No hay motivo, simplemente surgió sentarse y escribir. No digo que haya sido porque sí, ni porque no.
Puedo suponer que acaso por soñarme el payador de Lavalle, que en 1840 -según cuenta el vals de Enrique Maciel y Héctor Pedro Blomberg- se llevó consigo a la pulpera de Santa Lucía para tristeza de los mazorqueros, o porque igual que a Armando Villador me hubiera gustado ver a Carlos Gardel "alentar con tus triunfos, las fuerzas de Lavalle que vibran al conjuro de tu hermosa guitarra", o sencillamente porque tengo corazón unitario (uno de los pocos unitarios confesos de la República Argentina, y conste que la mayoría lo es de hecho pero no lo dice).
Hoy sin capricho de efemérides me levanté tarareando en un rango de tango cercano a la milonga, y con algún aire campero, unas cuantas palabras alrededor del nombre admirado. Jorge Luis Borges pudo cantar lo que se cifra en en el nombre -alguna vez dejado caer- de Jacinto Chiclana, asegurando que "nadie habrá habido como él en el amor y en la guerra", permitánme traer en esta letra lo que evidencian los hechos confirmados de un nombre que reconocidamente proclama valentía y patriotismo: Juan Galo Lavalle.
Capitán de valientes,
bravura en la sangre
y la furia en tu espada.
León de Riobamba
por la gloria y la Patria
esa épica carga
de porteña arrogancia
es tu hora de bronce.
Pero eliges ser hombre;
carne de batalla
en sudor de mujeres,
pecho de pasiones,
no rostro de medalla
ni héroe, ni prócer:
Alma de amaneceres,
uno, entre millones.
"Espada sin cabeza"
osaron juzgarte,
por tu poncho celeste
con sombra de muerte.
Tus yerros, tus aciertos,
hacían la historia;
cuando es "aquí y ahora"
hay final abierto.
General Juan Lavalle,
Señor del coraje:
¡Unitario y salvaje
me siento al cantarte!
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
http://www.plumaderecha.blogspot.com
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