Invita a pensar el Dr. Rodolfo Terragno cuando se
pregunta en su artículo de Clarín, publicado el 11 de Noviembre de 2012, “¿Cómo rescatar a la política en nuestro país?”. Hace allí una irrefutable observación
sobre la poca confiabilidad y ética de los políticos argentinos, pero a partir
de esa triste falencia que como ciudadanos apáticos supimos conseguir (reitero
y subrayo “supimos conseguir”), critica la presencia de dirigentes políticos
en la protesta del 8-N. Veo en esa postura un resabio del “que se vayan todos”,
y no me agrada porque sus implicancias son de oscura desesperanza.
Contrariamente a lo que en ese
punto sostiene Terragno, creo que los políticos debían estar el 8-N entre la
gente; pues no es cierto que el político no deba protestar. Lo que no puede
hacer el político es dejar de proponer, porque el político (intento serlo) es,
principalmente, un motivador de la conducta social.
Excluir a los políticos opositores
de la protesta es hacerle el juego a la anti-política, abonando la creencia
suicida de que la política es una actividad vil, deshonesta por definición. Con
lo que daría lo mismo que gobiernen unos u otros. Los políticos deben
mantenerse cerca de la gente; mejor aún: los ciudadanos deben estar muy cerca
de los políticos. El desinterés, la errada idea de lo “apolítico” como proceder
correcto, es el mejor modo de perpetuar los vicios de nuestra clase gobernante.
Lo que hace perfectible a la democracia es únicamente el interés y la
participación de la ciudadanía. Y la ciudadanía empieza en uno, no en los
otros.
Para que las protestas contra
la re-reelección presidencial (entre desatinos varios del kirchnerismo) no
queden en una sucesión de postales alfanuméricas, es imprescindible que la
ciudadanía se abra canales institucionales a través de los partidos del arco
opositor. Y ello sin que los dirigentes dejen de explorar nuevas variantes de
acción política como la constitución de un "Gabinete en las Sombras", algo que
vengo reclamando hace tiempo por la necesidad de erigir un contradictor que no
deje librada a su propio eco la voz del oficialismo. Es imprescindible mostrar
la existencia de otros discursos, de otros posibles planes de acción y de otros gobiernos posibles. No se necesita mucho para armar, desde cualquier sector de la oposición, un gabinete en las sombras que
se muestre superior a Garré, Lorenzino, Alak, Puricelli y Timerman. En especial
si se entiende que el kirchnerismo es un trompo que va perdiendo la vertical.
Quienes ingenuamente esperan
una nueva dirigencia política que surja de la noche a la mañana se equivocan. No va a ser fácil, y conviene saberlo. La
renovación de la dirigencia no será por decantación casual, fortuita o designio
divino, vendrá únicamente por meter la ciudadanía sus manos en el asunto
entendiendo que la política es el arte de lo posible, y que para ir del mundo
real al mundo ideal hay que subir al tren fantasma en plan de exorcista.
Los que estén en el camino,
bienvenidos al tren.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López