domingo, 15 de marzo de 2009

PAPELÓN INTERNACIONAL DE ARIEL CORBAT

PAPELÓN INTERNACIONAL DE ARIEL CORBAT


No me consideraba supersticioso cuando el gato negro cruzó delante de mi auto en inmediaciones de Parque Centenario, por eso lo esquivé de un volantazo demostrando buenos reflejos e ignorando cualquier connotación esotérica. Era la noche del fatídico 14 de marzo de 2009 e iba camino a Bien Bohemio para participar de la amigable velada organizada por Perfiles del Tango. La próxima vez que vaya manejando y alguna de esas alimañas ose atravesarse voy a pasarle por encima aunque tenga que perseguirlo por la vereda. Reversa y primera hasta arrollarlo siete veces, ocho serían mejor, por la dudas.

Si fuera el caso de echar culpas el oscuro minino serviría de chivo expiatorio. Pero tales mezcolanzas zoológicas no son más que un escape inútil. La razón indica con auténtica razón que ningún animal tuvo cosa que ver con el infortunado suceso. Excepto, claro, el animal que está escribiendo esto.

Ya en la casa de Titi Rossi me encontré con Miguel Gadea y demás compañeros de Perfiles del Tango. El ambiente era previsiblemente bueno, sin exagerar unas 450 personas casi colmaban las instalaciones, porque además de nosotros los rioplatenses se hacían notar en importante número los turistas extranjeros: colombianos, mexicanos, franceses, ingleses, filipinos, japoneses, un chileno de apellido San Martín, cuatro finlandeses y hasta un maorí que entre los tatuajes tribales llevaba a Carlos Gardel sonriendo en la frente. Lo que se dice una velada internacional. 

Y al gusto de estar entre amigos perfileros le añadí un submarino, así que no puedo alegar ebriedad. En eso la anfitriona, Marta Rossi, toca campana de largada y comenzaron a pasar por el escenario los cantantes de Perfiles. Todos hicieron lo suyo con una gran dignidad, como para reafirmar el orgullo de ser miembro del grupo. Hasta que llega el turno del quía. El tipo, o sea yo, sube confiado para recitar “Perfiles del Tango”, deja un breve preámbulo explicando a la gringada que los presos de Martín García picaban piedras que sirvieron para adoquinar algunas calles de Buenos Aires y Montevideo, y se larga a recitar. No leo. Claro que no. Porque Ariel Corbat no lee, recita. Me entono y voy bien, tanto que el Maestro Tony Gallo, tan parecido al bueno de Ricardo Espalter, me confiere el honor de acompañarme con los sones de su guitarra; casi un “Jamón de Tango”, si saben a lo que me refiero. Pero entonces los renglones mentales se le atraviesan al autor intérprete. Son un puñadito de versos y se me vuelan. Se van y un blanco desértico me hace pito catalán mientras el jamón se convierte en la pata maloliente del cerdo. Papelón. Pido disculpas y apelando a la paciencia del público tomo de prepo una segunda oportunidad. ¿Cómo no voy a poder recitar “Perfiles”?, si ayer nomás a la sobremesa del asado pegué al hilo y de un tirón “Queremos Tango” y “Epifanio en Café Homero”, que son mucho, pero muuucho más largos. Arremeto con el orgullo herido y afán de revancha. Me cuesta pasar los cambios pero va, a los tumbos cual piloto de rally, pero avanzando… y a dos versos del final, derrapo y vuelco, otra vez quedo patas para arriba al costado del camino. Papelonazo. Una mujer del público dice con justo fastidio “Hay que tomar la pastillita”. Y tiene razón, pero creo que también me olvidaría de tomarla. Pensé decirle: “Es la primera vez que me pasa”, pero ninguna mujer acepta la veracidad de esa frase. Y cuando estoy ahí, esperando que providencialmente aparezca alguno de los energúmenos que cada tanto me amenaza de muerte y me haga el favor de pegarme los cuatro tiros que me prometen (los enemigos nunca están cuando uno los necesita), como un hada salvadora mi compatriota del Estado Libre Asociado de Vicente López y profesora de Tango Elida Casco me acerca la letra impresa en el papel. 

Leo, y cada palabra me retumba en los oídos como una oprobiosa claudicación de la cual soy, por negligente, él único responsable. 

Un terrible papelón internacional.

De nuevo sentado en la mesa recibo la comprensión de la banda de perfileros que me hace el aguante. Ensayo un chiste: “Yo sabía que tenía algo de sangre alemana, parece que también tengo alzhéimer”. La noche iba tan mal que ni siquiera me salía un chiste bueno.

En fin, tampoco es tan grave, papelones hice muchos y nada indica que vaya a dejar de hacerlos. Simplemente que esta vez no sirve buscar excusas y debo las disculpas del caso a mis compañeros de Perfiles del Tango. 

Ahora, más o menos pasada la vergüenza y la bronca, me planteo que metidas de pata como estas no tienen arreglo, pero tampoco puede uno hacer de cuenta que no pasó nada. Los errores están para aprender, y tratar de sacar algo bueno de lo malo. Por eso necesito tomarme una revancha: Este año ya tenía proyectado publicar “Dos por cuatro pinta un tango”, un libro con dos cuentos tangueros de la serie de Tigre Mc Laren y algunas de mis letras de Tango, incluyendo “Perfiles”. Se me ocurre que -obviamente- debería hacer la presentación recitando en Bien Bohemio y, buscando transformar este traspié en algo positivo, hacer que sirviera, además, para difundir la labor de alguna entidad dedicada a luchar contra el alzhéimer; al fin de cuentas: nunca digas que nunca…


EL PAPELÓN

Y sucedió en Bien Bohemio,
ese sábado de marzo
que Corbat llegó creído 
de su pluma y de su voz.
Por soberbio y engrupido
no ensayó como es deber:

“¿Olvidarme un verso mío?
Yo lo escribo y lo recito,
en mi genio me confío
sin la ayuda del papel,
mucho más si es bien cortito
pues muy mediocre hay que ser
para tener que leer”.

Lindo papelón aquel,
mudito, mudo, mudito,
cual la foto de carnet
y montando en un Argel,
lo que nos deja es saber:
¡Qué boludo que es Ariel!



Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
http://www.plumaderecha.blogspot.com
Estado Libre Asociado de Vicente López.

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