Volvimos siendo distintos
lloviendo el rostro marcado
peleándole a la locura
cada palmo de lo amado.
El enemigo nefasto
se apostó en las ciudades
con rostros de presidentes
y gestos de presidiarios.
Más bajas sufrió la risa
en manos de la democracia
bajo granadas de olvido
y metralla de intolerancia.
Setenta y dos días contados
duró aquella patriada
llevamos más de treinta años
esquivando ineficacias...
lloviendo el rostro marcado
peleándole a la locura
cada palmo de lo amado.
El enemigo nefasto
se apostó en las ciudades
con rostros de presidentes
y gestos de presidiarios.
Más bajas sufrió la risa
en manos de la democracia
bajo granadas de olvido
y metralla de intolerancia.
Setenta y dos días contados
duró aquella patriada
llevamos más de treinta años
esquivando ineficacias...
Fragmento de "Resumen de sucedidos",
del Poeta Oscar Ledesma
LA ARGENTINA INCONCLUSA
Desde el título y hasta el final, con su obra "La Argentina inconclusa" el Dr. Juan Archibaldo Lanús obliga a reflexionar sobre el concepto mismo de la Argentina como Nación y República. Por ello, más que una reseña del libro voy a expresar aquí algunas de mis propias impresiones como lector.
El derrotero histórico de nuestro país, puesto en perspectiva de cara al futuro, conmueve la conciencia ciudadana con la urgencia del presente. Hay una angustiante actualidad en cada desencuentro del pasado, aquí el ayer es siempre una amenaza sobre el mañana.
La puja entre el ser y el deber ser de la argentinidad se palpa desde aquella mentira conveniente, sostenida por los revolucionarios de Mayo, que fue la "Máscara de Fernando". Aquel engaño estratégico, apropiado para el contexto internacional de entonces, tal vez haya cumplido su finalidad con la Declaración de la Independencia en 1816, pero seguro consolidó la separación del decir y el hacer. Una doble moral que, siempre en nombre de los mejores ideales, se fue afianzando sobre promesas incumplidas e interminables disputas facciosas alimentadas por desmedidas ambiciones de poder.
La mentira original había sido creada mucho antes de 1810, con una fórmula muy simple del Derecho Indiano "se acata, pero no se cumple". Esa elucubración jurídica significó relativizar el apego a la ley, quitarle eficacia al derecho sin cuestionar su validez. Y desde ese pragmatismo, propio del mundo nuevo donde todo estaba por hacer, germinó entre nosotros una suerte de anomia progresiva que invirtió la relación entre norma y excepción.
Las dificultades para dictar una Constitución efectiva que rigiera la vida de los argentinos testimonia, más que ninguna otra cosa, la poca predisposición al diálogo y lo que es peor, por lo determinante, la nula intención de respetar cualquier acuerdo. La imposición del fuerte ha sido la variante efectiva de la vida política argentina; y como toda fortaleza facciosa es temporal la debilidad de las instituciones se tornó endémica. Así hemos perdido la honesta y fructífera paciencia de la evolución, a manos de sucesivos espejismos revolucionarios.
Menciona Lanús que "El conde Hermann Keyserling, que nos visitó en la década de los veinte, en sus Meditaciones Sudamericanas, afirma haber percibido una vida con 'sordina'. Dijo en 1932 que 'la vida de la sociedad argentina es como una epopeya sin acontecimientos'. Mallea hace una observación similar. Los pensadores de esta época, de la época de los veinte a la Segunda Guerra Mundial, desde distintos enfoques, coincidieron en que existía una creciente disparidad entre los valores que se afirmaba defender y la realidad, entre las apariencias y los hechos".
En igual sentido añade que "Ortega y Gasset, que visitó varias veces la Argentina y que amó nuestro país, tuvo la honestidad intelectual de escribir sin reparos lo que pensó de sus habitantes. En la Carta a un joven argentino que estudiaba filosofía, Ortega decía que el sudamericano propende al narcisismo y a lo que se llama la 'parada', usando las cosas como un espejo donde contemplarse. 'De aquí que, en vez de penetrar en su interior -decía Orgega a su joven interlocutor- se queda casi siempre ante la superficie, ocupado en dar representación de sí mismo y ejecutar cuadros plásticos'. Había en el argentino un apresurado afán por reformar todo, la sociedad, el Estado, la Universidad, el Universo, 'sin previa reforma y construcción de la intimidad'".
