JAM DE TANGO EN “EL EMPUJÓN DEL DIABLO”, la opción de los martes.
Pero dicen que soldado que huye sirve para otra batalla, lo que inevitablemente trae el recuerdo de un curtido Sargento del Quinto de Infantería de Marina que me dio su propia versión de esa frase: “Soldado que huye sirve para hippie, si es que eso es servir de algo”. Como nunca quise ser hippie, y el tanguero de ley no puede temerle ni siquiera al Diablo, quise convencerme que en lugar de huir cobardemente ejercitaba un repliegue táctico y el martes pasado acudí a la Jam de Tango.
Pese a la lluvia, tenía ganas de salir y mucha curiosidad por conocer qué clase de antro sería “El Empujón del Diablo”. Al llegar no encontré ninguna oscura cueva consagrada a ritos de cofradías satánicas. Se trata de un amplio -aunque no muy grande-, local gastronómico, cálido, con predominio del ocre ámbar en sus colores (ojo que soy daltónico, aviso por si al ir lo ven de otra manera que en eso puedo fallar) y bien iluminado, donde la vista del escenario es buena desde cualquiera de las mesas. De puro chusma preferí sentarme a la barra, lugar que siempre -para bien o para mal- permite observar las condiciones de trabajo y algo de lo que pasa en la cocina.
Desde allí leí en una de las paredes la explicación del nombre: “Me anda faltando plata, chicha, coraje, y un empujón del Diablo pa’ enamorarte… Cuchi Leguizamón”. Por lo que el supuesto antro diabólico era una Peña Folkclórica y casa homenaje al musiquero salteño. Y les diré, mucho no me creo eso de que alguna vez le haya faltando coraje para enamorar, porque un tipo que por levantarse una mina tiene la ocurrencia de ofrecerse a cambio del perro que ella pasea es un encarador atrevido y nato. Bah, un salteño versero.
Temprano, como corresponde, la cantante Viviana Scarlassa y el contrabajista Pablo Motta ya estaban allí oficiando de anfitriones para los que iban llegando. Poco a poco se fueron poblando las mesas y llegaban músicos –algunos empapados de lluvia- portando sus propios instrumentos resguardados en fundas y estuches.
La cosa iba tomando color, entonces, siendo que la cocina se veía higiénica, la atención era cordial y el clima de trabajo se apreciaba bien ordenado, agradable en todo sentido, pregunté por la especialidad de la casa: Empanadas. Parafraseando al Beto Brandoni en “Esperando la carroza” pedí dos, ¡dos empanadas!, una de carne y la otra de queso, tomate y albahaca.
Y con los músicos subiendo al escenario abrió la Jam, que viene a ser algo así como la previa de un ensayo sin obra, lo que irradia cierta expectativa amena y relajada permitiendo disfrutar hasta del modo en que contrabajo, armónica y guitarra buscan sobre el escenario el punto justo de la afinación.
Confieso que el término “Jam” no termina de convencerme, ni siquiera aditivado como “jam de Tango”. Por lo que he indagado en Wikipedia, “jam session” es una expresión originada allá por la década del 30 en Nueva York, y definida por George Frazier como “una reunión informal de músicos de jazz que, con afinidad temperamental, tocan para su propio disfrute música no escrita ni ensayada”. Creo que la improvisación de creatividad pura podría tener lugar en el Tango estrictamente instrumental, pero el concepto se desdibuja en cuanto aparecen los títulos de tangos, los temas clásicos y la voz. “Zapada” me gusta más, aunque desde el Tango, con el tiempo, deberíamos ser capaces de encontrar otra palabra más nuestra, que identifique mejor esta experiencia según la vayamos ejercitando y ajustando a nuestros usos creando costumbre en el andar. En mi modesta apreciación, esta iniciativa de Viviana Scarlassa y Pablo Motta puede ser la génesis de muchas buenas cosas.
En cualquier caso, y más allá del rótulo que se le quiera poner, recomiendo con entusiasmo participar de esta vivencia en “El empujón del Diablo”, que seguramente disfrutarán mucho más los que puedan llegarse con su instrumento sumándose al experimento. Digo esto porque, muy extrañamente, lamenté no ser músico. Es que daban ganas de participar más activamente, pero sabiamente, yo que hasta desafinaba el toc-toc , me limité a expresarme con aplausos para todos los que pasaron por el escenario. Señal inequívoca de haberla pasado bien es que perdí completamente la noción del tiempo, me fui de la “jam” cuando quiso la casualidad enterarme de la hora, y caer en la cuenta del madrugón que se me venía encima.
Vayan, es una opción para los martes que no hay que dejar pasar de largo, lo van a disfrutar por la música en el contrabajo de Pablo Motta, por la destacada voz de Viviana Scarlassa, por la sorpresa de quienes pueden arrimarse al escenario y por las exquisitas empanadas de queso, tomate y albhaca.
"El empujón del Diablo", Ángel J. Carranza 1969, Palermo, Ciudad de Buenos Aires. Jam de Tango los martes a las 21:30 hs. Entrada Libre. Conducción de Viviana Scarlassa y Pablo Motta.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha.
http://www.plumaderecha.blogspot.com
Estado Libre Asociado de Vicente López