domingo, 1 de febrero de 2009

MARÍA GRAÑA: "NO TE NOS PIANTES".


Robarse un Tango es un arte. Más aún: Un arte mayor reservado a la elite de los intérpretes del género. Para explicar el concepto, traigo a  consideración de ustedes este fragmento de mi novela  "Dandy": 

"La música es el Tango, siempre. Hasta dormido te envuelve el suave murmullo con que arropa el alma la desnudez del silencio. La plácida ensoñación acomoda el álbum de las cosas idas con el silbo melodioso del pelirrojo zapatero remendón que, al clavar el nuevo taco para el viejo tamango, se adueñaba de aquel tango que compuso Brafiani. No, no te acordás ni te viene en sueño el nombre que con lápiz y clara cursiva le mandó al margen superior de la partitura varios días después de haberla terminado. Ningún nombre convencía plenamente al puntilloso Brafiani, y seguro tampoco ese que finalmente le puso. Para vos quedó registrado como “El tango del zapatero”, que lo interpretaba a labio y martillo en la sencilla alegría del oficio. Sentado en la banqueta de mimbre al medio del equilibrado desorden de zapatos rotos y olor a cuero embetunado, el Colorado le hizo el honor de robarle ese tango a Brafiani, porque los tangos nacen para ser robados. Eso no pasa en otros géneros, en el rock por ejemplo. ¿Cómo se llamaba el tango de Brafiani? No, no insistas, está olvidado en la tierra de los nombres que nunca fueron. Un ladrón de tangos el Colorado, le estás viendo la cara con el mostacho gigante, la nariz redonda denunciando tinto, los labios fruncidos y los ojos concentrados en el zapato sobre su faldón de tela azul. Buen amigo de Brafiani, el bandoneonista estaría contento que su tanguito fuera “El tango del zapatero”. En otras músicas las obras nacen con dueño y así se quedan, en cambio los Tangos son guachos hasta que encuentran intérprete. No “un intérprete”, sino “el intérprete”. ¡Qué bueno es sonreír en sueños! ¿No, Dandy? Si te vieras verías lo que guarda el hombre de bebé. Claro que los bebés no tienen todas esas cosas dándoles vueltas por la cabeza. No, no borres esa sonrisa, seguí soñando. Seguí que los silbidos del Colorado se funden con la voz de Doña Matilde y entonces todo está bien. ¿Cuándo dormiste mejor que al cuidado de la Vieja? Su mano acaricia tu cabeza y allá fuera no hay nada que te asuste, ningún cuco hambriento olfateando la sangre de tus entrañas. ¿Por qué te sobresaltás? Tus culpas, cierto. Pero no, esa mano perdona. Fuera los remordimientos, que soñar es otra cosa. Quedan tus miedos, mejor hacete amigo, significan que seguís vivo. Escuchá… ¿Lo oís? No hay nada. Nada. Silencio en la noche. Volvé. ¿Dónde estabas? Ah, sí, los ladrones de tangos… Así como para ser padre, lo que se dice verdaderamente padre, no alcanza con haber echado el polvo ni figurar en el documento, para ser dueño de un tango no basta con escribirlo, ni rubricarlo, ni tocarlo o cantarlo. No, nada de eso es suficiente. Al tango hay que robarlo alevosamente y a la vista de todos, lo saben bien los que saben, esos que son tan ladrones que hasta roban sus propios tangos. ¡Y después que a un tango se lo robaron andá a cantarlo! Tango robado, tango insuperable. De ahí viene la frase “andá a cantarle a Gardel”. ¿Quién se anima a cantar “Mi Buenos Aires querido” sin disfrazar la impotencia de “homenaje” al Zorzal? “¡Pedí disculpas antes de cantarlo!”, estampa el grito cualquier reo con derecho genuino a preservarse los oídos. Lo mismo con “Volver” o “Por una cabeza”. Nadie lo va a cantar mejor, sencillamente no se puede. Y entre ladrones de tangos se admira el atrevimiento en el arte de chafar, porque algunos sí que podrían ir con la frente en alto a cantarle a Gardel. “Milonga del 900”, con música de Sebastián Piana y letra de Homero Manzi, lo cantó El Mudo pero no le alcanzó para meterlo en la bolsa, no llegó a robarla, tuvo que aparecer el Varón del Tango y él sí que se lo robó, ¡já!, andá a cantarlo después de Julio Sosa. De haberlo sabido el mismo Gardel se hubiera puesto el dedo ante los labios, chito la boca. ¿Acaso alguien más podría cantar, sin que sea de prestado, “El último café” o “Por qué canto así”? Ni así ni asá, no hay modo, esos también se los choreó Sosa, igual que Rubén Juárez se afanó “Pasional” y “Cómo dos extraños”. Ese cordobés, Dandy, es de los que roba y no devuelve. Un tango robado es un emblema, un estandarte, una provocación desafiante: ¡Y a ver quién se anima y le da el cuero, carajo! ¿Alguno que no fuera Raúl Lavié podría hacerte ver la Luna rodando por Callao? No, a las lunas llenas que salen de otras gargantas les falta el aire de luz, ese peligro de que vaya a explotar sobre Libertador. ¿Y las ladronas?, basta que diga: “Se dice de mí”, jé, ¿quién se lo va a discutir? ¿Hay que nombrarla a La Merello? No, y las minas cuando afanan son peores que los hombres, mechera de blonda estampa María Graña hasta se alzó con la escritura del “Caserón de tejas”. Sonreís, Dandy, con la cara semihundida en la almohada y su locura onírica. Y seguirías a gusto pasando las páginas interminables del álbum de los ladri. Ya se dibuja la figura patotera de Alberto Castillo, ninguneando el bailar de los pitucos, que el golpe abrupto corta la música y te hace saltar de la cama con el 38 Smith & Wesson apuntando a la puerta. ¿Qué carajo pasa en el pasillo?, te preguntás con la vista nublada y el cuore desacomodando el pulso en el bombeo arrítmico, tratando de entender este interminable instante de silencio que corona el barullo".

La cosa es que la novela -que se mantiene inédita- estaba ya terminada cuando, tiempo atrás, me entero que María Graña andaba de queja y con ganas de pegar el portazo para exiliarse en otros géneros. La noticia me sorprendió y recordando este mismo fragmento empecé a garabatear algunos versos, sé que son un pobre consuelo para quien espera y merece un reconocimiento mayor, pero todos los grandes del Tango lo son, en definitiva, porque otros, los muchos otros del montón, los admiramos desde nuestra pequeñez. 


NO TE NOS PIANTES

Me dicen, que andás boqueando,
así, como amenazando,
con mandarlo todo al Diablo
y dejar de lado el Tango.
Che Rubia... No te nos piantes.
¿Qué es eso de abandonarnos?
Si vos...
¡Vos sos La Rubia del Tango!

María Graña, la de la voz elegante,
la que entre todas las minas sos "la cantante"
sería un crimen que te nos piantes,
si mechera de blonda estampa, en tu registro
para gloria de los garfios y los oídos,
quedan los tangos que te robaste.

Si no es tu voz, que endulza lo que canta,
no hay caserón de Belgrano,
a las tejas el viento las levanta,
las paredes se nos rajan
y en la vereda al otoño del barrio,
aunque en pie, se muere un árbol.

Che Rubia... No te nos piantes.
¿Qué es eso de abandonarnos?
Si vos...
¡Vos sos La Rubia del Tango!


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha.
Estado Libre Asociado de Vicente López

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