Triste observación, como esta otra de Ortega y Gasset: "el argentino ocupa la mayor parte de su vida en impedirse a sí mismo vivir con autenticidad".
Más triste aún es comprobar a diario que la Argentina es prácticamente un laberinto de espejos donde la ilusión de turno amnesia la memoria y el buen juicio. Largo y complicado sería ahora explayarme sobre las guerras fratricidas, desde unitarios y federales hasta subversivos y represores. Tampoco hace falta que me extienda sobre el presente de relato falso y malintencionado. De allí que haya tomado las palabras del poeta Oscar Ledesma como introducción a esta nota (necesariamente insuficiente) sobre el libro de Lanús.
Ledesma es uno de los bravos del Regimiento 25 que combatió en la Guerra de Malvinas; su obra poética, signada por la delicada y sutil selección de las palabras, está impregnada de lo real, de lo auténtico, de la fibra del ciudadano que atesora esa vivencia extrema del soldado en el frente de batalla. Y desde allí, sin ropaje de ocasión, describe la existencia de una deuda moral de nuestra democracia para con los hombres que combatieron en Malvinas. Nuestra ineficacia como país es tal, que en lugar de exaltar el honor de los valientes buscamos víctimas, lo que es una buena forma de fabricarlas. La cantidad de suicidios que se han registrado entre veteranos es un serio indicador de la pobreza moral del país.
Leer "La Argentina inconclusa" es masticar rabia renglón por renglón. Un paseo por las ruinas en constante construcción de la "la nueva y gloriosa Nación" que pudo ser, que estuvo tan cerca de serlo y no fue.
No obstante, Archibaldo Lanús describe la experiencia de la frustración cíclica con una sola finalidad, hacer un acto de fe patriótica y lanzar la provocación del desafío:
"El pueblo argentino, en su largo camino hacia la realización nacional, debe librar una nueva batalla para conquistar la república que soñaron nuestros ancestros, a fin de recuperar el orgullo de formar parte de una patria común.
Volver a la Patria, donde está la esperanza. El futuro no es lo que va a pasar, sino lo que seamos capaces de hacer".
Ese desafío con forma de sentencia acompaña a las propuestas, explicitadas en el libro, que sugiere Lanús para alcanzar el objetivo de una Patria en serio.
De mi parte, no puedo dejar de vincular "La Argentina inconclusa" con la "Teoría Romántica del Derecho Argentino" (El Himno Nacional como expresión de la Norma Hipotética Fundamental) -Calvo & Tamagnone-, donde se intenta una explicación racional y emotiva al notable fenómeno que significa, sobre nuestra historia de desencuentros, que pese a ser un país fragmentado y fragmentario, la República Argentina haya conservado su unidad como Nación.
Dice Lanús que en 1983 con la restauración de la democracia volvimos a cantar el Himno con unción, a saludar la bandera con más recogimiento, a considerar el Estado una institución que nos era propia. Nuevamente tuvo sentido ser ciudadanos. Agrego yo que en treinta años de avance y retroceso, entre logros y fracasos, entre euforia y decepción, la llama de la Libertad no se ha extinguido. Estoy seguro que la Argentina será.
Será, acaso -hermosa palabra la palabra "acaso"- porque Patria es sinónimo de esperanza, una esperanza que se canta, con los versos de otro poeta guerrero que empiezan diciendo "Oid, mortales..."
¡Honor a los combatientes y Gloria a los caídos!
¡Viva la Patria!
LA ARGENTINA INCONCLUSA
Autor: Juan Archibaldo Lanús
Editorial: El Ateneo
Páginas: 720
Precio: 169$
OPINIÓN: LECTURA IMPRESCINDIBLE.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López