muerte en batalla. Esas cartas se las enviaba a Marta, que fue primero amiga y luego novia de Estévez y a quien también dejó la otra carta póstuma que acompañaba a la del padre. En todas esas cartas, con buena prosa, brinda una semblanza de la vida militar y se descubre a un tipo que no borraba con el codo lo que escribía con la mano.

Escribir este libro ha sido una de las cosas más gratificantes que he podido experimentar. Debo agradecer por ello a Marisa Bisceglia que, siendo una malvinera de alma, me invitó a participar de su proyecto con total generosidad. Desde hacía tiempo venía Marisa recolectando información y profundizando en cada detalle con minuciosas investigaciones sobre la vida de su admirado Teniente Roberto Néstor Estévez. En rigor de verdad ella podía escribir este libro sin necesidad de mi modesta pluma, y esa certeza me obliga a reflexionar sobre uno de los motivos por los cuales me ofreció participar confiando en mi estilo de redacción. Personas como Marisa Bisceglia sienten la causa de Malvinas muy hondamente, y se involucran desde lo emocional con consecuencias que en algún  punto se tornan contraproducentes. Así que mi rol fue mantener una cierta distancia -y no crean que es fácil- para darle forma y definición al libro. Si por Marisa fuera, seguiría juntando y juntando información sobre Estévez, indagando un poco más en esto o en aquello, queriendo que nada ni nadie quede afuera. Esos son los riesgos del apasionamiento. En eso, creo que ayudé. Pero insisto, al margen de mis aportes el mayor mérito es de Bisceglia.

Marisa Bisceglia en Arroyo Malo, Malvinas.

Marisa trabó amistad con Marta, quien había sido novia de Estévez, y el prematuro fallecimiento de ella fue un golpe doloroso. El día que Marisa obtuvo las cartas de Estévez a Marta y las tuve frente a mí, junto con fotos, entradas de cine, el programa de la última película que vieron juntos y otros efectos personales, sentí una conmoción. Confieso que sus cartas las leí con algún resquemor: ¿sería el tipo tal cuál creíamos que era?¡Que satisfacción, amigos y lectores, descubrir que era mejor aún de lo que imaginábamos!

Leyendo las cartas en las que contaba todo, desde su afición por la música y la lectura hasta su deseo de ser el mejor combatiente, recordaba a cada rato la vez en que el Negro Rubén Juárez charlando por teléfono me cantó al oído: "Contame una historia / vos, que sos mi hermano, / volcame en la curda que me haga sentir / que aunque el mundo siga yirando a los tumbos, / aún vale la pena jugarse y vivir...". ¡Huy Negro!, como te gustaría saber que sí, "...que existen amigos derechos / mujeres enteras que saben querer. / Y tipos con tela que se abren el pecho, si ven que la vida te puso en el riel...". 

Ni una mancha mínima de tinta en el codo de Estévez, nunca borró lo que escribió con su mano. Se puede disentir con alguna de sus ideas, pero no se puede desconocer la entereza y la verdad de su sentir la Patria. Reitero que la principal fuente documental de la investigación, lo que nos permitió un conocimiento acabado de su persona, son las cartas que Roberto Estévez le envió a Marta, (incluyendo la que dejó escrita antes de partir a Malvinas previendo el caso de morir en combate); ella, quien fue su amiga primero y novia después, pese a haber logrado rehacer su vida, las guardó celosamente durante estos 30 años. Así nuestra biografía es también una bella historia de amor.

Nos embarcamos ahora en la difícil tarea de obtener el apoyo de alguna editorial, por eso les pido dar toda la difusión posible a este post. Y vaya como anticipo estos párrafos que, además de revelarnos al Estévez melómano, vienen a cuento de los dichos de Roger Waters sobre la pertenencia de las Islas Malvinas a la Argentina:  

1981: 

Escuchando “Wish You Were Here” de la banda británica Pink Floyd, teniendo a la mano un té caliente y la vista colgada en la lluvia al otro lado de la ventana, el 29 de Junio al mediodía Roberto pensaba en Marta; siempre en ella, cada vez con mayor intensidad. El 30 llegaron los demorados, y ansiosamente esperados, papeles de la Escuela de Infantería detallando los requisitos para el Curso de Comandos. El cassette de Frank Sinatra, “Los mejores años”, sonaba en la habitación mientras Raimondo y Estévez leían las exigencias que debían enfrentar. Es curioso el amplio abanico del gusto musical que tenía Toto, porque así como disfrutaba de Pink Floyd o de Sinatra, ponía el cassette de José Larralde para escuchar “Herencia pá mi hijo gaucho” sintiendo la fuerza y pureza del hombre que aunque golpeado sigue creyendo, lo mismo que se deleitaba al captar la radio de Las Heras, Provincia de Santa Cruz, escuchando folklore del mejor a través de Los Fronterizos, Cafrune y el Chango Nieto.

1982

Melómano extremo, una vez disponiendo del cuarto en exclusividad Estévez siempre colocaba un fondo musical en su habitación. La música era para él un arte sublime, cuya existencia era una gracia de Dios porque de faltar la vida sería incompleta y sin esencia. Y con esa convicción escuchaba a José Larralde cantando su zamba “Aunque no esté”, letra que le transcribió a Marta porque expresaba auténticamente el profundo sentimiento de presencia a pesar de la distancia. En opinión de Toto, sólo José Larralde podía manifestar, tan definidamente, el ineludible compromiso ante Dios de sentir verdadera alegría de vivir.



Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
www.plumaderecha.blogspot.com
Estado Libre Asociado de Vicente López