La estupidez reinante, en versión canosa de los otrora imberbes setentistas, necesita falsificar la historia con un relato distorsionado sobre el pasado reciente que destiña la sangre de sus víctimas. Aquellos involucrados en las organizaciones terroristas Montoneros y ERP, mesiánicos iluminados, nunca sintieron culpas por haber tronchado vidas de quienes no comulgaban con sus ideas, sin importar que fueran obreros, militares o niños. Declararon la guerra a la sociedad argentina con absoluto desprecio por los derechos y garantías de la Constitución Nacional, aborreciendo los mecanismos democráticos como vía de llegar al poder. Adoctrinados por la dictadura castrista al servicio del imperialismo soviético eligieron las armas y no escatimaron las bombas debajo de las camas, las cárceles del pueblo, el secuestro, la tortura y la muerte.
Manteniendo la misma anomia moral de los años de plomo se llenan la boca reclamando verdad y justicia mientras sus mentiras se amontonan. A ellos, que antes de ser derrotados en la guerra fratricida presumieron de ser los más pesados de la cuadra, no les basta con vestir la piel del cordero y al tergiversar los hechos llamarse “víctimas del terrorismo de Estado” usufructuando el negocio de los derechos humanos. Van por todo el pasado, por la completa mentira de un relato que se propone borrar las ideas fundantes de la argentinidad. El kirchnerismo, un fraude en sí mismo, necesita un pueblo sin memoria, amansado, incapaz de cualquier introspección autocrítica, para así mentirle futuro desde los dibujos del presente. Igual que el mago, el arte está en la distracción para que la mano sea más rápida que la vista.
La estrategia propia del kirchnerismo cultural es inducir la amnesia colectiva licuando la historia con la hondura de lo superficial: revivir o inventar constantemente antinomias para mezclar todo en una confusión falaz y marketinear luego la prefabricada respuesta de cartón ideológico con pretensiones de historia oficial. No es por casualidad que las luces, el humo y los actos circenses de Tecnópolis son tan paradójicamente parecidos a una feria del medioevo: el futuro que proponen es la oscuridad detrás del encandilamiento.
Muerto Kirchner y con el afán de hacer de la historia argentina una historieta a la medida de “San Néstor Eternauta”, el kirchnerismo cultural se propone ahora “desroquizar” el país; en esa Patagonia que no es chilena por los esfuerzos de Julio Argentino Roca y sus contemporáneos, la mezquina mediocridad de los desmemoriados y desagradecidos se empeña en otro irreal relato de buenos muy buenos y malos muy malos, donde lo aborigen es idealizado como parte armónica de la naturaleza. Aplican a la existencia de los malones y la captura de cautivas, una censura similar a la que imponen sobre los crímenes de las organizaciones terroristas. Trazando un ridículo paralelo, Roca, para ellos, es lo mismo que el Proceso de Reorganización Nacional.
En esa dinámica absurda, pero que no por absurda deja de ocurrir, Carlos Kunkel propone que los billetes de cien pesos sean impresos con la imagen del Presidente Hipólito Yrigoyen en lugar del Presidente Julio Argentino Roca. Lo que hace Kunkel es propiciar el resurgir de una antinomia de principios del siglo pasado entre conservadores y radicales, pretendiendo contraponer al oligarca y genocida Roca con el nacional y popular Yrigoyen, para así validar que Kirchner en nombre y estatuas reemplace por doquier a Roca.
Roca es denostado por el revisionismo anarquista o marxista que, camuflado de indigenista, juzga al descubrimiento de América y la influencia española como un hecho puramente luctuoso que no acarreó al continente más que humillación y desgracia. Esos, consideran que la Conquista del Desierto representa la culminación del exterminio nativo y por eso se empeñan en enchastrar con pintadas acusatorias de asesino todo monumento a Roca, de hecho en el de Bariloche se observan los pañuelos blancos de las madres de Plaza de Mayo pintados a los pies del General, lo cual es un burdo intento de asimilar situaciones distintas. Claro que cuando cae nieve, ocasionalmente ceniza, lo coyuntural desaparece y la estatua ecuestre de Roca se mantiene inconfundible sobre el territorio ganado para la Patria.
