sábado, 19 de abril de 2008

Un tributo para Jack London

Acomodando parte de la biblioteca encontré "La quimera del oro", cuentos de Jack London. Me senté junto a la ventana para hojearlo a la luz del día. Al abrirlo me sorprendí de ver los trazos adolescentes de mi letra cursiva en una anotación:

"Este es el libro que más me ha impactado desde aquellos días en que descubrí al genial Julio Verne, hace ya varios años. Jack London, a quien había leído con anterioridad, logró interesarme primero, emocionarme después y contagiarme un insomnio cargado de reflexiones que se extiende mucho más allá de sus cuentos. Tal vez la enseñanza mayor que me dejó su lectura sea pensar y repensar hasta concluir cosas como esta: Está bien hacer planes, puliendo todos los detalles y posibilidades, pero en todo lugar y en toda situación, no sólo en el ártico, es indispensable para sobrevivir esperar lo inesperado, mantener la capacidad de improvisar y activar con premura evitando el mal o atenuándolo".

Por ese entonces preparaba una caminata de diez días enlazando distintos refugios de montaña del Club Andino en Bariloche, cosa que cumplí con éxito. Los cuentos de Jack London fueron una gran inspiración para sobreponerse el cansancio de trepadas nocturnas, cuando a la luz de la luna recorría senderos al filo del precipicio. Me gustaba imaginar que era algún personaje de Jack London enfrentando la adversidad de los elementos.

Algo más cerca en el tiempo, yendo desde Retiro a Juan B. Justo en mi querido Mitre, al pasar frente a la Estación Colegiales, un grupo de perros atorrantes corría con peculiar orden sobre las vías muertas a un costado del tren. Inmediatamente supuse que, igual que lo había hecho yo, esos perros podían sentirse escapados de las páginas de un cuento de London y quizá jugaban a ser lobos del ártico.

Si me preguntan que es literatura, yo responderé siempre lo mismo: Verne, London, jugar a ver la realidad con otros ojos.

Escribí aquella extraña impresión de ver Alaska en Colegiales. Lo hice en el cuento "London", que forma parte de "Relatos breves de viajes insignificantes - Cuentos del viajero que nunca abandonó su aldea". Y si ya lo leyeron en este mismo blog, los invito a verlo ("a ver literatura"), clickendo aquí:

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