El 6-D iba a ser otro día de protesta cívica. Ciertamente no se esperaba que tuviera una gran convocatoria, no iba a tener el impacto del 8-N. Muchos no estaban de acuerdo con repetir ese modo de expresión popular, en principio esa fue también mi posición hasta que Julio De Vido insistió con la re-reelección. La organización del 6-D no tenía en las redes la consistencia, constancia y fervor de las anteriores marchas. De todas formas creo que unos cuantos íbamos a salir a las calles; para refrendar nuestro compromiso ciudadano por el respeto de la Constitución Nacional y evitar el manoseo de sus contenidos republicanos.
Primero la humareda tóxica por el incendio registrado en el Puerto de Buenos Aires, que obligó a evacuar edificios en la zona aledaña, y luego el temporal que descargó una cantidad inusitada de agua sobre la Capital Federal y el Conurbano Bonaerense, obligaron a suspender las convocatorias en curso incluyendo, por un efecto arrastre, las del interior del país.
Sin embargo, el mismo día, en la hartante y exagerada disputa por la aplicación de la Ley de Medios entre el kirchnerismo y el multimedios del progresismo, un fallo judicial desarmó el triunfalismo del gobierno. Así, la protesta que no fue, quedó compensada en el espíritu cívico: No todos se doblegan frente a la ambición hegemónica. Todavía es posible la República. La protesta no fue porque la jornada parecía apocalíptica, un día "Lilito" para decirlo con humor, y sin embargo un rayito del Sol de Mayo alumbró la oscuridad del 6-D.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López