Por ello alguien debería advertirle al diputado Kunkel que sobre la calle Hipólito Yrigoyen la pared del Ministerio de Economía exhibe una hermosa placa de bronce con la que, en tiempos de Illia, la colectividad española manifestó su gratitud al Presidente Yrigoyen por decretar la celebración del 12 de Octubre. Del texto y el contexto se desprende que entre el Zorro y el Peludo pudieron ser muchas las diferencias, pero ambos sabían bien -con mucha más sincera convicción que el kirchnerismo- de dónde proviene la nacionalidad argentina.
Allí puede leerse:
“4 de Octubre de 1917 – 4 de Octubre de 1964
Homenaje de la colectividad española en el día de la raza, al insigne Presidente de la Nación Argentina, Hipólito Yrigoyen, que declaró fiesta nacional el 12 de Octubre, mediante el histórico decreto de fecha 4 de Octubre de 1917, cuyos considerandos expresan:
1) Que el Descubrimiento de América es el acontecimiento de más trascendencia que haya realizado la humanidad a través de los tiempos pues todas las renovaciones posteriores se derivan de este asombroso suceso que al par que abrió los lindes de la tierra, abrió insospechados horizontes al espíritu.
2) Que se debió al genio hispano -al identificarse con la visión sublime del genio de Colón- efemérides tan portentosa cuya obra no quedó circunscripta al prodigio del descubrimiento, sino que la consolidó con la conquista, empresa esta tan ardua y ciclópea que no tiene términos posibles de comparación en los anales de todos los pueblos.
3) Que la España descubridora y conquistadora volcó sobre el continente enigmático y magnífico el valor de sus guerreros, el denuedo de sus soldados exploradores, la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios, las labores de sus menesterales; y con la aleación de todos estos factores, obró el milagro de conquistar para la civilización la inmensa heredad en que hoy florecen las naciones americanas. Por tanto, siendo eminentemente justo consagrar la festividad de esta fecha en homenaje a España, progenitora de naciones, a las cuales ha dado con la levadura de su sangre y con la armonía de su lengua, una herencia inmortal que debemos afirmar y mantener con jubiloso reconocimiento.
El Poder Ejecutivo de la Nación decreta:
Artículo 1°) Declárase Fiesta Nacional el día 12 de Octubre.
Artículo 2°) Comuniquesé, publiquesé, dese al Registro Nacional y archívese.
H. Yrigoyen”.
Recomiendo a los lectores de La Pluma de la Derecha apresurarse a contemplar esa placa. Aunque el decreto de Yrigoyen no determinaba el nombre de “Día de la Raza”, la denominación se hizo popular porque daba a entender la unión ibero americana, algo que Horacio Ferrer, el máximo poeta vivo de la Argentina, supo describir en tres simples versos de orgullo por la identidad: “Soy de una tierra hermosa / de América del Sur / en mezcla gaucha de indio con español”. Palabras certeras en su “Milonga del Trovador”, muy bien cantada por Jairo y mejor aún por Rubén Juárez.
No es de extrañar que, para no evidenciar la contradicción en las falsas antinomias fogoneadas por el kirchnerismo, antes que el Peludo llegue a los billetes esa placa sea removida con destino a fundición, pues dado que la Presidente Cristina Fernández de Kirchner -mediante un decreto de necesidad y urgencia- dispuso en 2010 denominar al feriado del 12 de octubre como el insulso: “Día del Respeto a la Diversidad Cultural”, alguna cabecita loca ya debe estar pensando en conseguirse al radical vendido que en un acto de pública obsecueflexión se suba al banquito de la solemne payasada para destornillar la placa y a una orden presidencial bajar también aquella parte de la historia.
Y no importa si lo hacen, así como la nieve de Bariloche cayendo suavemente deja en nada la agresión de los vándalos, el verdadero amor a la Patria vencerá al kirchnerismo; grandes hombres como Roca e Yrigoyen no se ganaron un lugar en la historia para que sus méritos puedan ser condenados al olvido por una caterva de pequeños energúmenos cargados de odios.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López.