sábado, 30 de enero de 2010

LEYENDAS DE FUEGO Y AGUA



Cerca de Marte y ahicito de la Luna esta noche en particular será recordada, más que por los astrónomos, por las estadísticas de la natalidad cuando nueve meses adelante se registre un significativo aumento en el número de nacimientos. La sucesión de días cálidos y por momentos agobiantes permitió a las cadenas de supermercados vender tantas piletas de lona como nunca antes. La posibilidad de darse una refrescada de chapuzón las convirtió en artículos de urgencia, de primera necesidad podría decirse. Las piscinas de los ricos ya estaban construidas, previstas de antemano, pero algunos de clase media pudieron decidir sacrificar parte del terreno para enterrar en tiempo récord piletas de fibra. Y así el agua estuvo casi al alcance de todos, desde viejas pelopinchos mil veces emparchadas resistiendo otra temporada en los patios pobres, hasta la sofisticada iluminación subacuática del country, pasando por la novedad de las piletas circulares sin caños y con filtro elegidas por el medio pelo. El calorón aportó parte del ambiente para la nocturna seducción del último viernes de enero del 2010, el resto fueron las estrellas adornando el cielo completamente despejado, la ausencia de viento, el lleno de la Luna como si cualquiera pudiera soñarse ser Jim Carey todopoderoso, el canto de los grillos en el telón de silencio y la inquietante quietud del agua en la conexión de esa mirada. Sí, el clima ponía todo caliente. Y seguramente se creerá con el tiempo que la Luna estuvo a distancia de puente, igual de cerca que en la canción de Miguel Mateos. No faltarán quienes juren haber distinguido al planeta rojo a simple vista, ni los que digan que los grillos cantaban “El día que me quieras” con afinación de Zorzal, tampoco los que atribuyan a la magia del cosmos cierta sensación de ensoñación, acaso vinculada con la difusión de leyendas mayas y otras de igual tenor aunque distinto origen sobre el fin del mundo, pues es bien sabido que para poder chocar los planetas deben estar muy cercanos.

Lo sé. Sé bien de lo que hablo, por esa mi costumbre de hablar en voz alta mientras escribo. Yo diré que la Luna era inmensa, que Marte brillaba en el firmamento y que los grillos gardelianos seguían el impulso de un rayo misterioso, aunque más que en todo eso mi atención estaba en las pestañas mojadas enmarcando tus ojos almendrados y la emoción tan luego de mil besos en aquel solo beso que fue de Eva y Adán.

En cualquier caso, por el motivo que sea, vendrán los hijos del fuego y el agua; porque ya va siendo el tiempo de crear otros mitos y nuevas leyendas.



Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López