Leo en la edición de hoy del diario Página/12 un artículo de Adrián Viale titulado "Bombita Rodríguez", en el que lamenta las risas que nos arranca Diego Capusotto. Amerita replicar.
BOMBITA RODRÍGUEZ, AFORTUNADAMENTE.
Adrián Viale hace un meritorio esfuerzo intentando comprender las razones por las cuales un personaje de Peter Capusotto y sus videos, “Bombita Rodríguez, el Palito Ortega montonero”, nos hace reír. Empero, hay algunas omisiones conceptuales en el decir de Viale que, a la postre, condicionan su conclusión –equivocada creo yo– de lamentarse por esas risas. En todo tiempo y lugar la lógica del humor tiende a esquivar lo políticamente correcto, hilvanando contradicciones y hasta dejando en evidencia que el Rey está desnudo. En los por demás idealizados 70’, aunque circulaban algunos chistes, -como aquel en el que Firmenich, a punto de ser fusilado por orden de Perón, dirigiéndose a sus compañeros de paredón explicaba “¡Qué buen guiño que nos está dando ahora al Viejo!”-, el discurso montonero no hacía reír masivamente, no sólo porque hubo gente que se lo tomó tan en serio que, según Viale, “llegó a soportar torturas, llegó hasta dar la vida (su propia vida… la única que tenían)”, sino porque esa misma gente, antes de “dar su vida”, con el mayor de los desprecios cortó las vidas de muchos. Que una chica finja ser amiga de otra para poner una bomba bajo la cama de sus padres, no se puede justificar con ningún idealismo. Esa bomba, como tantas otras, hace que la sátira encarnada por Bombita Rodríguez se empariente con las clásicas humoradas sobre Hitler, Mussolini o Stalin, divirtiendo por el sencillo expediente de ser la caricatura del victimario.
Cuando al paso de los años se ve que algunos de aquellos imberbes dejaron crecer las barbas queriendo demostrar que no son estúpidos, la otrora temible organización Montoneros mueve a risa. La fórmula tragedia más tiempo igual a humor funciona implacablemente con cualquier actor social, y los montoneros no son la excepción; ni como organización, ni puesta la lupa en las historias personales de cada uno. Desde la confusión ideológica, “una mezcla de Clausewitz y Mao Tse Tung mal digerida” en palabras de Horacio Verbitsky, hasta aquello de ser la primera organización guerrillera que perdió las tropas y las armas antes que el dinero, según criticaba el Loco Galimba, pasando por pastillas de cianuro como la que engulló Paco Urondo (acaso decepcionado porque tomó las armas pero nunca encontró esa palabra), el desastre de lo que llamaron la “contraofensiva” (¡la contraofensiva!), la moralina guevarista, el sketch de los patéticos “cinco minutos de vestuario”, las condenas a muerte a montoneros desertores como Juan Gelman, y el iluminismo mesiánico de sus jefes, toda la historia montonera se torna ridícula resultando una sucesión de bloopers y gags muy APTA –con mayúsculas– para plasmarse en parodia cinematográfica. Aunque dudo que el INCAA, de momento, vaya a liberar subsidios para semejante proyecto. Ya llegará.
Claro que detrás de las risas subyacen muchos dolores, de las víctimas de Montoneros y de los propios montoneros. ¿Y con eso qué? No hay tema alguno sobre el que no existan chistes, remarco: ninguna tragedia queda al margen del humor. Los tiempos podrán ser más largos, o los ámbitos restringidos según la índole de la tragedia, pero la risa no se deja apagar por la superficialidad de las convenciones sociales. La aparente complejidad del humor es en realidad muy simple: hay que continuar viviendo. Si la tragedia del pasado obedeció a la existencia de “verdades irrefutables”, bienaventurada sea la duda porque nos ayuda a escuchar al otro, y bienaventurada sea la risa por quitarle al presente el dramatismo que ayer significó la muerte de tantos. Hoy Bombita nos hace reír. Y mucho. Afortunadamente.
Como auténtico militante marxista, Línea Groucho, estos son mis más firmes principios, pero si no les gustan tengo otros. He dicho.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha.
http://www.plumaderecha.blogspot.com
Estado Libre Asociado de Vicente López.
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